RELATO DE UN MUCHACHO
EN EL LEGISLATIVO
por Emilio Domínguez Recalde
por Emilio Domínguez Recalde
Esta es la primera vez que escribo un artículo o historia, pero más que nada es un relato. El relato de un muchacho de 15 años que puede haber sido el primer menor de edad en presenciar un juicio político histórico, el primero en la era moderna del Ecuador y, quién sabe, el último. Llegué a la Asamblea Nacional a las 09:00 am junto a una amiga y compañera de luchas y coberturas periodísticas. Para ingresar al Palacio Legislativo, pasamos por un fuerte contingente policial. En medio de gritos y consignas de simpatizantes que se concentraron en los alrededores, finalmente ingresamos a la Asamblea. Yo estaba muy nervioso y emocionado, pero no podía perder tiempo. Comencé a grabar material para subir a mis redes sociales y a las del medio al que pertenezco. ¡Grabé mi primer video! Huy, pero no tenía señal… Le pregunté a mi amiga si ella tenía y sí, pero con intermitencia. Me compartió datos celulares para subir nuestro material, sin embargo, la señal era tan débil que hubo tweets que se publicaron 1 hora más tarde. Al mismo tiempo, mi mami intentaba comunicarse conmigo, pero yo no podía responder; solo recibía sus mensajes y veía - sin poder hacer nada - cómo surgía la preocupación de que yo no dé señales de vida.
Al inicio, no sabía qué ocurría, luego, por información interna, supimos que personal de seguridad de la Presidencia había colocado inhibidores de señal, es decir, estábamos como en un lugar remoto. Por momentos teníamos señal y por muchos otros no, pero seguimos cubriendo lo que sucedía, que era mucho: la llegada del gabinete presidencial, las declaraciones a la prensa, los saludos protocolarios. El momento que todos esperábamos se acercaba: el arribo del presidente Lasso. Con un fuerte contingente y cubierto de una especie de manta de protección, llegó Guillermo Lasso junto a Alfredo Borrero y su esposa. Sin importar mis pensamientos políticos e ideológicos, estar a metros de un primer mandatario fue muy especial para mí, una experiencia inolvidable.
Fue importante escuchar a los interpelantes y la defensa del presidente que duró 47 minutos, de las 3 horas que tenía permitido. Además, no ejerció el derecho a la réplica.
Tras las réplicas de los interpelantes, se suspendió la sesión por una hora para que todos los presentes podamos almorzar. Fuimos a almorzar y cuando regresamos teníamos que pasar por el mismo contingente para entrar nuevamente a la Asamblea. Le indiqué al policía que soy prensa acreditada, presentándole mi cédula (no tenía ninguna credencial), mientras el señor me miraba y yo en mi cabeza pensaba: sí, señor, en la foto está un niño muy chiquito, pero no puedo renovar la cédula pues los turnos están para dos meses más. El señor me dijo: caballero, no puede pasar sin credencial o autorización. Le escribí a una amiga del equipo de comunicación de la AN y finalmente logré ingresar por segunda ocasión.
Escuchamos el debate, las intervenciones de los asambleístas. En lo político, muchas de ellas se desviaban del tema y se centraban en ataques personales, epítetos y acusaciones entre ellos.
En conclusión, una experiencia maravillosa. Presenciar un juicio político histórico me llena de orgullo y emoción, sentimientos que pocos entenderán a mi edad. Solo puedo agradecer a la vida por esta experiencia y también a esas personas que estuvieron para mí. A aquellos que me saludaron, con quienes conversamos y chismeamos sobre la coyuntura; a aquellos que me conocieron por primera vez y seguramente pensaron: ¿este niño no debería estar en la escuela?
Pd: Mi Colegio sí estaba al tanto de mi inasistencia y los motivos. ¡No me fugué…! jajaja
¡Gracias, mil gracias por esto!