Mundialización y derechos humanos

1 Ambigüedad de los derechos humanos

La “moral”, la ética, son términos indistintamente utilizados en nuestras sociedades para emitir juicios sobre comportamientos personales, sociales o políticos. El abuso de la palabra, la creación de comisiones de éticas señala precisamente la grave crisis de orientación de la acción humana en que nos hallamos inmersos. El fin del la tercera guerra mundial ha dejado un vacio de tal envargadura que parece que nos encontremos en un barco a la deriva. En este naufragio los vencedores hacen diferentes propuestas éticas: Unos creen que ha llegado la hora de las religiones, otros del rescate de los valores propios de cada cultura para iniciar un verdadero diálogo intercultural y pacífico y otros más del retorno a la verdadera ilustración para realizar los ideales de tolerancia y respeto mutuo. En la cultura política occidental predomina de momento esta última propuesta. En general se trata de universalizar los derechos humanos que se suelen justificar a bien a través de algún remedo kantiano. (Imperativo categórico, ética dialógica ) o recurso utilitarista (el invento menos malo). Entre los perdedores, las grandes mayorías de la humanidad, se hecha en falta sobretodo una columna vertebral, una fuerza o movimiento que a medio plazo pueda propiciar una respuesta a sus necesidades más inmediatas: comer, trabajar, beber, respirar...Se suelen proponer algunas éticas trágicas, hay que resistir hasta la inmolación: los héroees trágicos actúan con entera resolución sabiendo que su causa merece la inmolación de todas las ventajas. En cualquier caso predomina un escepticismo, sino cinismo, frente a la cacareada propuesta de las democracias occidentales y sus organismos internacionales: La ética de los derechos humanos. Pero lo interesante es que no se critica tanto los derechos humanos en sí, soretodo si se integran los derechos de segunda generación (derechos económico sociales) y de tercera (ecológicos y culturales) cuanto el doble rasero y la jerarquía que establecen los países ricos en referencia a ellos.

La primera dificultad que encontramos es que de hecho, cuando los pueblos oprimidos reclaman su dignidad e independencia nadie acude a garantizar sus derechos. La defensa de los derechos humanos suele ser el justificante de las intervenciones humanitarias. En el peor de los casos, se trata de movimientos de las grandes potencias para conseguir ventajas estratégicas e intensificar su presencia en las zonas afectadas y en el mejor de una colaboración generosa de personas de buena fe que no logran incidir en las verdaderas causas del sufrimiento y la opresión. Sibilinamente se suele presentar la ética de los derechos humanos como la virtud arístotélica del punto medio entre los dos extremos: el nazismo y el estalinismo. Pero no hay punto medio, ni más inocentes que las víctimas del horror. El holocausto nazi,el Gulag slaliniano y el teror atómico sobre Hiroshima son, los tres, obra y efecto de las puntas más altas de la civilización euroamericana. Se da la circunstancia de que el Holocausto nazi se produce en el país más culto de la Europa de la época. El gulag staliniano coincide con el momento más alto de la cultura alternativa, de la cultura popular, del desarrollo civilizador de un Estado que estaba saliendo de siglos de atraso. Como hoy es un tópico muy repetido por los vencedores de la guerra fría destacar la victoria sobre el mal (facismo, estalinismo) y esconder o disminuir el propio no está de más insistir en la culpabilidad propia. Para muestra un botón: la sentencia del tribunal Russell ante la masacre de Vietnam:

“Hay que decirlo porque es la verdad, en el plano de la política internacional los norteamericanos tienen el mismo desprecio del derecho y el mismo culto a la fuerza que tenían los nazis. El arbitrario culto de la fuerza que se está imponiendo secubre ahora con el velo hipócrita de una mística democrática sobre la misión de este pueblo. Pero no hay que olvidar que los jueces que juzgaron en Nuremberg los crímenes nazis contra la humanidad consideraron un cargo contra los acusados el haber disfrazado sus planes de agresión y e conquista bajo el manto de una misión y de un destino histórico que cumplir. De modo que aquellos jueces nos han dado argumentos para nuestro propio juicio”.[1] ¨Como es posible tanto horror? Cómo es posible que tan pocos levantaran la voz ante tanto horror tan próximo?. Se suele Discutir sobre si hay un abismo entre estos actos de barbarie producidos por la civilizacion mas refinada y todo otro acto de barbarie. En suavización de occidente se dice que la naturaleza es la misma, que lo único es que ahora la técnica se ha desarrollado de tal modo que permite precisamente matanzas asépticas. Evidentemente es un facto a tener en cuenta.Pero es este el factor crucial? Otro hablaran de la fe en las ideas como explicación de un fanatismo que no está dispuesto a tolerar la realidad. Algo parece sin embargo obvio y proio de la barbarie occidental e ilustrada: el número de los asesinados sin compasión alguna,de forma inmisericorde y la frialdad y hasta la asepsia con que fueron llevados a cabo los actos de barbarie. Y que estos actos debarbarie estuvieron relacionados con los que se creian las puntas mas elevadas de la cultura mundial, delos que se han considerado superiores. Se ha repetido que el nazismo, el estalinismo y el americanismo prodcen analfabetos funcionales. Explicación falsa. Opera como un exhorcismo: los bárbaros son los otros, los incultos o los que se ponen a la cultura. La primera tesis que queremos defender es que para una fundamentación universal de los derechos humanos es imprescindible desarrollar una culpabilidad sana, una respnsabilidad de todos. Algunos de los desarrollos filosóficos de Levinás y Zubiri pueden ser aquí decisivos.

La segunda gran dificultad proviene de la vinculación de los derechos humanos con el pensamiento ilustrado. Desprender los derechos humanos de su fundamentación ilustrada sería la primera tarea para que estos derechos pudieran ser efectivamente un arma liberadora. Es nuestra segunda tesis. Es ya tópico explicar como para los griegos la humanidad se identifica con la humanidad que tiene logos y que es capaz de constituir una sociedad civil. El bárbaro es el extranjero, el inferior. Sus rasgos más destacables son la crueldad, el primitivismo, la ferocidad, la bestialidad, la incapacidad para un uso pleno de la razón. Sin embargo, con una versión más sofisticada la ilustración mantuvo el mismo esquema. Aunque hoy connotados pensadores y filósofos reivindiquen un retorno a la ilustración como único medio de salir de la crisis de la razón, el auge de los nacionalismos y el crecimiento de la intolerancia es más que dudoso que el pensamiento ilustrado vaya mucho más allá del esquema aristotélico. Para empezar ya es bastante sospechoso que el gran siglo de las luces es también el siglo de la esclavitud por autonomasia, el siglo de la sobreexplotación de los negros en las colonias bajo la mirada cómplice o el silencio de la mayoría de los pensadores y economistas ilustrados. El concepto de tolerancia elaborado por los ilustrados europeos revela desde el primer momento su etnocentrismo pues siempre se considera al otro (asiático, africano, latinoamericano) como alguien al que hay que educar. “Todos los economistas clásicos desde Smith a Marx se han quedado en este tema por detrás de la reflexión de Bartolomé de las Casas”[2]El mismo Marx legitima la colonización inglesa de la India con estos vrsos de Goethe:

¿Quién lamenta los estragos

si los frutos son placeres?

¿No aplastó miles de seres

Tamerlán en su reinado?[3]

A muy pocos liberales ilustrados se les ocurrió atacar la exclusión de los extranjeros y la subordinación de las colonias a la metrópoli. Como máximo se ponía en tela de juicio el tipo de administración existente pero nunca el colonialismo como sistema.

La ilustración sustituye la vieja teoría aristotélica de la esclavitud natural por una teoría del desarrollo que coloca a los pueblos en una hipotética linea ascendente esto hace que frente a las luchas anticoloniales sólo se acepten o bien razones estrictamente mercantiles (porque en las colonias se pierde dinero es mejor emanciparlas) o que se reconozca el derecho a la independencia de las colonias pobladas por emigrantes europeos (vanadá, Norteamérica, Australia). El doble rasero para juzgar comportamientos y hacer propuestas en casa y fuera.

La ilustración en general mantuvo siempre un un doble rasero para juzgar comportamientos y hacer propuestas socioeconómicas en casa y fuera de casa. En general los teóricos ilustrados chocan con dos grandes obstáculos: la justificación del propio colonialismo frente a los intereses de las otras naciones europeas vecinas y la legitimación jurídico’política de la dependencia del colonizado en el marco de doctrinas universalistas que postulan la igualdad y la libertad. Normalmente se acaba siempre postulandoalgun tipode naciolnalismo como necesidad histórica, dejando el universalismo teorico, el que postula la igualdad y la libertad para mas adelante, para cuando hay habido un desarrollo efectivo de los otros pueblos.

La tercera gran dificultad estriba en que nos encontramos en una única sociedad mundial y sin embargo los instrumentos políticos de esta única sociedad mundial están completamente fragmentados. Fuera de los marcos del Estado-nación y de algunas entidades supranacionales la obligación, la responsabilidad y el derecho es abandonado a la decisión voluntaria y a la solidaridad. Las instituciones mundiales hoy existentes como más poder tienen menos democráticas son y los estados que suelen defender estos derechos en su interior, los atropellan contiuamente fuera de él. Los insrumentos coercitivos para cumplir los derechos humanos siguen estando en manos de los Estados pero todo aquello que afecta la vida más cotidiana de la gente depende cada vez menos de su estado y de su gobierno. Cualquier nímia decisión comercial de la comunidad económica europea, por ejemplo, afecta más a los Nicaragüenses que una reforma constitucional en el propio estado. Sólo en instituciones mundiales mínimamente democráticas (según la democracia más anodina) podría quizá hacerse una utilización menos ideológica de los derechos humanos. Es la tercera tesis que queremos exponer.

2. Inocencia culpable. Responsabilidad de todos.

Practicamente hasta nuestro siglo se ha asociado la barbarie a las pasiones desordenadas, a lo primitivo, a lo biológico a lo inculto y al atraso. Sin embargo hoy constatamos que el mayor horror está en el centro de la “civilización”, en los países más desarrollados. Tanto en el nazismo, como en el estalinismo y el americanismo las decisiones bárbaras se han tomado con conciencia de los resultados, con conocimiento de causa y a sabienda de que el número de muertos iba a ser aplastante. Según los vencedores de turno claro está que el auténtico bárbaro es siempre el otro. la barbarie del otro justifica la propia. Se ha intentado explicar de muchas maneras el infierno creado por los hombres (las mujeres no han tenido tanto que ver) del siglo XX. Ciertamente algunas de ellas hay que tenerlas en cuenta. Por ejemplo es cierto que la transformación en fuerzas de destrucción de las fuerzas productivas que el hombre ha creado permite matar a gran escala sin apenas esfuerzo físico. Pasar de imaginar a matar al otro ha quedado reducido a la mínima expresión. Los pilotos que lanzan sus misiles no ven los ojos de las víctimas. Pero esto solo explica la posibilidad técnica de un ensañamiento a gran escala. Explicar el mal es siempre justificarlo. No hay más inocentes que las vícitmas. Pero es muy difícil mantener una culpabilidad sana y mucho más conservar la memoria histórica. Hace poco leí un ejemplo conmovedor. Jenninger[4]: que en 1988 era presidente del parlamento Alemán recordó en el 50 aniversario de la noche de los cuchillos negros que la mayoría de la población alemana se había comportado por lo general de forma pasiva; que no hubo rebelión ni ninguna resistencia importante en la opinión pública, a pesar de que todos veían lo que estaba ocurriendo. Que las iglesias callaron. ¿Por qué en aquellas condiciones, sabiendo lo esencial de lo que estaba ocurriendo nadie se opuso al genocidio? Eran las preguntas que lanzaba el democrata cristiano Jenninguer. Jenninguer recordó que las autoridades nazis no consiguieron poner en práctica el programa de eutanasa contra disminuidos físicos y psíquicos tal como lo habían planificado , porque este programa chocó con la resistencia de los parietes afectados y particularmente con la resistencia de las iglesias, mientras que en cambio los judios fueron abandonados.

Pues bien, Jenninguer, a raíz del discurso y con un historial político impoluto (muy extraño en la Europa de finales del siglo XX) fue obligado a dimitir. Fue atacado indistintamente por la derecha, el centro y la izquierda. Sin embargo creo que no debe extrañarnos. Nos molesta siempre la diafanidad de la verdad y esta además suele estar siempre suele estar por debajo de los pactos, acuerdos y cabildeos políticos que suelen borrar la huella de la historia. Probablemente el discurso de Jenninguer molestó tanto porque recordó que nadie está libre de culpa. pero a diferencia de los fariseos todo el mundo se apresuró a lanzar la primera piedra. No es sólo que en Alemania no se puedan llamar las cosas por su nombre. No es un problema aleman. Hoy vivimos en el mundo la misma historia. Las mujeres y hombres de los países ricos saben lo que está pasando en los países pobres pero no se quiere aceptar responsabilidad alguna.

la gran lección del siglo XX es que un pueblo civil formado en el férvido florecimiento cultural de Weimar siguió a un histrión. Que en nombre de la democracia y del socialismo se han impuesto los métodos más bárbaros. Impresionantes y reales las palabras de Nadiezhda Mandelstam. “Ahora resulta que en mi país no hubo ni un solo stalinista y que todos luchaban valientemente. Yo puedo testificar que entre mis amigos no luchó nadie. La gente intentaba simplemente pasar desapercibida. La gente más valiosa, la que no había perdido completamente la conciencia se comportaba precisamente así. Para eso hacía falta tener auténtico valor.”[5]. Así ocurrió. Así está ocurriendo en los grandes campos de concentración de los países pobres. Esta es la perenne verdad que hay que repetir. Levinas no considera a la ilustración, ni en general a la metafísica occidental inocene y ajena de la barbarie real. La historia de la metafísica occidental no sería sino la expresión de una ontología incapaz de respetar la radical alteridad del otro, en la medida en que no es capaz de ir más allá de los límites de la voluntad individual o de la argumentación. Para Levinás la subjetividad del sujeto ya no es su libertad frente a las cosas sino su sujeción a todo. El “yo quiero” y el “yo argumento” pasa a ser susceptibilidad, vulnerabilidad y sensibilidad. El yo no está lanzado sobre las cosas para dominarlas y poseerlas, no es esencialmente agresión y violencia. Al contrario, su existencia está orientada por la responsabilidad hacia el otro. Soy responsable del otro antes de saber quien es, independientemente de ser un sujeto activo en la causa de su situación. El rostro nos hace responsables del otro antes de cualquier vínculo con él, antes de cualquier pacto, consentimiento u acto de habla. Zubiri dará fuerza y rigor filosófico a algunos de los desarrollos de Levinas. Más allá de la hipotética razón ilustrada señalará que la apertura originaria es la del sentir humano a la realidad, realidad que es sinónimo de alteridad, pero donde la alteridad de los otros no tiene ningún privilegio respecto a la alteridad de las cosas. Toda razón que niegue esta alteridad originaria es irracional y culpable.

3. Postmodernidad liberadora.

La culminación de los procesos de colonización, la tecnología y los efectos ecológicos, por citar los factores más evidentes, han estructurado mundialmente las formas de vida[6], han unificado el planeta,[7] y sin embargo nunca había parecido tan difícil, oscuro y penoso fundamentar o encontrar “algo” que pueda dar una cierta firmeza a cualquier propuesta ética mundial. A ello no es ajeno un pensamiento ilustrado que de algún modo sigue justificando la visión desarrollista de la civilización euroamericana. No deja de ser curioso que si distinguimos respecto a las posibles consecuencias de las acciones humanas un ámbito cercano (vecindad, barrio), un ámbito más o menos próximo (nación) y un ámbito mundial (humanidad en su conjunto). Mientras los dos primeros ámbitos están poblados de códigos morales, en el ámbito mundial, más vital y decisivo que los otros, rige un total “laissez faire”[8]. Se moralizan exhaustivamente las acciones más irrelevantes y ni siquiera se perciben las más aplastantes. Es la permanente estrategia del poder[9]. No es extraño que justo cuando constituimos un solo mundo es cuando más se popularizan los esfuerzos filosóficos de “desfundamentación”[10] y la idea de inconmensurabilidad e incomunicabilidad cultural.

Uno de los handicaps que mantiene el pensamiento ilustrado, incluso el más progresista es el de pensar la acción en términos de intencionalidad y de razón. Todas las explicaciones racionales de la acción son creadas, inventadas; y si no falsas sí que difícilmente pueden llegar a dar cuenta del último motivo de la acción. En cambio la acción misma tiene la irrecusabilidad y universalidad de lo hecho, y además es el estrato más aprehensible de la realidad humana.[11] Antes del sujeto, antes de la intersubjetividad, se encuentra el interregno de las acciones humanas.[12] Al situarnos en este ámbito accional y no en un horizonte conciencial todo gana una nueva luz. En el análisis de la acción ya nos movemos en tierras movedizas, y siempre son mejorables. Pero partimos de hechos, actos, que por su propia índole son aprehendibles para cualquiera. Partimos de aquello más firme y menos incuestionable: los “hechos fácticos”, y no de perspectivas e interpretaciones infinitas. No tenemos que echar previamente mano de ninguna teoría, simplemente tenemos que esforzarnos para describir la acción humana.[13]

Esto es decisivo para nuestro tema: para que haya ética no es necesario el lenguaje, ni la conciencia, ni el sentido, basta esta apertura del sentir humano. Aún sin lenguaje y sin la sustantivación de la conciencia se puede hablar en un sentido elemental de persona y libertad si no entendemos por persona más que la apertura a la propia realidad de las acciones[14] y por libertad más que la inconclusión de las tendencias, el hecho de que las acciones humanas no están exclusivamente determinadas por el contenido de las cosas.[15] Por este momento de indeterminación o apertura de la acción humana es en ella misma donde encontramos una comunicación radical entre las cosas, los demás y yo mismo. Los otros están presentes en mis acciones antes de que tenga conciencia de ellos. Cuando tenemos conciencia del otro, antes incluso de su epifanía y de su rostro[16], ya los otros estaban presentes estructurando las acciones, es decir mis aprehensiones sentientes, mis sentimientos y mis voliciones; decidiendo al mismo tiempo a qué cosas tenemos acceso y a qué cosas no. Mi acción es humana y moral antes de cualquier intencionalidad, por la mera actualización física de los demás en mi acción. Es justo el polo opuesto del concepto patriarcal de dueño y señor de sí mismo, de la creación moderna del sujeto monádico y libre.

Esta actualización de los otros tiene un carácter de fuerza y de poder. Los demás delimitan las cosas a las que accedo, intervienen, insertan, dirigen y modulan mi acción.[17] Los medios de comunicación, los vínculos comerciales y financieros, el trato con la naturaleza, impone una actualidad de los otros en las propias acciones, aún sin darnos cuenta.[18] Es por ello que de la intervención de los demás y del acceso que nos permitan a las cosas depende primariamente el bien y el mal: el dolor o el placer de los diferentes sentires, los sentimientos de gusto y de disgusto, y las respuestas positivas o aversivas. No todo dolor, disgusto y aversión es necesariamente malo ni todo placer es necesariamente bueno[19], todo ello está abierto a una ulterior valoración, pero esta actualización primaria de los otros en la acción es lo moralmente más relevante. Ella determinará de forma bastante definitiva mi bienestar o mi malestar en el mundo. Al no considerar la moral como una dimensión añadida a la acción, el mal pierde su vaporosidad y problemas como el sufrimiento, el disgusto y la aversión pasan al primer plano. Se muestra además la falacia de toda separación radical entre ética y política. La violencia se halla primariamente inscrita en el acceso que nos permitan o nos nieguen los demás a las cosas, en su actualidad en mis acciones.

Lo que no encontramos en el análisis de la acción es la dimensión representativa y creativa o direccional del lenguaje.[20] Encontramos eso si, su dimensión pragmática. El lenguaje no es una realidad puramente intelectiva sino que se sustenta en habitudes sociales, en una forma de vida.[21] Toda significación presupone la actualidad en mis acciones y habitudes. El juego lingüístico no puede separarse de la forma de vida en la que se ha incrustado, de la corporeidad y expresión de los otros en mis acciones.

La acción nos permite de un modo muy preciso tematizar la corporeidad humana mundial y su necesaria heterogeneidad. No apelamos a ninguna utopía cosmopolita, a ninguna línea de desarrollo ni a ninguna universalidad formal que haga de instancia critica ideal y utópica. Únicamente afirmamos que nuestra acción, incluso la mas nimia, está estructurada mundialmente, y que el actual sistema de acciones mundial, “la comunidad real de comunicación”, necesita de la marginación y de la exclusión. La comunicación lingüística, el sentido, el diálogo llegan muy tarde respecto al lugar donde se juega realmente la partida moral. Es más podría muy bien ser que la logificación y entificación de la moral[22] nos impidiera una y otra vez descubrir cómo buena parte de los tabúes, prohibiciones, obligaciones, afirmaciones y juicios morales están montados sobre un sistema de habitudes o formas de vida estructurados hoy mundialmente.

Desde este plano radical podemos afirmar que tanto la perspectiva fragmentaria y puramente interpretativa que alienta la filosofía de Rorty como el universalismo de Apel pueden ser un instrumento excelente para ocultar los vínculos reales de explotación y marginación de la sociedad humana en su conjunto. Por una lado Rorty es demasiado poco relativista al dar por supuesto el egoísmo del “yo quiero” y por otro lo es demasiado al obviar que hoy por hoy existe una comunicación física y real de todas las realidades humanas del planeta, anterior a toda inconmensurabilidad o incomunicabilidad cultural. Lo mismo cabe decir de Apel. Su universalismo es excesivo en la medida en que carga con concepciones y utopías ilustradas, y es demasiado parco al obviar el universalismo “real”: el de la afectación física de las formas de vida. Apel desatiende el hecho de que “la comunidad real de comunicación” es una comunicación corpórea mundial donde en cada forma de vida están actualizadas las demás y por tanto difumina la responsabilidad mundial apelando a estadios de evolución moral y universos simbólicos diversos.

Las acciones afectan a los otros y nos afectan independientemente de la conciencia, o a pesar precisamente de la conciencia que tengamos de ello. La sujeción de la mujer al varón, del marginado al opulento, del indígena al “desarrollo”, es independiente de la conciencia que tengan de ello. El que se deslinden y desvelen unas determinadas responsabilidades no depende de ninguna apelación a principios, sino de nuestros actos y de las alternativas que podamos crear con ellas a una determinada organización de la acción humana. La ética y el poder van de la mano. “El derecho se encarga luego de perpetuar cuanto pueda unas determinadas posibilidades humanas y unas determinadas relaciones de poder”[23].

Por estar la acción humana abierta a la realidad, esta acción, a diferencia de la acción animal, tiene que fijarse, modularse, estructurarse, apropiarse de posibilidades. La ética y la moral dejan de ser aquí, como dice Hegel irónicamente, los ayudantes de cámara de la acción.[24] Y como disciplina filosófica la ética no es primariamente un capítulo de la antropología, de la metafísica o de la religión sino justamente filosofía primera: análisis y reflexión sobre los actos humanos.

Desaparece con ello un falso dilema que suele polarizar las discusiones éticas: o hay obligaciones morales o hay una total amoralidad.[25]De hecho “ni existen acciones iguales, ni las puede haber.(...) Cualquier acción hecha se hace de una manera completamente única e irrepetible.(...) No queramos ya dar vueltas y más vueltas sobre “el valor moral de nuestras acciones”...Nunca podemos decir “así tendría que actuar todo el mundo en este caso”. En lo referente a toda la cháchara moral de unos sobre otros ha llegado la hora del asco.”[26]. No obstante, es posible reflexionar y hacer un juicio sobe las acciones. Entre una ética compulsiva de “esclavos” que no pueden hacer otra cosa que legitimar sus acciones a través de un cierto código moral[27] y la indiferencia moral cabe reflexionar sobre como diferentes acciones producen diferentes vidas, sociedades, historias y significados.[28]

4. Los derechos humanos en la única sociedad mundial.

La revolución francesa aparentemente suprimió el etnocentrismo europeo. Los constituyentes partidarios de las libertades individuales y de la igualdad ante la ley proclaman en el artículo 1º de la Declaración universal de los derechos humanos que “los hombres nacen libres e iguales en derechos”. Sólo una minoría de los constituyentes piensa que esta igauldad debe también extenderse a los hombres de raza amarilla y negra. Tras cinco años de intensos debates, el 4 de febrero de 1794, por fín, la Convención suprime la esclavitud...!pero mantiene el sistema olonial! El manifiesto comunista de 1848 distingue cuidadosamente entre “naciones civilizadas” y “naciones bárbaras”. Aún en 1907 los sindicatos de obreros europeos abogaban “para la formación de los pueblos colonizados para poder acceder a su independencia”[29].

En los ideales de la ilustración se hablaba de la mundialización como una utopia, como reconciliación universal de todos, como creación de un estado mundial. De algún modo el discurso político de los países ricos mantiene el mismo ideal. Cuando los pueblos pobres estén preparados podrán ingresar a la “comunidad” de países civilizados y atenidos a derecho. Sin embargo esto esconde que estamos ya en un solo mundo, en una sola sociedad. Para formar sociedad no es necesario compartir la misma cultura ni un mismo universo simbólico, basta que cualquier miembro de ella esté afectado físicamente por los demás. En este sentido hoy nadie escapa a la afectación de un sólo sistema mundial. Incluso las pocas culturas indígenas autarquicas subsistentes están ecologicamente afectadas. Y esta afectación este inmiscuirse del otro es un hecho independientemente de la conciencia y el universo simbólico del afectado.

El fín de la tercera guerra mundial ha representado para la mayoría de la humnaidad el comienzo de la conciencia de las promesas incumplidas: se acabó la ilusión del socialismo, del trabajo para todos y de la pobreza repartida y se acabó también la esperanza en la ayuda liberal para otra cosa que no sean las armas y las drogas. “Millones de personas en el oriente de Europa , Africa, Asia, América del Sur y América Central han quedado sin ninguna esperanza, sin nada, con la única alternativa de la violencia para sobrevivir , en un mundo en el que, sin embargo, ellos saben que hay de todo.”[30]

La rendición incondicional de la URSS en la tercera guerra mundial no sólo ha representado el final de los ideales e ilusiones de muchas gentes de los países empobrecidos. Para ellos ha representado también la pérdida de una de las pocas posibilidades de supervivencia que en el mundo tienen los que no tienen nada: la de ser considerados realmente como testimonio de las argumentaciones de fuerzas que se combaten en el plano mundial. En un mundo dividido las grandes mayorías de la humanidad eran todavía un pretexto de uno de los poderes contra el otro. Y en este sentido solían recibir alguna ayuda: a veces económica, casi siempre militar.

El nuevo racismo diferencialista de los países ricos se apropia ahora de los argumentos que la antropología y el relativismo cultural habían utilizado en los 60 para defender la diversidad y la diferencia.Se admite que no hay razas aislables, se pasa a explica el comportamiento de los individuos, sus actitudes, no ya a partir de la sangre o de los genes, sino de la pertenencia a culturas históricas. La mezcla de culturas, el mestizaje y la supresión de las distancias culturales traerían como consecuencia la muerte intelectual de la humanidad. Este racismo considera naturales los conflcitos interétnicos cuando no se respeta la irreductible diferencia cultural

Subsiste la división ilustrada entre universalistas, progresistas y modernizadores y particularistas, primitivos y fanáticos como si no fuera un hecho histórico imborrable que la peor barbarie de la humanidad ha emergido de los pueblos “cultos”. . para juzgar el fundamentalismo de los otros hay que tener el coraje de juzgar primero el fundamentalismo de los nuestros. Estamos aprendiendo a tolerar lo intolerable. S pueden poner demasiados ejemplos: Brasil, Centroamérica, Ruanda.....solo pondré dos para mí particularmente relevantes: La Otan y la ONU aplaude los golpes de estado de sus amigos en Rusia y Argelia y luego se atreve a hablar de derechos humanos y legalidad. La ONU pone el grito en el cielo ante la invasión de Kuwait y calla ante Kurdistán, una de las mejores muestras de la hipocresia contemporánea. Cinco años después de la guerra del golfo 500 pueblos kurdos han sido arrasados en Turquia, aliado de la Otan. 200.000 kurdos han sido asesinados. Parece que la repetición diaria de imágenes de barbarie por los medios informativos nos lleva cada vez más a una incomprensión radical de los hechos y sus causas. Se habla de barbarie en brasil, Chechenia, Bosnia, Ruanda, Angola, Argel, pero en general el discurso sigue roto y desarticulado cuando hay que pasar al análisis de las motivaciones como si la enormidad del mundo en un imperio único impidiera el establecimiento de relaciones causales.

En este contexto de una sociedad, una historia y un sistema mundializado es casi un imperativo repensar la unidad y diversidad de los seres humanos. Por un lado nos encontramos con un mundo unificado violentamente que sólo puede subsistir con una heterogeneidad radical (ricos y pobres) en las formas de vida. Por otro lado con un pensamiento cuasi-único que se impone a través del mercado y la comunicación unidireccional mundial por encima de los valores y las reflexiones endógenas. Se trata de una homogeneización cultural que crece al mismo ritmo que la heterogeneidad y diversidad económica. En la única sociedad mundial en la que estamos, nos guste o no, solo puede hablarse de tolerancia y de respeto a la diversidad y a las identidades con un mínimo de sentido siendo intolerables con la miseria y el hambre e irrespetando las diferencias sociales impuestas por el fundamentalismo más peligroso y terrorista de nuestro tiempo: el fundamentalismo del mercado. Sin acabar con este fundamentalismo y sin instituciones mundiales que protejan a las minorías y que recreen y recompongan la creación moderna de los Estados-nación es previsible que vayamos acostumbrándonos a genocidios y expresiones violentas inadmisibles como las de Somalia, Ruanda, Chechenia, Bosnia, Argelia, Chiapas, Guatemala; Brasil, Colombia, Kurdistan[31], Tíbet, el asesinato de inmigrantes despreciados[32] que buscan un trabajo manual en las ciudades Europeas, para citar sólo algunas de las tragedias humanas más recientes.

Las agresiones culturales y los otros fundamentalismos son imparables mientras no se revierta la racionalidad mercantil impuesta mundialmente y su consecuencia más notoria: la creciente diferencia entre pobres y ricos de la misma sociedad mundial.[33] Actualmente la hipocresia más notoria de los países ricos es ver una amenaza en los “inmigrantes”, llamando así solo a los pobres que buscan un trabajo manual fuera de su país de origen cuando vivimos en un mundo de empresas, técnicos, profesionales e intelectuales caracterizados por su movilidad transnacional.

Si los derechos humanos pueden ser algo más que la legitimación y la ideología de los países ricos, dependerá de la resistencia al creciente abismo de desigualdad y de la constitución de una columna vertebral que luche por una ciudadanía planetaria que elimine las sangrantes diferencias económicas y que integra la diversidad cultural del mundo; de la democratización de instituciones mundiales segun el principio más anodino de la democracia: cada persona un voto, del reconocimiento en definitiva del universalismo real y físico de nuestro tiempo: nuestras acciones afectan a la naturaleza y a la humanidad entera. Desde una perspectiva filosófica estos derechos deberán sustentarse en bases muy diversas a las ilustradas, en bases auténticamente universales y sobretodo habrá que jerarquizar estos derechos de forma completamente diversa. Los derechos sociales y económicos de todas las mujeres y hombres del mundo son la condición necesaria para la libertad real de los seres humanos.

[1]Tribunal Russell. Le jugement de Stockholm, París, Gallimard, 1967.

[2] FERNANDEZ, BUEY. La barbarie. Ediciones Paidós. Barcelona. 1995.

[3]

[4]F. BUEY. La barbarie. 191 ss.

[5]N. Mandelstam, Contra toda esperanza, Memorias, Madid, Alianza Editorial, 1984, págs 368

[6] GONZÁLEZ, A “Una sola sociedad mundial” Diakonia. Nicaragua. Junio 95. p. 43

[7] Aunque precisamente la base de esta unificación sea la radical heterogeneidad de las formas de vida la violencia y el conflicto social. Por ello puede ser muy pertinente hablar de lucha de clases mundial, si le quitamos la metafísica que a veces se asocia a este concepto, es decir, la idea de la contradicción y de la clase dominada como germen y potencia de un estadio superior en el desarrollo de la historia.

[8]APEL, O. La transformación de la filosofía. P. Taurus. Vol. II. p 343 ss.

[9]FOUCAULT. Un diálogo sobre el poder. Alianza. 1993.

[10] Véase por ejemplo VATTIMO. En torno a la postmodernidad. Antropos. 1993.

[11]ZUBIRI. Sobre el hombre. p. 288.

[12]GONZÁLEZ, A. Un solo Mundo. Tesis doctoral. 1994. p. 235.

[13]Nos limitaremos aquí a mostrar la radicalización a que Antonio González somete algunas de las categorías centrales del discurso filosófico contemporáneo forzándolas en cierto modo a describir la acción misma y evitando en todo momento que esta descripción nos lleve más allá de ella.

[14]ZUBIRI. Sobre el hombre. p.111.

[15]ZUBIRI. Sobre el sentimiento y la volición. p. 97 ss.

[16]LEVINAS. Totalidad e infinito.

[17] La “expresión” antes que expresión de una interioridad no sería más que la actualización física de los demás en mis acciones. La “enajenación” como momento de la acción y desposeída de toda metafísica sería esta realidad “expresa” de los demás, actualizada en mis acciones GONZÁLEZ. A. Un sólo mundo. pp. 256.-257 y el “cuerpo” o “corporeidad” del organismo humano llegaría hasta allí donde se actualiza físicamente su acción. Se podría hablar hoy de una corporeidad mundial. GONZÁLEZ A. Un sólo mundo. p. 251.

[18]Ibid. p. 287.

[19]Ibid.p. 263

[20]Antonio González distingue tres dimensiones en el lenguaje: Una dimensión representativa, una dimensión direccional o creadora propia de la marcha de la razón hacia lo que las cosas son allende el campo, y una dimensión pragmática, unas habitudes o formas de vida que solamente se adquieren en el trato con los demás y que es prioritaria sobre las otras dos, pues por ella adquiere sentido todo juego lingüístico. Un solo mundo. p. 340

[21] Ibid. 325 ss.

[22]ZUBIRI. Inteligencia y realidad. Op. Cit. Pág. 11 ss.

[23] NIETZSCHE. Aforismos. Barcanova. Barcelona. 1994.

[24] La buena consciencia es hipócrita y vil. Actúa como una criada de la acción. “Nadie es héroe para su ayuda de cámara, pero no porque aquél no sea héroe, sino porque éste es el ayuda de cámara.”. HEGEL. Fenomenología del espíritu. FCE. p. 388

[25]FOUREZ. Liberation ethics. p. 79.

[26]NIETZSCHE. La gaia ciencia. 293. Laia. Barcelona. 1983.

[27]Muchas veces las víctimas del poder se identifican tanto con un determinado código moral que castigan y critican a aquellos que se liberan o intentan liberarse de él.

[28]FOUREZ. Op. Cit. p. 41.

[29] Actas VII Congreso socialista internacional. Bruselas 1908

[30] FERNANDEZ BUEY. La barbarie. pág 230.

[31]Después de la guerra del Golfo Turquía ha destruido más de 500 pueblos. La limpieza Étnica llevada a cabo por Turquía con la complicidad de Occidente no tiene nombre. Irak por su parte ha demolido después de la guerra más de 5000 aldeas curdas. El control de la opinión pública es tal que muy poca gente conoce tan siquiera en Occidente la tragedia de los 30 millones de personas que componen el pueblo Kurdo.

[32] Fernández Buey señalará el doble rasero con que se mide la movilidad social. Mientras los profesionales y los intelectuales son admirados por ella, los pobres se ven como una amenaza.

[33] Véase el interesante capítulo de FERNÁNDEZ BUEY. Invasión cultural y racismo diferencialista. La Barbarie. 1995.