Fundamentación de una ética mundial. Ponencia
Fundamentación zubiriana de una ética mundial.
Intentaré exponer brevemente los recursos que creo que podemos encontrar en Zubiri para fundamentar una ética mundial.
1. Hablar de ética mundial o universal suscita una cierta aprehensión. La postmodernidad desconfía de los universalismos. Ya Nietzsche decía que lo que los filósofos han llamado “fundar la moral” no es más que una forma hábil de defender la creencia en una determinada moral.
2. Por otra parte, al vivir en una sociedad cada vez más globalizada donde el comportamiento de cada uno afecta a los demás sin que muchas veces seamos conscientes de ello parece que hace cada vez más necesario una ética planetaria mínima capaz de orientar la humanidad entera.
-Ya en los años 70 Zubiri sostuvo la tesis de que estábamos conformando una sociedad mundial desde el momento en que no hay ningún grupo o cultura en el que no esté entrometida de manera esencial el resto de la humanidad. Sólo llegamos a ser nosotros mismos por la intervención de los otros. Antes de cualquier relación de persona a persona, antes incluso de realizar cualquier acto de habla, los otros ya están metidos en nuestra vidas.
3. la fundamentación de una ética mundial creo que debería intentar satisfacer al menos 4 condiciones:
1. Tomarse en serio las críticas a la modernidad. Especialmente a la razón moderna.
2. Evitar el etnocentrismo pues se es consciente de que muchos universalismos son falsos, es decir, no hacen más que postular la validez universal de los valores de una determinada cultura.
3. Que no se base en una determinada religión o sistema metafísico pues se considera que dependen de creencias y teorías particulares y que, en consecuencia, solo pueden ofrecer fundamentaciones relativas. Como más liberada sea de equipaje mejor.
4. Que respete la pluralidad de morales existente que no nos confronte a todos con un ideal único y que sea capaz de discriminar entre principios morales distintos.
5. Diferentes propuestas filosóficas pretenden satisfacer estas condiciones:
-Éticas de orientación kantiana como las de Apel y Habermas: Apel considera que la gran ventaja de su ética incluso respecto a Kant es que no tiene que recurrir a doctrinas metafísicas puesto que se basa en la mera reflexión sobre aquellos presupuestos de la argumentación que no se pueden negar sin cometer una contradicción.
-La ética de la liberación de E. Dussel,
Las éticas de la alteridad, de ascendencia fenomenológica, como la de Levinas y Paul Ricoeur
-Algunas corrientes hermenéuticas por el camino de la experiencia y su productividad temporal.
4- ¿Podemos encontrar recursos en Zubiri que satisfagan las cuatro condiciones requeridas? Y de encontrarlos ¿cómo se situaría ante proyectos similares como los que acabamos de señalar?
1.La filosofía zubiriana puede ser enormemente útil en muchas de las esferas en que se dividen los estudios de ética. En ella conviven diversos registros. En la filosofía zubiriana hay recursos para una antropología moral, para una metafísica moral, para diversas éticas aplicadas, pero creo que es el alcance ético de su filosofía primera, de su análisis del acto de intelección, y de su método el que se muestra particularmente apto para satisfacer las condiciones exigidas. Así se muestra en la ética formal real de Diego Gracia y en la ética formal de la justicia de Antonio González.
2. El propósito es el mismo que el de Apel, complementar el necesario recurso a los contextos y a las hermenéuticas morales sin recurrir a una determinada teoría metafísica, antropológica, teológica, o psicológica que le sirva de base.
3. Inspirándome en estas dos éticas y más particularmente en la de A. González, preferiría hablar de una “ética formal de la praxis”. Formal, porque como en ellas no se pretende derivar prescripciones concretas, y de la praxis porque surge del mero análisis de los actos y porque procura tener en cuenta para la fundamentación toda la riqueza del análisis sin acentuar en ella el momento de la aprehensión primordial o el momento racional.
5 Intentando resumir muy provisional y brevemente la riqueza que nos arroja el análisis de una filosofía primera de los actos o una filosofía de la actualización para la constitución de una ética formal de la praxis, habría en primer lugar una serie de caracteres premorales porque en el orden del análisis son anteriores a toda moral concreta. Son los caracteres que tiene nuestra acción cuando la desgajamos del lastre de códigos y rutinas que la modulan.
Entre ellos destacaría su carácter libre y personal: por nuestra apertura a la realidad estamos liberados de la cadena estimúlica animal y su carácter vital: En toda acción gozamos de un bien o de un mal elemental y podría incluso quizás hablarse de una tendencia o interés elemental de cada individuo a maximizar los bienes elementales y minimizar los males.
-Este carácter está en la base de las tradiciones éticas utilitaristas y hedonistas.
En segundo lugar tenemos unos carácteres morales, los que se desprenden de nuestras actuaciones, es decir, las acciones ya fijadas, troqueladas, “moralizadas”, pautadas por un determinado sentido a través de normas, régimenes e instituciones. Los llamamos morales en el sentido de hábitos, costumbres.
-Para Zubiri el más inmoral de los hombres está sometido al yugo de la moral. No hay acción humana alguna que no tenga un carácter moral. Solo el animal es amoral.
- Somos seres corporales, sociales e históricos y es en un cuerpo y en un contexto en el que se conforman nuestras pasiones y sentimientos, nuestra lengua, nuestra conducta, régimen y código moral.
- Para saber cómo tengo que actuar en cada caso concreto no me bastan los principios generales, necesito conocer los factores que intervienen en una situación concreta, la psicología concreta, el peso de la historia, las diferencias culturales, y debo ponderarlos. Es lo que suelen destacar las tradiciones aristotélicas y hermenéuticas.
-Los caracteres morales nos impulsan a tener en cuenta las condiciones situacionales y a hacer uso de la prudencia. A dar respuestas moralmente adecuadas y de compromiso teniendo en cuenta todo tipo de factores concretos y estratégicos: psicología, condiciones políticas, sociales, etc.
Finalmente tenemos unos Carácteres transmorales. Los llamo transmorales porque son actos en los que nos distanciamos más o menos de nuestras actuaciones, de nuestra moral física y concreta. La razón sentiente zubiriana es unas veces preponderantemente teorética y otras veces preponderantemente práctica. La “marcha” o camino de la razón en ambos casos es la misma. La razón teórica parte de la actualización de las cosas en los actos para tratar de establecer que son allende los actos en la realidad del mundo. Y la razón práctica parte de nuestras actuaciones para determinar si son correctas y si hay que modificarlas.
En esta marcha o ejercicio se revela un carácter universal y obligatorio: La de considerar mis prácticas e intereses en el mismo nivel que el de los demás.
Los actos racionales no solo nos impelen a dialogar sino incluso a ponernos en el lugar del otro y compenetrarnos hasta con las generaciones futuras y con los demás seres vivos. Gracias a los actos racionales puedo incluso tratar de entender los propios intereses y categorías desde la perspectiva del otro o incluso a aceptar que el otro puede tener más razón que yo. (Todorov, bartolomé de las casas revela algo de esto)
-Todas las personas pueden, a través de sus actos racionales, ir descubriendo la verdad de sus prácticas y la de los demás.
6 -En el drama El atormentador de sí mismo de P. Terencio, del siglo II a. C., un hombre ya mayor, Cremes, está muy preocupado por su amigo Menedemo que desde hace un tiempo trabaja incansablemente, siendo como es un hombre rico que no tiene necesidad de ello. Cuando le pregunta qué es lo que le sucede para actuar así Menedemo se irrita de su entrometimiento: " A lo que Cremes responde con la divisa que ha caracterizado los humanismos: "Hombre soy, y nada humano me es ajeno. Hazte cuenta que te lo amonesto, o si no, que te lo pregunto, para que si ello es bueno, yo también lo haga, y si no, te lo desaconseje."
En la respuesta de Cremes se revela lo más propio de esos actos: el intento de compenetración y el esfuerzo de universalización que supone estar dispuesto a plantearse si es mejor la actuación del amigo que la suya propia.
-De este dinamismo racional surge precisamente la "regla de oro", tantas veces formulada en diversas religiones y culturas: no puedes querer para otros lo que no quieres para ti.
7. -Es importante subrayar que esta razón práctica no depende del talento como la actividad científica o de este tipo de inteligencia que se mide en los coeficientes intelectuales, sino de la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Esta capacidad puede a veces encontrarse más en personas con deficiencias intelectuales, en personas que sufren o han sufrido que en personas que tienen éxito y que tienen una gran capacidad intelectual.
-Anna Arendt presenta un caso paradigmático. El caso del criminal nazi Adolf Eichmann en 1961. Varios psiquiatras y psicólogos del estado de Israel, que examinaron a Eichmann, testimoniaron en el juicio que "era un hombre normal". H. Arendt entiende que Eichmann, no es una figura demoníaca sino más bien la encarnación de la "ausencia de pensamiento" en el ser humano. Durante el juicio Eichmann repitió varias veces que había estudiado a Kant y la Crítica de la razón práctica y adujo que su conducta se ajustaba al imperativo categórico kantiano hasta que aceptó llevar a cabo "la solución final". Dejó de vivir según los principios de Kant porque ya "no era dueño de sus actos". Para Arendt lo que Eichmann hizo no fue simplemente "abandonar" la fórmula kantiana del imperativo categórico sino deformarla, tergiversarla para convertirla en esta otra: "Obra como si el principio de tus actos fuera el mismo que el de los legisladores o el de las leyes de tu país".
Y es que la parálisis de la razón práctica, la ausencia de un mínimo de compenetración con los otros nos convierte en verdaderos monstruos, tanto más monstruosos cuanto mayor sea el nivel de la inteligencia y el ejercicio de la razón en el plano teórico y científico.
8. En definitiva, la ética de la praxis, a través de los caracteres que descubre en el análisis de los actos pretende constituir un “canon” o medida de las morales concretas, un marco formal de todos los criterios que podamos ir formulando racional e históricamente.
Creo que es una ética que satisface las condiciones exigidas al principio:
-No es etnocéntrica y respeta la pluralidad de morales pero las fuerza también a todas a dejarse cuestionar por las prácticas de los demás.
-No se basa en una religión o una determinada teoría metafísica, sino en un análisis siempre abierto de raigambre fenomenológica.
-Se encaja la crítica de la modernidad a la pretensión de encontrar un lugar neutro donde escaparnos de la historia y del lenguaje, se trata tan solo de remitirnos a un ambito originario donde las tradiciones puedan discutir permanente y libremente para tratar de irse liberando de sus prejuicios.
9. Una perspectiva especialmente importante que nos abre una ética de la praxis es la posibilidad de complementar, también en el nivel de la fundamentación, distintas tradiciones, pues nos proporciona un punto de encuentro o engarce de las mismas.
Como señala Adela lo que sería deseable en el nivel de la fundamentación resulta ya diáfano en las éticas aplicadas: un solo modelo de ética es impotente para orientar las decisiones del mundo político y económico, médico, ecológico etc. Y son estas éticas aplicadas precisamente las que más hacen avanzar una ética global.
Una ética de la praxis nos permite integrar o articular de algún modo las dicotomías éticas clásicas: teológicas / deontológicas, convicción / de la responsabilidad, procedimentalistas / sustancialistas.
El análisis apunta a una posible vertebración entre las tradiciones utilitaristas y hedonistas, vitalistas y en general aquellas que acentúan la importancia de la corporalidad, el sufrimiento y el placer, las éticas hermenéuticas, aristotélicas, y en general aquellas que acentúan la importancia de la propia tradición, la responsabilidad, la prudencia y el contexto y las tradiciones kantianas y en general aquellas que acentúan la importancia de considerar a los demás y a las otras culturas de igual a igual.
Cada uno de los caracteres deslindados en el análisis reivindica sus fueros e "impera" a su modo. Encomendarse a la marcha de la razón desconfiando íntegramente del universo simbólico, los códigos y las actuaciones que pesan sobre nuestra historia personal y colectiva puede fácilmente conducirnos a la desolación, a un universo patológico e invivible. Un mero camino crítico es infecundo mientras una confianza ciega en la tradición conduce a actuaciones y resultados perversos.
10 Una de las Objecciones que puede presentarse a esta ética es que pretende postularse como “coordinadora” de otros intentos filosóficos de fundamentación moral.
1. Podría contestarse que el cordinador en esta ética son los actos mismos en su inmediatez más elemental y que es su análisis, siempre abierto e inacabado, el que nos permite ir contrastando las tradiciones. Justo es reconocer, sin embargo, que depende de un método de ascendencia fenomenológica a la que muchas corrientes son reticentes y cuyo debate es intrincado.
2. Una manera fecunda y no paralizante de responder a la objección es reivindicando también en el nivel de la fundamentación un pluralismo sano dispuesto al diálogo, sin prisas para complementar y anular las diferencias ni para competir con otras perspectivas. Se trata de concurrir a un diálogo que no le tema a las diferencias de enfoque y puntos de partida y cuya única condición sea que no caiga en ningún tipo de fundamentalismo, es decir en una interrupción dogmática.
3. También en el nivel de la fundamentación ha llegado el momento en que aprendamos a convivir diferentes intentos fundamentadores y a aceptar nuestras diferencias como enriquecedoras.
-La discusión de algunas éticas zubirianas con la ética del discurso de Apel ha sido especialmente enriquecedora. En este sentido cabe decir que Apel ha hecho un esfuerzo ejemplar de cotejar su propuesta con otras corrientes y de tomarse en serio las críticas.
11. Finalmente cabe decir que tan o mas importante para la ética de la praxis que la fundamentación de una ética mundial son los esbozos racionales de una ética normativa mínima mundial y el de incorporarse a aquellos proyectos, instituciones y grupos que la favorecen.
1. -La grandeza y dificultad del esbozo es su capacidad para navegar entre dos aguas, la de la exigencia del análisis y la exigencia estratégica de las circunstancias históricas presentes.
-No tienen un valor inmutable y absoluto, pero tampoco son un mero convencionalismo.
-Son construcciones racionales que parten de un imperativo previo, de una obligación inscrita en la mera praxis humana y por tanto tienen un carácter deontológico, normativo, que permanentemente debe contrastarse experiencialmente con la realidad histórico-social en forma de experiencia y mostrar allí su temple y utilidad.
2. -Un ejemplo de estos esbozos son las tablas de los derechos humanos o La jerarquización de los principios morales en bioética.
3. -Es imposible enumerar todos los proyectos, encuentros y conferencias internacionales que buscan elaborar un esbozo de ética mundial o que llevan esta preocupación en el corazón de sus reuniones.
4. -Uno de los que quisiera destacar es el proyecto intercultural de Fornet-Betancourt aquí presente. El tipo de universalidad contextualizada y el trabajo de largo aliento que favorece intentando abrir un espacio de interculturalidad en el que cuestionar nuestras propias culturas en pie de igualdad y curándonos en la medida de lo posible de las asimetrías que crea el poder, casa perfectamente con las intenciones y exigencias de la ética de la praxis.
-Es la experiencia la que nos muestra si estos esbozos sirven efectivamente para guiar determinadas prácticas, si habrá que remodelarlos o habrá que construir esbozos enteramente nuevos para orientarnos en una sociedad que es ya mundial y en los que aparecen problemas para los que las tradiciones no tienen respuesta.