por Alejandro Kosak
publicado el 10/06/23
Narrativa breve
Entre Avellaneda y constitución se quedó en el tiempo la casa de Don Tomasso de Lucca, inmigrante italiano dedicado a la luthería cuyo hijo fue llevado a guerrear una guerra injusta allá por el ochenta y dos.
Cuando él no volvió, a Tomasso se lo llevó por delante un violenta apoplejía, y al edificio de su hogar no demoraron en apagársele las luces definitivamente.
Quienes pasamos por ahí lo vimos al pobre luthier -o a lo que el tiempo dejó de él- vistiendo blancos de fantasma y con una foto vieja encima que ya es parte de su esencia; la última imágen del primogénito. A eso de las nueve y cuarenta y dos, el momento original y lejano en el que fue conocida la fatal crónica, se escucha desde bien adentro de los muros una lágrima rota de cuerdas y madera.
Son los violines, que ya no cantan alegrías ni entonan azares. Son los violines que recuerdan con amor empolvado al amigo muerto y al muerto que no los volverá a afinar.
Estudiante de letras y proyecto de escritor. Es parte del colectivo de escritores Letras&Poesía, integrante del comité editorial de la Revista Rabiosa y miembro del Centro de Estudios Teórico Literarios (CEDINTEL). A veces se olvida de respirar.
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