MEDIOS Y TECNOLOGÍAS

ARGENTINA 

Estereotipos en el cine como formas de contar realidades

El cine no es el mismo de hace 50 años. Como medio de comunicación evolucionó al igual que la sociedad, o a medida que el contexto se lo exigió. Lo que no cambió, según estudios culturales diversos, fue la influencia que tiene el séptimo arte sobre sus espectadores y la capacidad que posee para crear realidades y alterar percepciones.


Por Facundo Núñez Fratusco

Con más de cien años de existencia, el cine evolucionó como todo medio audiovisual. Su poder de incidencia en la percepción de los espectadores es uno de los factores que aún mantiene, aunque las formas de contar la realidad desde la gran industria del séptimo arte no son las mismas. 

Para estudios internacionales, es posible identificar en las películas representaciones sociales y estereotipos de género propios de una época y de una cultura. Son reflejos del contexto en el que se construyen. Exponen estas cuestiones trabajos como La cientificidad en el mensaje del cine, de David Caldevilla (investigador social en ciencias de la información), y El cine como medio de comunicación social: Luces y sombras desde la perspectiva de géneros, de Beatriz Moralez (investigadora centrada en los medios comunicación). 

Ninguna novedad sería destacar la evolución de movimientos feministas en estos años, centrados en la igualdad de género y en la lucha por la diversidad. Su influencia en cómo se producen las películas existe, con avances significativos en la construcción de obras comprometidas a reflejar distintas realidades sociales. Aunque también se pueden ver esfuerzos más simples o superficiales de la mano de la industria cinematográfica de Hollywood o de plataformas como Netflix.  

En el caso de Argentina, particularmente, el cine se destacó siempre por su calidad artística y por tocar temas relevantes, centrados en diversas esferas sociales. Algo que se puede notar más con la llegada del Nuevo Cine Argentino, entendido en dos etapas: la primera en la década del ’60; y la segunda con el movimiento surgido en los ’90, influenciado por el neorrealismo italiano. Este último, con más elementos narrativos y con una inclinación enfocada a una mirada crítica en las representaciones y transformaciones sociales. 

"Pizza, birra, faso" (1998) de Bruno Stagnaro y Adrián Caerano, "Mundo grúa" (1999) de Pablo Trapero y "La ciénaga" (2001) de Lucrecia Martel son algunos ejemplos destacados del Nuevo Cine Argentino. Créditos de los Flyers: Ministerio de Cultura.

Sin embargo, desde sus inicios el cine nacional también presentó estereotipos: personajes superficiales como la mujer sumisa, el gaucho heroico, el indígena agresivo o el porteño astuto. Personificaciones que generalizan y, a la vez, generan concepciones erróneas. Caldevilla cita a los filósofos Adorno y Horkheimer al decir que el cine es una “industria cultural”, que influye en la sociedad, y del mismo modo condiciona la producción de contenidos audiovisuales. Por esto es que se pueden ver cambios en las formas y en cómo se narra, que incluso afectan a grandes negocios como el mundo de Hollywood.


Mujeres y estereotipos de género

Sobre esos cambios también estudió la psicóloga María Matilde Balduzzi en Las mujeres en el cine argentino. Imágenes, representaciones sociales y estereotipos. En un libro que avanza sobre el rol de la mujer en el cine nacional, Balduzzi destaca a la directora, guionista y activista del feminismo María Luisa Bemberg, como creadora de películas con temáticas referidas a la emancipación y reivindicación de la mujer. Entendiéndola como un punto de partida y de ruptura, se analizaron filmes como Señora de nadie (1982); Camila (1984) y Miss Mary (1986), con personajes diferentes a los estereotipos que se tenía acostumbrados en el cine del siglo XX.  

Desde 1977 Bemberg venía luchando contra el Ente de Calificación Cinematográfica para que su película llegara a las grandes salas argentinas. Este incluía un personaje homosexual, que hizo en parte que se retrase por cinco años su publicación. Créditos: Archivos desviados.

“Y es la posibilidad de que cada vez más mujeres estén adelante en los proyectos lo que hace que se muestren realidades alejadas de la mirada machista”

La rebeldía explícita del cine de Bemberg chocó y se alejó de la idea de mujer a la sombra del hombre. Dejaron de ser un objeto para pasar a ser un sujeto activo de las narraciones. Algo que retomaron directoras del Nuevo Cine Argentino como Lucrecia Martel y Lucía Hernández, entre otras. Y es la posibilidad de que cada vez más mujeres estén adelante en los proyectos lo que hace que se muestren realidades alejadas de la mirada machista. 

Clases y etnias

Ahora bien, los estereotipos dentro del cine nacional no solo afectaron a las mujeres y al género. Las clases sociales, pero, principalmente, las diferentes etnias también sufrieron y sufren los estigmas del discurso dominante. Los indígenas dentro del séptimo arte argentino fueron retratados como un “otro”. Totalmente diferentes al arquetipo de héroe gauchesco que forjó la identidad nacionalista y que era su contracara en películas como Martín Fierro o Guerreros y Cautivas.

Inmersa en esta lucha se encuentra la realizadora audiovisual Florencia Mamaní, que lleva adelante Cine Marrón. Un proyecto creado para cuestionar las representaciones racializadas que hay de los indígenas. Mamaní, que es descendiente de los pueblos originarios andinos, dejó en claro en una nota para Página/12 que hay un racismo estructural muy grande, que es histórico y que se refleja desde el ámbito cinematográfico. Además, también especificó que “hay personificaciones desarrolladas por personas blancas que no son idóneas de las identidades marrones”.

Varias actividades y ciclos gratuitos del Cine Marrón de Florencia Mamaní se llevaron a cabo en el Patio de la Procuraduría de la Manzana de Las Luces ubicado en el Museo Nacional en Buenos Aires. Créditos: Ministerio de Cultura.

El camino que falta recorrer

Beatriz Morales en el final de su trabajo explicó por qué los estereotipos son peligrosos. Se tratan de ideas fijas que sesgan al espectador, y son pocos los casos en los que se produce su contraste con la realidad. Tanto Balduzzi como Caldevilla destacan que estas visiones conducen al fanatismo y a acciones irracionales. Sus investigaciones sostienen que, a pesar de la idea generalizada de que el cine evolucionó hacia una mayor igualdad, todavía existen representaciones racistas, clasistas y sexistas.

La ciénaga (2001), Mi amiga la del parque (2015), XXY (2007) son ejemplos de que el cine argentino tiene exponentes que se acercan a condiciones sociales más auténticas. Sin embargo, quienes estudian el séptimo arte aseguran que todavía hay camino que recorrer hacia la igualdad de condiciones y de representaciones. Y afirman que el cine, como medio audiovisual, tiene la capacidad de ser esa herramienta que acerque al espectador a visiones diferentes a las tradicionales. Pero, para eso, es necesario luchar por espacios de producción que den lugar a nuevas miradas.