A casi 50 años de aquella trágica noche ANIi consultó a Roberto Elisalde, profesor titular a cargo de la cátedra de Historia Social de la carrera de Comunicación Social en el ISTLyR, para recordar y reflexionar sobre cómo se sucedieron los acontecimientos, de lo que Emilce Moler, sobreviviente, definió “La detención sistemática de adolescentes”.
- ¿Qué pasó el 16 de setiembre de 1976, en La Plata, con el secuestro, tortura y desaparición de las y los jóvenes estudiantes de “La Noche de los Lápices”?
- En el marco del Terrorismo de Estado ejercido por la última dictadura cívico militar en Argentina se llevó adelante un operativo donde se secuestró, torturó y desapareció a estudiantes secundarios, la mayoría de ellos jóvenes militantes políticos de la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires. Estos jóvenes habían luchado en defensa del boleto estudiantil y tenían, además, una militancia activa fuertemente comprometida con la transformación de la sociedad, con la justicia y contra la pobreza. Es considerado trágicamente como uno de los hechos más emblemáticos de esa dictadura genocida. Las y los estudiantes de entre 14 y 18 años, fueron secuestrados, torturados y la mayoría aún desaparecidos. Arrancados de sus casas en la madrugada y llevados inicialmente a la “División cuatrerismo” de la policía bonaerense, donde funcionaba el centro clandestino de detención conocido como “Arana”. De allí pasaron a la División de Investigaciones de Banfield, tristemente célebre como el “Pozo de Banfield”.
“La noche de los lápices” fue parte del plan represivo puesto en marcha durante la dictadura. El 16 de septiembre de 1976, grupos de tareas conducidos por el general Ramón Camps secuestraron a Claudia Falcone (16 años), Francisco López Montaner (16 años)- ambos alumnos del Colegio de Bellas Artes-, María Clara Ciocchini (18 años)- ex alumna de la Escuela Normal Superior de Bahía Blanca-, Horacio Ungaro (17 años), Daniel Racero (18 años)- ambos de la Escuela Normal Nº 3- y Claudio de Acha (18 años)- alumno del Colegio Nacional de la UNLP-. Todos ellos eran militantes de la UES (Unión de Estudiantes Secundarios). Pero no fueron ni los primeros ni los últimos estudiantes secundarios secuestrados en la ciudad. Gustavo Calotti, del Colegio Nacional (UNLP), fue llevado el 8 de septiembre. Víctor Triviño, alumno de la Escuela Media N°2 (“La legión”), el 10 de ese mismo mes. A su vez, el 17 de septiembre fueron víctimas de la represión Emilce Moler y Patricia Miranda, ambas de Bellas Artes (UNLP). Lo mismo sucedió con Pablo Díaz – otro estudiante de “La legión”- el 21 de septiembre.
Los y las jóvenes fueron conducidas al Centro Clandestino de Detención "Arana", donde se las torturó durante semanas y luego se las trasladó al “Pozo de Banfield”. Sólo cuatro sobrevivieron, el resto permanece desaparecido.
El hoy “Espacio para la memoria Pozo de Banfield” (https://www.instagram.com/espacio_para_la_memoria/?hl=es) es en el que funcionó entre 1974 y 1978 el Centro clandestino de detención, tortura y exterminio, Pozo de Banfield, el cual formó parte del denominado “Circuito Camps”.
-¿El reclamo por el boleto estudiantil fue considerado una amenaza por el régimen como para cometer tales actos de crueldad?
- La dictadura militar tuvo como objetivo desarticular la actividad política, reprimir y exterminar a quienes cuestionaban los “fundamentos esenciales de la Nación”. Bajo la palabra “subversivo” se denominaba a todos aquellos considerados enemigos de la Patria, quienes supuestamente alteraban el orden social y contradecían los valores e instituciones de una sociedad estructurada bajo el ideario de las Fuerzas Armadas. El resguardo de un orden sujeto a los principios de la “civilización occidental y cristiana” y del capitalismo constituyó la justificación para la implantación de un régimen basado en el terror.
Los militantes políticos y sociales, la mayoría de ellos jóvenes, fueron las principales víctimas de terrorismo de Estado. La escuela, antes espacio atravesado por el activismo político y la movilización, se transformó en un blanco prioritario de la represión y fue pensada también como un dispositivo de ésta. Para las Fuerzas Armadas la institución escolar era un lugar para el adoctrinamiento y disciplinamiento social, allí se formarían los “nuevos ciudadanos argentinos” portadores de aquellos valores que el régimen tanto pregonaba. El documento la “Subversión en el ámbito educativo” (*) muestra con claridad sus intenciones.
Roberto rescata las declaraciones de Pablo Diaz, sobreviviente de aquella noche de terror: “Hay un documento de la Jefatura de la Policía de la Provincia de Buenos Aires que se llama específicamente La Noche de los Lápices, firmado por un comisario mayor Fernández, asesor del Consejo del general Camps y Etchecolatz, hablaba de que luego de desarticulados política e ideológicamente los sectores “subversivos” como universitarios, barriales, trabajadores, la piedra angular eran los “potenciales subversivos”, que eran los estudiantes secundarios que eran líderes en sus escuelas. Ellos hablaban de “semillero”, de “potenciales subversivos”. (*) “...en el Pozo de Banfield, éramos adolescentes que teníamos a nuestro cuidado mujeres embarazadas. En el período en que nosotros estuvimos, desde septiembre a diciembre de 1976, fuimos testigos de tres partos (…) nos ponían en un calabozo con una compañera embarazada a punto de dar a luz y cuando ellas empezaban con trabajo de parto teníamos que golpear fuertemente la celda (…) en el segundo piso de donde estábamos nosotros estaba la sala de parto del médico (Jorge) Bergés (…) las venían a buscar y después escuchábamos el llanto del bebé. Nosotros, tanto los adolescentes que estábamos en el traslado final como las mujeres embarazadas, a las que el único cuidado apuntaba a lo que tenían dentro de la pancita, éramos residuos. Como tales, éramos mantenidos. No teníamos un destino presupuesto”. (*)
- Allí padecieron la tortura, simulacros de fusilamiento y el vano intento de imponerles otra mentalidad, la forma correcta de “procesar” aquel país y aceptarlo tal cual era en 1976, un país atendido por sus dueños. Tuvieron sus cuerpos, pero no su obediencia- concluye Roberto.
Los lápices siguen escribiendo páginas en la continua búsqueda de Memoria, Verdad y Justicia y se multiplican en películas, documentales, libros y podcasts.
(*) “Subversión en el ámbito educativo. Conozcamos a nuestro enemigo”, Ministerio de Cultura y Educación, 1977
(**) https://www.instagram.com/espacio_para_la_memoria/?hl=es
Recomendaciones ANIi 📚🎧🎬🎞️
📚 Libros
La noche de los lápices – María Seoane y Héctor Ruiz Núñez (1986) Testimonio de Pablo Díaz, único sobreviviente. Reconstruye el secuestro de estudiantes en La Plata. Ver en Google Books.
La larga noche de los lápices – Emilce Moler (2020) Relatos breves de una sobreviviente. Reflexiona sobre militancia, memoria y compromiso político. Marea Editorial.
🎧 Podcasts
La noche de los lápices – CLACSO Radio (2021) Análisis del contexto político y social, con enfoque en derechos humanos. YouTube.
Memoria, juventud y resistencia – Historia para llevar (2022) Reflexión sobre el rol de los jóvenes en la lucha política y la memoria. Spotify.
Historias en septiembre – Ministerio de Cultura (2021) Voces como Emilce Moler y actores del film. Cruce entre cine, literatura y memoria. Cultura.gob.ar
🎬 Documentales
Testimonio de Pablo Díaz (2016) Relato íntimo del sobreviviente. Reflexiona sobre identidad y militancia. YouTube.
Memoria, Verdad y Justicia (2023) Especial conmemorativo. Reconstruye los hechos desde una mirada actual. YouTube.
16 de septiembre de 1976 (2022) Breve video explicativo. Útil como disparador didáctico. YouTube.
🎞️ Películas
La noche de los lápices – Dir. Héctor Olivera (1986) Basada en el libro. Dramatiza el secuestro y tortura de estudiantes secundarios. YouTube.
Fragmentos y análisis histórico (2020) Recopilación de escenas y análisis para uso educativo. YouTube.