Diodati, la cuna del monstruo, conmemora el bicentenario de la reunión de escritores que tuvo lugar en la emblemática villa ginebrina en el verano de 1816 y que fue el germen de grandes obras de la literatura fantástica.
A través de la ficción, nos hemos trasladado a las orillas del lago Leman para reunir de nuevo en aquella mansión a narradores, poetas e ilustradores y homenajear uno de los encuentros literarios más influyentes jamás celebrado. En este volumen, en lugar de los Shelley, Byron o Polidori, veintidós creadores contemporáneos avivan el mito y alumbran otros nuevos.
Escritores participantes (por orden alfabético): María José Codes, Alfonso Cost, Óscar Esquivias, Carlos Guerrero, Francisco Javier Guerrero, Raquel Lanseros, Francisco López Serrano, Inés Mendoza, Manuel Moya, Manuel Moyano, Ángel Olgoso, Ricardo Reques, David Roas, Ana María Shua, Marina Tapia, Manuel Vilas y Miguel A. Zapata. Ilustradores e ilustradoras participantes (por orden alfabético): Carlos Arrabal, Lola Castillo, Norberto Fuentes, Ana Vázquez (Anamusma) y Soledad Velasco.
La antología ha sido ideada y coordinada por Francisco Javier Guerrero y la cubierta del libro es obra de Lola Castillo.
Son diez piezas hiladas por la irrupción de elementos que cambian la percepción de la realidad de los personajes, la aparición en momentos inesperados de un extraño libro —y que da título a este volumen― y algún personaje obsesivo que transita por más de un cuento. Toman el protagonismo de estas páginas hombres y mujeres angustiados, desmembrados, neuróticos, cercanos a su propia destrucción mientras intentan dar algo de sentido a lo que sucede para liberarse de la pesadilla en la que se han sumergido. Lo más humano o, parafraseando a Barthes, la humanidad en lo que tiene de desgarrador, se une a lo menos humano como puede ser una planta, una lamia, una nevera o una máquina de cigarros que representan una carencia de afectos o la necesidad de creerse amados. La falta de empleo, los problemas familiares, el fracaso vital y la soledad son algunos de los temas que trata Diego Prado y que consigue cohesionar a través de la dualidad de la realidad y la ficción, el juego en el reflejo de los espejos o la contingencia como fundamento de la trama que mantiene la tensión hasta el final. En casi todos sus cuentos nos encontramos con dos lógicas narrativas que conviven simultáneamente: la que podría entrar dentro de una realidad cotidiana y la que pertenece a lo absurdo que desafía a toda lógica.
Son memorables cuentos como Planta de interior, con el que abre el libro, En el refugio o Cuentistas, por citar algunos. Prado nos deleita con relatos de corte clásico, con una estructura cerrada, con una sorpresa agazapada en sus últimos párrafos y en los que no falta el humor. En sus páginas se pueden escuchar ecos de grandes cuentistas y, a la vez, quedar deslumbrados ante determinados hallazgos y originales y lúcidas metáforas. Son historias que se alejan de lo convencional; lo que podría ser una anécdota toma el protagonismo hasta adquirir la mayor parte del peso de lo narrado. Pero, como ocurre en los grandes cuentos, hay otra historia que subyace, una historia no narrada que nos muestra el perfil psicológico de sus personajes, casi siempre abatidos, desilusionados, víctimas de una sociedad que no les presta cobijo.
Y acompañando a estos relatos de Diego Prado que tiene la virtud de desplegar todo su talento narrativo en unas pocas páginas, aparecen, como destellos, las ilustraciones de Lola Castillo que captan de forma perspicaz momentos clave de la narración.
Las razones del agua es un único poema, escrito sin puntuación y sin mayúsculas, dividido en tres partes que aluden al curso de un río: valle, vega y estuario. La unidad, la aspiración totalizadora, ese anhelo por decirlo todo, está presente desde el principio del volumen: voy a escribir la vida / que yace con nosotros o el lenguaje la ciencia / hoy me voy a morir escribiendo la historia.
Con ese propósito, Francisco Javier Guerrero articula quince secuencias que coinciden con los primeros términos de la sucesión de Fibonacci. Así, la matemática es uno de los ejes vertebradores de esta obra, que gravita también alrededor de reflexiones metapoéticas, el compromiso comunitario y la memoria personal.
Se refleja en buena parte de sus textos que es un poeta de formación científica. La búsqueda de terrenos fronterizos, fértiles para la creación literaria, no se ciñe a los límites entre los géneros, sino también entre disciplinas aparentemente alejadas entre sí. Con Los principios activos el autor acerca el imaginario del mundo de la farmacia, sus símbolos y su lenguaje, a la experiencia poética. El reto de este trabajo consiste en construir un espacio distinto donde el lector pueda encontrarse. Dicho de otro modo, trascender los hábitos y costumbres, los hechos específicos, la intimidad, hasta ámbitos colectivos o universales. Con un estilo claro y vivo, confesional en ocasiones, Guerrero pone en evidencia que no hay ciencia ni materia que pueda escapar de la poesía.
"¿Hay algo peor que un abandono inesperado? Sí, que te dejen justo antes de Navidad.
La vida de Elena se va al garete cuando Marcos, su novio de toda la vida, su gran amor, le suelta aquello de que «tiene dudas» y que «necesita un tiempo» y que «por favor, no le odie».
Elena ignora por completo las razones de la marcha de su pareja y, además, él elige la peor fecha posible: el día antes de Nochebuena. Elena se enfrenta a las cenas familiares, los especiales de Nochevieja y a rehacer su vida con una sola obsesión: averiguar los motivos de la marcha de Marcos. Y si para eso tiene que convertirse en detective de la vida de su ex, lo hará.
Esas Navidades nefastas son el anticipo del año de mierda que le espera a Elena, una lucha titánica por pagar el alquiler, encontrar un trabajo medio decente y, lo más difícil todavía, encontrar dónde puñetas está su sitio ahora que todos sus planes de futuro han saltado por los aires.
La ilustración de cubierta es obra de Lola Castillo.
‘Encadenados’ es una sucesión de textos, agrupados en diecisiete secciones, que comparten un mismo comienzo cada uno. Los cinco escritores publican el resultado de un juego que consiste en que cada uno de ellos ha escrito un cuento que empieza con una frase idéntica. La brevedad y la reiteración son las únicas normas.
El libro forma parte de la colección Biblioteca Vélez de Guevara, y ha sido prologado por Vicente Mazón. La cordobesa Lola Castillo – una retrospectiva de cuya obra se expone en el museo de Écija – firma las ilustraciones del volumen.
En los veintitrés cuentos que componen este volumen, Ana Fabregat se sumerge en el universo imaginario y emocional de la infancia y de la adolescencia. Los abismos, miedos e inquietudes de los protagonistas de estos relatos, en su mayoría seres frágiles y vulnerables, son reflejados con pericia y delicadeza, donde no solo es relevante lo que se muestra sino también lo que se oculta al lector.