El medio que aguardaba a los primeros gringos que poblaron Rafaela, ocultaba sus propios peligros, humanos y naturales.

Entre los primeros, algunos ya habían sido prácticamente conjurados, como el problema del indio, que en la década del ‘80 no presentaba en esta zona mayores dificultades. Lo que corresponde al Departamento Castellanos se conoce que no existió un asentamiento de población indígena permanente. Esto se debe a la presencia, ya desde el Siglo XVIII, del Fuerte de los Sunchales, que protegía la zona, principalmente el camino Santa Fe-Salta.

Otros problemas perduraban. Tal es el caso de los bandidos rurales, que asolaban a más de una chacra y obligaban al colono a tener a mano siempre un arma de fuego, y a desconfiar de todo aquél que se acercaba a su vivienda. Estando integradas estas bandas, en su mayoría por elementos nativos del suelo argentino, y sumando a ello cierto aire de superioridad etnocéntrica que aún conservaba esta gente venida de Europa, tal vez podamos encontrar una explicación del por qué el gringo menospreciaba, sobre todo en los comienzos, al criollo, llamándolo despectivamente "negro", y desconfiando de sus actitudes, lo que lo obligaba a mantenerse siempre alerta.

En este contexto aparece la figura de Valentín Kaiser. Inmigrante alemán, que había llegado a Argentina en 1856, y formaba parte del grupo de inmigrantes que habrían de poblar la primera colonia agrícola argentina: Esperanza.

Su relación personal con Guillermo Lehmann se extendió al plano laboral: éste le encomendó a Kaiser la preservación de la seguridad pública en Rafaela, colonia de reciente formación. En esta localidad fue considerado, de hecho, como el primer comisario. En 1884, con motivo de la designación oficial de Ernesto Suby como Comisario de Policía, Kaiser fue trasladado por la empresa colonizadora, a colonia Lehmann.