“El análisis científico, cuando es capaz de sacar a la luz lo que

hace que la obra de arte se vuelva necesaria, es decir la fórmula informadora,

el principio generador, la razón de ser, proporciona a la experiencia artística,

y al goce que la acompaña, su mejor justificación, su más rico alimento”

Pierre Bourdieu; “Preámbulo” en Las reglas del arte; pp 14

El año es 1986. Las tensiones de la guerra fría se extienden a lo largo del mundo y en un rincón de Estados Unidos, Frank Miller propone una nueva mirada no sólo a uno de los personajes más importantes y emblemáticos de la historia, sino una aproximación radicalmente distinta al conflicto que gobierna la vida de millones y al medio mismo del cómic. En Batman: The Dark Knight Returns, un Bruce Wayne envejecido decide regresar a la vida heroica luego de observar cómo su ciudad -y el globo entero- se sumergen una vez más en el caos, sólo para encontrarse un panorama trastornado por el surgir de amenazas novedosas y disputas ante las que el héroe deberá tomar nuevas posturas y partidos.

El clima que se siente a lo largo del país, por tanto, ya no es el mismo. Los movimientos políticos del gobierno, las luchas internas que se libran hacia adentro de la ciudad de Gotham y la vejez propia obligan a Batman a practicar un camino diferente, un camino que le valdrá conflictos y alianzas entre todos los agentes de esta dinámica oscura. Así, en este contexto donde el cambio es a la vez necesario para la supervivencia y el objetivo final de cada lucha, el murciélago deberá encarar, como fuerza antagónica, a su antiguo amigo y colega, Superman -quien ahora es portavoz de toda sus posiciones contrarias- en un enfrentamiento legendario tanto por lo anecdótico como por lo simbólico.