La documentoscopía es la rama de la criminalística dedicada al examen exhaustivo de los documentos para dictaminar sobre su autenticidad o para determinar si han sido objeto de alteraciones. Su propósito principal es descubrir la veracidad de un documento cuestionado mediante la aplicación de un proceso científico y metodológico. Este campo se encarga del estudio de textos, firmas, sellos, billetes, documentos de identidad y cualquier otro tipo de soporte que contenga información en un formato que pueda ser analizado.
A menudo, la documentoscopía se confunde con disciplinas afines, pero es vital delimitar sus respectivos campos de acción. La documentoscopía, en sentido estricto, funciona como una disciplina paraguas que integra y se apoya en ramas especializadas:
Grafoscopía: Se centra en el estudio de la escritura manuscrita y las firmas para determinar la autoría de un trazo, analizando los rasgos psicofisiológicos y los hábitos gráficos del escritor.
Grafometría: Es la disciplina complementaria que se enfoca en la medición cuantitativa de los grafismos. Examina métricas específicas como el tamaño, la altura, la angulosidad y los espacios entre las letras para comparar muestras de escritura.
Paleografía: Es el estudio especializado de los documentos antiguos, lo que permite a los peritos determinar la fecha y el lugar de un escrito basándose en el tipo de caligrafía y los materiales de la época.
Criptografía: Aunque se asocia más con la protección de datos, también se aplica en el ámbito forense para descifrar códigos y verificar la autenticidad de la información confidencial, especialmente en el contexto digital.
La fiabilidad de un dictamen pericial reside en la capacidad del perito para integrar estas disciplinas y conocimientos de otras ciencias como la química y la física. No se trata de un campo único, sino de la interconexión de múltiples saberes. Por ejemplo, para datar un documento histórico, un perito debe aplicar la paleografía para analizar el estilo de la escritura, la cromatografía para estudiar la composición de la tinta y el examen microscópico para verificar la fibra del papel. La evidencia de un fraude no suele provenir de una sola técnica, sino de la convergencia de hallazgos que el ojo humano no puede percibir, lo que convierte al perito moderno en un experto multidisciplinar.
El análisis documentoscópico puede clasificarse según el objeto de estudio. Se aplica a una amplia variedad de documentos, incluyendo:
Textos manuscritos y anónimos.
Firmas y rúbricas.
Documentos de identidad y oficiales (DNI, pasaportes).
Documentos mercantiles (cheques, pagarés).
Billetes y valores de seguridad.
Textos impresos por medios mecánicos o digitales (impresoras, máquinas de escribir).
Un caso ejemplar que ilustra la profundidad de esta disciplina es el de los diarios falsificados de Hitler. A primera vista, los documentos parecían auténticos, pero un análisis exhaustivo de la caligrafía, combinado con estudios fisicoquímicos de las tintas y el papel, reveló discrepancias cruciales. Los materiales de fabricación no se correspondían con los disponibles en la Alemania nazi y la escritura mostraba signos de imitación. Este caso es una demostración clara de cómo la veracidad de un documento se encuentra más allá de su apariencia superficial. Las falsificaciones por "raspado y lavado," por ejemplo, son casi indetectables a simple vista, pero un perito puede aplicar métodos químicos o medir la conductividad eléctrica del papel para revelar que la carga mineral del soporte fue alterada durante el fraude. Esto evidencia que el rol del experto es ir más allá de lo visible para encontrar inconsistencias que solo la aplicación del método científico puede desenmascarar.