YA SE ENCUENTRAN DISPONIBLES EL PROGRAMA Y EL LIBRO DE RESÚMENES
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“Pescadores”, Abu Faisal Sergio Tapia pintor de Arte Moderno y Contemporáneo - Catálogo de Obras de Arte de Abu Faisal Sergio Tapia pintor de Arte Moderno y Contemporáneo, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=95194003
“Esa lengua que modelaba a los hombres, que esculpía los objetos, rutilaba en los versos, rugía en las calles invadidas por las multitudes y arrancaba una sonrisa a una zarina llegada del otro extremo del mundo… Pero que, sobre todo, palpitaba en nosotros, cual fabuloso injerto en nuestros corazones, cubierto ya de hojas y de flores, portando en sí el fruto de toda una civilización. Sí, ese injerto, la lengua francesa.” (p. 50)
“En lo sucesivo, el francés se convertía en un instrumento cuyo alcance yo podía medir al hablar. Sí, en un instrumento independiente de mí, que yo manejaba siendo consciente de cuando en cuando de lo extraño de semejante acto.
Por desconcertante que fuese, mi descubrimiento me proporcionó una penetrante intuición con respecto al estilo. Aquella lengua-instrumento cincelada, afilada, perfeccionada- me decía a mí mismo-, no era ni más ni menos que la escritura literaria.” (p. 227)
“Sí, Charlotte había hablado en francés. Hubiera podido hablar en ruso; ello en nada habría empañado aquel instante recreado. Luego existía una especie de lengua intermedia. ¡Una lengua universal! Pensé de nuevo en esa mixtura de lenguas que descubriera gracias a mi lapsus, en la ‘lengua del asombramiento’”...
“Y ese día, por primera vez, cruzó por mi mente esta exultante idea: ¿Y si fuera posible expresar esa lengua por escrito?” (p. 233)
“Yo era un ruso raro al que le daba por escribir en francés.” (p. 263).
Andreï Makine, El testamento francés.
Buenos Aires: Tusquets. 1997. Traducción de Javier Albiñana.
« Cette langue qui modelait les hommes, sculptait les objets, ruisselait en vers, rugissait dans les rues envahies par les foules, faisait sourire une jeune tsarine venue du bout du monde… Mais surtout, elle palpitait en nous, telle une greffe fabuleuse dans nos cœurs, couverte déjà de feuilles et de fleurs, portant en elle le fruit de toute une civilisation. Oui, cette greffe, le français. » (p. 56).
« À présent le français devenait un outil dont, en parlant, je mesurais la portée. Oui, un instrument indépendant de moi et que je maniais en me rendant de temps en temps compte de l'étrangeté de cet acte.
Ma découverte, pour déconcertante qu'elle fût, m´apporta une intuition pénétrante du style. Cette langue-outil maniée, affûtée, perfectionnée, me disais-je, n'était rien d'autre que l'écriture littéraire. » (p. 271).
« Oui, elle avait parlé en français. Elle aurait pu parler en russe. Cela n'aurait rien enlevé à l'instant recrée. Donc, il existait une sorte de langue intermédiaire. Une langue universelle! Je pensai de nouveau à cet "entre-deux-langues" que j'avais découvert grâce á mon lapsus, à la ‘langue d´étonnement’ »...
« Et c´est ce jour-là que, pour la première fois, cette pensée exaltante me traversa l´esprit: Et si l´on pouvait exprimer cette langue par écrit? » (p. 279).
« J´étais un drôle de Russe qui se mettait à écrire en français. » (p. 313).
Andreï Makine. Le testament français. Paris : Mercure de France. 1995.
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