El libro desarrolla su potencia significante desde el formato de la carta y en su conceptualidad documental. El trabajo de archivo, así, dispara los sentidos del cuento y fungen como puerta de entrada para su lectura e interpretación.

La carta, como manifestación concreta de una modalidad discursiva particular, vuelve necesaria entonces la digresión y la puesta en perspectiva de los elementos textuales, a la vez que concreta materialmente su procedimentalidad desde el contenido mismo.

Tiene que ver todo con una mitología personal. Cuando era chico, no fue con libros que sentí el llamado a la acción literario, o en principio escriturario. Fue mi abuelo, con su afán por contar cosas, quien me inició en el afán por narrar. Correspondencia recoge algunos elementos de ese universo significativo que en la familia se vienen transmitiendo desde hace algunas generaciones, con sus selvas misioneras y nombres propias, mientras al mismo tiempo introduce las divergencias que demanda el hecho estético.

El otro astro en la constelación es Manuel Puig. Quienes se hayan adentrado en su literatura deberían poder reconocer el origen del artificio sin muchas dificultades, pese a no estar tan magistralmente desarrollado a como lo haría él. No pretendí, sin embargo, ofrecer una imitación de Puig, cosa por lo demás imposible; el objetivo de Correspondencia está en el juego simbólico y discursivo de la naturaleza formal de la carta, que nadie como este escritor pudo iluminar hasta su llegada.