Madrid bien vale un paseo

Carmen García

Crítica literaria de OPORTET EDICIONES

El planteamiento inicial es interesante: un amigo que sirve de guía a otras dos personas por las calles de Madrid. La ciudad, tanto para el visitante como para el que la habita, encierra historia, monumentalidad, leyendas y un sinfín de detalles que el protagonista va desarrollando a medida que se abren paso por sus calles y plazas.

El relato es prolífico en detalles bien integrados en una narración amena. Al ser un amigo el que hace de cicerone, predomina el estilo coloquial, que nos traslada al tipo de visitas guiadas o free tours que se pueden hacer en muchas ciudades, donde se intenta encontrar un equilibrio entre los detalles puramente históricos con la anécdota y una visión integradora de la cultura y la sociedad. Estas visitas entretienen y tratan de inocular pasión por un entorno, algo que el autor ha sabido trasladar a la narración escrita a modo de guía novelada con un resultado más que satisfactorio.

Como elemento que va más allá de la descripción de Madrid tal y como la conocemos hoy, se han insertado pasajes ambientados en épocas históricas significativas para la ciudad que están unidas a la estructura central a modo de capítulos satélites y que, a la vez, mantienen un vínculo propio. En estos es destacable el esfuerzo que se ha hecho por recrear el ambiente de manera muy fiel —especialmente a través del lenguaje—, ahondando en lo explicado por el narrador.

Los personajes que van construyendo la historia están bien dibujados, todos son fácilmente imaginables y creíbles, tanto, que podríamos ser cualquiera de nosotros los que estuviéramos realizando ese paseo.

La decisión de estructurar la novela en bloques de contenido más o menos breves, que coinciden con el avance del paseo en una u otra dirección, y la inserción de escenas que nos trasladan automáticamente a otra época, resulta original y, en general, muy acertada para mantener el interés e ir dibujando un paseo paralelo, no por la ciudad, sino por la historia, de manera que el lector no puede hacer otra cosa sino enamorarse de una ciudad castiza y, a la vez, cosmopolita como pocas.

El narrador, sus amigos y los personajes por cuyas manos recae la piedra tienen su papel en la historia, pero, sin duda alguna, la protagonista es Madrid. La ciudad se dibuja como un elemento con entidad propia, que se manifiesta en cada esquina y en cada adoquín, en cada establecimiento y plaza. El libro invita a conocerla y, si tienes la suerte de conocerla, a revisitarla con otros ojos.

El valor literario es notable. El autor tiene una voz definida, concisa, que mantiene al lector en movimiento, pendiente de cuál es la explicación que aguarda tras cada elemento que se describe.

En cuanto al valor comercial del texto, se entiende que es considerable, sobre todo enfocado al sector turístico-cultural.