Para entender el mensaje que se traslada en el título habría que explicar previamente dos temas que le dan sentido. En primer lugar, habría que plantear que el título viene de diferentes lecturas sobre decrecimiento y las consecuencias de enfrentar dos modelos de vida completamente opuestos, el capitalismo y el decrecentismo, que ya iremos explicando más adelante. Y, en segundo lugar, a una serie de acontecimientos trágicos más o menos actuales como la reciente DANA de Valencia y otros lugares y los ancianos muertos por abandono en las residencias madrileñas durante la pandemia.
El decrecimiento es una forma de pensamiento y acción que plantea que tenemos un planeta sobreexplotado y en colapso que hace imposible el modelo capitalista de desarrollo y crecimiento continuo, es decir, estamos en un planeta finito y con un crecimiento infinito. Todas sabemos que esto no puede ser y que, como plantea José Alberto Cuesta en su obra decrecer para sobrevivir (página 39), nos dirigimos directamente al abismo: "imagine que alguien conduce un coche a 100 kilómetros por hora dirigiéndose hacia un acantilado, el hecho de reducir la velocidad a 50 kilómetros por hora no evitará caer al abismo, la única manera de evitarlo es pararse o cambiar de dirección". Pues bien, el decrecimiento intenta evitar que nos caigamos por ese abismo del crecimiento constante, planteando un modelo opuesto, orientado hacia la colaboración y el apoyo mutuo y alejándose de la competitividad y el individualismo capitalista.
Por lo tanto, se plantea una disyuntiva que define muy bien el mismo autor anterior (paginas 203 y 204): "es prácticamente seguro que en el siglo XXI se va a experimentar un descenso de la disponibilidad de materiales y de energía; la cuestión es si esa caída se va a producir de manera forzosa en forma de colapso, o si lo va a hacer de forma voluntaria y organizada... Ante esta situación... el declive de la disponibilidad energética fósil nos sitúa ante la encrucijada de actuar sobre la población o hacerlo sobre el consumo... la primera opción nos conduciría hacia un programa fascista de eliminación de población "sobrante" a todas luces intolerable. La segunda opción nos conduciría hacia una sociedad decrecentista."
En definitiva, que aquellos grupos económicos que tienen el verdadero poder de decisión, a los que le interesa seguir creciendo para seguir acumulando riqueza, querrán seguir con un modelo agotado y que como no habrá parta todos, hay gente que sobra: ancianas, pobres, migrantes, negras, musulmanas, mujeres, etc., etc. Gente que estorba para poder seguir teniendo cada vez más riquezas en un planeta finito y agotado. De ahí que estos grupos defiendan y fomenten el negacionismo climático o, como mucho, practiquen el "greenwashing".
Ya hemos explicado el primer argumento que justifica el título de la entrada y que casi explica también el segundo, porque lo de la terrible frase de que "se iban a morir igual" nos ilustra de manera muy convincente sobre lo que hemos planteado anteriormente de la salida fascista, la barbarie, al colapso del planeta y, por ello, del capitalismo. Pero, es que en la DANA hemos visto más de lo mismo porque la irresponsabilidad de Mazón es, trágicamente, la transposición a la más cruda y cruel realidad del negacionismo climático que defienden y fomentan esos grupos de poder y que nos ha llevado ya al colapso que se manifiesta de manera muy clara en todo el planeta.
Ya no hablamos de hipótesis, tenemos terribles hechos recientes que nos demuestran la apuesta por la barbarie de los grupos de poder. Para las que parece que sobramos sólo nos queda entender que nos van a quitar de en medio de una manera o de otra y que tenemos que pelear para que la salida al colapso sea otra. No será fácil, no será pronto, pero debe ser, porque si no...