Entrevista radio San Salvador

A qué tradiciones de formación universitaria responden nuestros planes de estudios actuales?

Las corrientes filosóficas que más influencia han tenido en nuestra universidad son la filosofía de la praxis, la filosofía zubiriana de raigambre fenomenológica, la filosofía de la realidad histórica de Ignacio Ellacuría, las filosofías de la liberación latinoamericanas y la teología de la liberación.

¿Cómo definiría Vd. los contextos de la formación universitaria en su región?

Centroamérica es un contexto lastrado por la exclusión de las mayorías de los servicios y la dignidad mínima. El fin de la guerra fría tuvo su particular expresión no sólo en el derrocamiento del muro de Berlín sino en el asesinato de seis profesores de nuestra universidad, entre ellos el rector. El derrumbamiento de la modernidad y de los movimientos de liberación clásica ha llevado a un nihilismo doblemente desesperanzador entre los excluidos y cada día crece más el miedo al pobre. En las universidades ha habido un rechazo de la formación humanística y un aumento de las carreras utilitarias, agravadas por un perfil cientificista que contribuye a colonizar los cerebros y a favorecer una especie de totalitarismo mundial. La privatización de las universidades ha llevado a una grave bajada de la calidad de los estudios.

¿Cuál es a su modo de ver el sentido y la función de la formación universitaria?

Qué habría que cambiar?

Nuestra universidad, está especialmente decidida a realizar un aporte teórico, universitario, para hilvanar alternativas que puedan reducir el sufrimiento y transformar una realidad que cada día se presenta como más insoportable. Creemos que el trabajo universitario en la región es importante para trazar alternativas, autóctonas, consistentes y fundadas y para revertir el planteamiento etnocéntrico que supone considerar que sólo se puede estudiar a fondo en los países ricos mientras que en los pobres lo que hay que hacer es aplicar rápidamente soluciones y responder a la urgencia de los problemas. Estudiar donde hay problemas y conflictos serios podría ser una de las mejores contribuciones a un mundo más justo. La filosofía podría contribuir a búsquedas fundamentales, a huir de los temas manidos de los que acaba hablando todo el mundo sin que signifiquen nada, a tener el valor para enfrentar el problema de la verdad y a dar razones y sinrazones de las cosas. Al menos podría favorecer la sabiduría que siempre ha consistido en la intercomunicación, la erradicación de una pseudocultura superficial desarraigada mediante la computadora y los "mass media" de la vida y el fin de la incultura. Porque sólo chocan las inculturas (por más apariencia de civilizadas que tengan). Las culturas, cuando son culturas, se encuentran.

¿Qué impulsos y perspectivas se podrían sacar de las respuestas a la encuesta mundial para el cambio de nuestros planes de estudios?

Ante todo creo que sería decisivo una perspectiva auténticamente universitaria, es decir verdaderamente universal y no etnocéntrica. En este sentido las universidades del Sur son auténticamente privilegiadas, pues en ellas se palpan los problemas que afectan a las mayorías de la humanidad y lo desadecuado de unos programas que al ser en su mayoría una copia del centro rico no hacen más que perpetuar los problemas. Los planes de estudios deberían incorporar una nueva fe en la indispensable relación maestro-alumno, que es el mejor instrumento para contextualizar los conocimientos y no alejar a la filosofía de la vida. Y quizás las universidades del mundo podrían ser un embrión de una ciudadanía mundial que más que un sueño o una utopía hay que considerar como una injusticia el que no exista.

¿Cómo llevaría Vd. acabo ese posible cambio?

A través de encuentros intercontinentales y mundiales, involucrando instituciones mundiales como la Unesco y tratando de que fueran efectivamente representantes del sentir de las grandes mayorías de la humanidad.

Jordi Corominas, UCA, San Salvador.