Este pasado 23 de abril se desarrolló en todo el país la marcha federal universitaria. Sus motivos y sus consignas ya no son desconocidos para nadie, porque el reclamo no inició ni terminó ahora. La universidad pública está en peligro, pero si algo pudimos ver en las calles es la inestimable voluntad del pueblo argentino por defender esta fundamental institución.

Pese a las proclamas de algunos, aún así, hoy no hubo quórum en la cámara de diputados de la nación para discutir la emergencia presupuestaria de las universidades, en tanto la UCR, LLA y el PRO no se presentaron a sesionar. Franja Morada, funcionarios dirigentes como De Loredo y compañía, mientras tanto, vuelven a agasajarnos con traición a la patria y siguen demostrando que poco y nada les preocupa la lucha estudiantil, sino que todo es y será para ellos una gran farsa mediática que pagamos costosamente entre todos.

El resto del movimiento (el verdadero movimiento, este que copó las calles sin miedo de gritar y convocar a Luis Caputo a las plazas) nos demostró que la lucha, como quiere instalar el gobierno, no está terminada. El día martes hicimos de un momento oscuro y de un reclamo que no deberíamos estar haciendo un momento de encuentro, un momento de fiesta, y un momento de reivindicación de todo lo que nos hace grandes. Demostramos, en definitiva, que no somos un país egoísta, y que existe una ciudadanía que estudia, que quiere estudiar, y que va a seguir estudiando.

Los libertarios, los macristas, los radicales, y todos quienes pregonan la falsa erudición del oficialismo quizá no lo vean, pero eligieron al peor enemigo que podrían haber declarado; ese monstruo que nunca se queda del todo dormido y que siempre descansa bajo el resguardo de las naciones: los estudiantes, que hoy están más despiertos que nunca y que no vamos a permitir que Javier Milei ni que nadie se lleven por delante a la mayor herramienta democrática del gran pueblo Argentino.

La universidad pública no se vende, se defiende.