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Hay vestigios de que estas tierras han estado habitadas desde la época de los celtíberos, pero fue en la Edad Media, tras la reconquista de la zona a los árabes, cuando se asentó en torno a una gran charca que servía como abrevadero, en lo que hoy es la plaza del Charco, el primer grupo de humanos que dio origen a nuestro pueblo, dependiendo desde un principio del condado y más tarde ducado de Medinaceli.
Lugar de paso y cruce de caminos, con el pasar de los siglos, el pueblo fue adquiriendo una importancia económica que se fue afianzando hasta llegar, en el siglo XVIII, a solicitar al Rey la prerrogativa de poder ser Villa con jurisdicción propia, privilegio que le fue concedido mediante Cedula de Carlos III de Borbón, extendida el año 1769, en la que concedía a Maranchón el título de Villa, eximiéndola desde entonces de la jurisdicción de Medinaceli.
La Villa, ya con jurisdicción propia, coloco una horca en el Cerro del Llano (hoy Altollano) y una Picota con una cruz de hierro y cuatro escarpias en Las Heras. Años más tarde, en 1808, mediante Privilegio de Carlos IV, le fue concedida prerrogativa para celebrar mercado semanal los viernes, y gran feria anual del 8 al 12 de septiembre.
A partir de ese momento, el crecimiento y desarrollo económico y social de Maranchón se hizo imparable. La trata del ganado, principalmente el mular, se convirtió en la base de su economía, y el deambular de los maranchoneros cerrando tratos por toda España supuso una prospera empresa y el reconocimiento de estos a nivel nacional. La Feria anual de septiembre era una de las más concurridas de Castilla.
El enriquecimiento del pueblo trajo consigo, en el periodo que va de mediados del siglo XIX a primeros del XX, la construcción de numerosas viviendas, modernas, con varios pisos, patios, grandes portadas, balconeras, todo ello con gran suntuosidad en su decoración tanto exterior como interior. Otras construcciones fueron la Plaza de Toros (1915), la Casa Consistorial (1864), la Torre del Reloj anexa a esta última y la remodelación de la ermita de Nuestra Señora de los Olmos.
A esta época de esplendor y desarrollo le siguió un periodo de pérdida de todo lo conseguido hasta el momento, que fue mermando la vida, la actividad económica y casi todo lo que algún día fue.
Pero…
...los que aquí nacimos o adoptamos esta tierra como nuestra, no nos resignamos a aceptar lo que el destino tiene previsto, e intentaremos doblegarlo para conseguir que llegue a ser lo que antaño fue.
Para ampliar la información sobre nuestro pueblo os recomendamos el libro:
Maranchón (mi pueblo)
Autor: Nicanor Fraile García.
Editorial: Gráficas Ruiz Polo
ISBN: 84-605-0822-6