El punto de partida para la fundamentación de la moral

Conferencia de Jorge Corominas.

Departamento de filosofía e Historia.

Seminario Zubiri-Ellacuría. UCA. Managua. Junio, 1993.

Pretendo exponer de manera breve las cuestiones claves de las ponencias "Dimensiones de la realidad moral" y "Fundamentos de una ética liberadora" que me gustaría debatir, precisar y en su caso corregir.

Diego Gracia sugiere en Fundamentos de Bioética que hoy no caben más que dos puntos de partida posibles para la fundamentación de la moral: el empirista y el fenomenológico, corriente de la cual sería culminación el pensamiento de Zubiri[1]. Me atrevo a decir que hay un tercer punto de partida posible que apunta Ellacuría en su filosofía de la realidad histórica y que a falta de un nombre mejor y para diferenciarlo de los anteriores llamaría el de la actividad específicamente humana (praxis). Queda abierta la cuestión de si la pretendida superación del análisis fenomenológico por parte de Zubiri no nos lleva de la mano a este tercer punto de partida que sería el propio de toda reflexión sobre la praxis.

Zubiri nos permite caracterizar con rigor que debe entenderse como praxis: No cualquier actividad o función humana sino lo que él explícitamente llama acciones humanas que son propias de la sustantividad entera del hombre (ED 232ss, SH 88ss). Estas acciones no se dan en el vacío sino a partir de los recursos de cosas que la sustantividad encuentra en cada situación (ED 233), y entre estos recursos cabe inscribir la propia naturaleza humana como sistema de dotes (ED 233).

A partir de esta definición parece legítimo calificar el análisis del sentir humano que hace Zubiri como análisis de la praxis: descripción del hecho de la unidad estricta entre intelección y actividad modificadora, y que como tal es exclusivamente humano. En este análisis no se destaca solo que el sentir intelectivo nos instale radicalmente en la realidad, que en la aprehensión primordial se nos muestre de una manera inmediata y radical el carácter físico y real de las cosas y de uno mismo, sino también el carácter activo de este sentir. La inteligencia sentiente además de recibir datos de realidad está abocada a actuar en ella y sobre ella ya sea por el momento de afección de la impresión de realidad o por el momento de imposición.

No se trata de que el sentir humano se haga cargo de la realidad percibiendo primariamente de una manera pasiva la realidad de uno mismo y de las cosas para actuar después sobre ellas, sino más radicalmente dándose cuenta de su interacción con las cosas, dándose cuenta de la realidad de su actividad(SH 340). El sentir es un proceso accional (29 IR) del cual son momentos suyos la suscitación, la modificación tónica y la respuesta (IR 30). Esta unidad quedaría quebrada en el hombre si no aprehendiera los estímulos como realidades (78 IR) "La estructura formal de la intelección sentiente, al determinar la apertura de una formalidad distinta a la meramente sentiente, no rompe la unidad de suscitación, modificación tónica y respuesta del sentir animal" (284 IR). "La lógica, la ética y el arte son tres expresiones de la actualidad primaria de la realidad en la inteligencia, en la voluntad y en el sentimiento temperante del hombre."[2] El hecho radical, por tanto, es que se entreveran en estricta unidad intelección y actividad sentiente.

Es por ello que podemos decir sin ambages que la moral es un hecho físico, real, tan radical como la aprehensión primordial de realidad. A partir de este hecho, o precisamente por él, no puede establecerse ningún principio moral absoluto, so pena de recaer en la falacia naturalista, pero se evita de entrada la falacia idealista y sobretodo lo que Diego Gracia califica de falacia antirealista[3]

Así lo expresa contundentemente Zubiri "No se puede responder a priori cuáles son las verdades que va a encontrar la razón, a pesar de que la inteligencia que la funda consiste en un enfrentamiento primario con la realidad. Lo que sí puede decir la inteligencia es de donde va a sacar su verdad; la contestación es inmediata: de la realidad" (SH 412).

Si los puntos de partida empiristas tienen la virtud de salvarnos de la falacia naturalista y sus posibles dogmatismos y los fenomenológicos de la falacia antirealista, y el imperante decisionismo y convencionalismo, los puntos de partida de la reflexión sobre la praxis tienen la virtud de evitar de raíz la falacia idealista o cualquier introducción subrepticia de ella. Y es que aparte del intelectualismo rechazado con rotundidad por Zubiri y todos sus intérpretes que consiste en asignar a los conceptos la función primaria y radical, el mismo inteleccionismo zubiriano puede ser fácilmente entendido en una dirección intelectualista en la medida en que se lo desgaje de la unidad del sentir humano y se parta del momento intelectivo como del único hecho radical. El que la intelección sea el momento determinante de los otros dos momentos de sentimiento y voluntad, no quita nada a la primariedad de la unidad de aprehensión intelectiva, sentimiento y volición. Esta unidad es un hecho primario y radical. (IS 284)

Partiendo de la aprehensión primordial de realidad como del único hecho radical, no podemos derivar sin más ningún principio ni imperativo categórico universal, ni creo que podamos retrotraer el imperativo kantiano a este ámbito. "Si esto es así, resulta que en Zubiri hay, como en Kant, un factum formal, de carácter imperativo y categórico. Este factum quizás podría formularse así: "Obra de tal manera que te apropies las posibilidades mejores, en orden al logro de tu felicidad y perfección" [...] "La posibilidad pertenece al momento del esbozo y la apropiación a la experiencia pero el imperativo anterior no sólo es previo a ellos, sino también su condición de posibilidad; es en concreto, su sistema de referencia".[4]

En primer lugar porque la actualidad primaria de la realidad en la inteligencia no es de carácter lógico, gramatical o lingüístico, sino que está en relación con las estructuras biopsíquicas de la inteligencia sentiente humana. Es por ello que Zubiri señala el carácter noérgico de la intelección como su carácter primario. Todo decir, juicio o afirmación sobre esta actualidad primaria de la realidad es cuanto menos descripción del hecho radical de la aprehensión primordial de realidad y en consecuencia más o menos provisional.

En segundo lugar porque en la aprehensión primordial no podemos hallar ningún juicio, ninguna máxima a no ser que nos olvidemos del momento de fuerza de imposición de la impresión de realidad. "El juicio no hace sino afirmar lo que en esta primaria fuerza de imposición de realidad me es impresivamente impuesto, y que me fuerza a emitir un juicio". (IR 66) La realidad es primariamente algo físicamente sentido, que se nos impone como tal.

Y en tercer lugar el sistema de referencia no es el campo tal como está actualizado en aprehensión primordial de realidad, sino el campo convertido en medio por el logos. No es pues el sistema de referencia entendido como un imperativo Kantiano ya dado en aprehensión primordial de realidad el que concede validez al razonamiento moral sino la realidad continuamente verificada por el hombre. "La última palabra no la tiene el sistema de conceptos que el hombre emplea, sino la realidad misma. Frente a la realidad misma el hombre tiene que moldear su figura" (SH 434). "Todo proyecto tiene un carácter de constitutiva tentación no por azar, sino porque tiene sus tentáculos en la realidad" (SH 663). La verificación del esbozo por la realidad es siempre parcial ya que el esbozo es una construcción libre que nunca agota la realidad ni es completamente adecuada a ella. Como el esbozo es por necesidad concreto y está determinado individual, social e históricamente, la verdad de la razón también lo es.

Desde el punto de partida de Zubiri: la consideración de la moral como un hecho físico y real, es imposible determinar un criterio definitivo según el cual los esbozos morales y las posibilidades apropiadas puedan considerarse mejores o peores. No tenemos una naturaleza humana previa a nuestro hacernos, ni una ley o formalidad inscrita en nuestra razón. Nunca se acaba de descubrir el conjunto sistemático de posibilidades que los hombres y las cosas son capaces de alumbrar, ni nunca vamos a estar seguros de que no se hayan abortado en el transcurso histórico las mejores posibilidades para el hombre.[5]

Sin embargo esto no lleva a un relativismo radical. Por la instalación radical del hombre en la realidad, instalación prelógica y preconceptual, se niega tanto el relativismo abstracto o escepticismo radical (es decir, la afirmación de la imposibilidad de comparar, valorar y criticar diferentes vivencias éticas como toda ética decisionista o situacionista que toma idealmente a la acción humana como absoluto, sin referirla a la historia, a los dinamismos reales y a los otros, como si la realidad misma al final fuera pura construcción humana.

La aprehensión primordial de realidad nos lanza a experimentar y tantear mediante la razón posibilidades de vida humana. La razón va determinando por tanteo formas viables de ser hombre. No toda realización moral es igualmente posible. Por ejemplo, "una moral completamente ajena a toda complacencia y a todo bienestar es quimérica" (SH 403) y "toda la ciencia y toda la técnica del mundo actual , que son un prodigioso enriquecimiento de la sustantividad humana, ha puesto más en claro la imposibilidad de conseguir el bien del hombre como realidad moral en el dominio técnico del universo". [6] La experiencia, constreñida siempre por las posibilidades históricas, va verificando formas viables de ser hombres o las va desarrollando hasta agotarlas, desecharlas o enriquecerlas con nuevos proyectos. "El hombre al tener que realizarse va haciendo una experiencia de la realidad misma. Esta probación se va ejercitando por todas las rutas individuales, sociales e históricas. Desde este punto de vista, toda diversidad de los individuos en el curso de la vida, sus constitutivos sociales y su despliegue histórico a la altura de los tiempos, son una fabulosa, una gigantesca experiencia moral". (HD 95) Claro está que ningún modo de experiencia tiene la potestad de convertir a la verdad en eterna y absoluta. La razón misma es constitutivamente histórica. Pero es que además el bien humano nunca puede quedar plena, total y definitivamente determinado por la razón porque la realización del hombre implica muchísimas cosas más que lo meramente racional. Muchas dimensiones escapan a la razón. Sólo por las sucesivas realizaciones y fracasos vamos experimentando, comprendiendo que es el bien para el hombre real.

La razón se ve constreñida por el mismo modo "en hacia" de la aprehensión primordial a elaborar el fundamento de la realidad(IR 142), en lo que aquí nos interesa de la realidad moral. Fundamentos que luego intenta verificar (IR 263). Desde esta perspectiva tiene sentido buscar fundamentos cada vez más radicales, globales y definitivos que permitan al hombre orientarse en su hacer humano y en sus particulares condiciones reales: genéticas, psicológicas, económicas, históricas y sociales. "El hombre no va adquiriendo clara conciencia de lo que es la sustantividad como realidad moral, más que en una experiencia histórica [...] El hombre va realizando la experiencia histórica, en muchos casos, de la insostenibilidad de lo que ha creído ser bueno y es malo"[7] y viceversa.

La vertiente universal del análisis del hecho moral que desarrolla Zubiri no es en ningún caso formal."El desarrollo de la moral no significa como Kant pretendía una especie de conservación de forma con cambios de materia, sino que significa algo más hondo: es un cambio real y efectivo de las posibilidades de perfección que el hombre tiene radicalmente dentro de sí mismo por razón de su sustantividad psicofísica." (SH 430) sino físico y real. Se trata de la sustantividad humana en la que está anclada todo desarrollo de posibilidades y que es tarea de la razón ir conociendo en sus múltiples dinamismos. (429-431 SH) "La incertidumbre moral es debida a que el hombre se encuentra en la condición de tener que determinar por tanteo el tipo de perfección que le es accesible dentro de la sociedad y de la historia" (SH 434).

[1] GRACIA, Diego. Fundamentos de bioética. E. Universidad, p. 366

[2] ZUBIRI, X. Sobre el sentimiento y la volición, p. 351.

[3] GRACIA, Diego. Fundamentos de Bioética. E. Universidad, p. 359.

[4] Ibid., p. 489ss

[5] ELLACURIA, I. Filosofía de la realidad histórica. UCA. Salvador. 1991, p. 561.

[6] X. Zubiri, Sobre el Sentimiento y la volición, p. 312.

[7] Ibid., p. 312