toros, ¿cultura o tortura?

Sergio Fernández

La fiesta de los toros ha suscitado mucha polémica a lo largo de la historia, pero quizás sea en estos momentos cuando la batalla entre los taurinos y antitaurinos es aún más encarnizada si cabe. Es natural que este espectáculo despierte el instinto animalista de cualquier persona ya que el fin de este es la muerte del toro, bien sea en una plaza o bien sea en las calles de un pueblo, de esa España vaciada.

La RAE define la tauromaquia como el arte de lidiar toros y, en mi opinión, es una definición acertada: arte en todo su esplendor. Dicho esto, mi filosofía de vida se basa en argumentar aquello en lo que otra persona puede estar en desacuerdo, aprovechando para pedir a aquellos que se esconden detrás de una pancarta o un eslogan de camiseta a que hagan lo mismo.

En primer lugar, voy a dedicar la primera parte de este artículo a aquellos que hacen posible que se pueda celebrar esta fiesta: ganaderos, mayorales y demás trabajadores de las fincas cuya labor es encomiable, las 24 horas del día los 365 días al año. Todos ellos dedican su vida al toro. ¿Qué puede haber más bonito que dedicar tu vida a un animal tan bello como el toro bravo? Solo unos pocos privilegiados lo pueden hacer y yo estoy orgulloso de que en esa “España vaciada”, a la que me refería anteriormente, el principal motor económico sea la ganadería. Este es un argumento que nadie puede poner en duda, ya que estamos hablando del pan de cada día de muchas familias. Actualmente, a raíz de la pandemia ocasionada por el COVID-19 están pasando por malos momentos económicos y yo quiero expresar mi apoyo y animar a todo aquel que pueda a ir a los toros que vaya, con todas las precauciones, para dar un poco de oxígeno a un sector invisible pero esencial.

Es cierto que mucha gente no lo considera la fiesta nacional, pero sin lugar a duda no podemos renegar de nuestro pasado y es que esta fiesta se viene celebrando desde hace cientos de años. Podríamos remontarnos al año 1506, año en el que documenta una corrida de toros en honor a Felipe el Hermoso en la ciudad de Benavente y pasmada en un cuadro de Jacob van Laethem.

Una corrida de toros, desde el momento en que las reses embarcan camino de la plaza, reúne una afición desmedida: ese abuelo, abonado centenario, que disfruta de los toros en compañía de su nieto; ese aficionado serio, que impregna el ambiente de misterio, puro en mano; esos amigos de toda la vida que acuden tarde tras tarde a su localidad; esos jóvenes que se inician en este mundo y llenan la plaza con entusiasmo buscando el triunfo de su ídolo en el albero. El toreo es valor, valor de un ser humano que se juega la vida ante un animal que no tendrá ningún reparo en acabar con su vida. El silencio que se hace en la plaza cuando un espada sufre una cogida, ese silencio que solo conocemos aquellos que lo hemos vivido...

La fiesta de los toros es, quizás, la fiesta más culta de nuestro país, equiparable al teatro o al cine. No lo digo yo:

“La historia de España está íntimamente ligada a la historia del toreo, tanto es así que sin conocer la primera resulta imposible entender la segunda”. Ortega y Gasset.

“El espectador de los toros se está continuamente ejercitando en la apreciación de lo bueno y de lo malo, de lo justo y de lo injusto, de lo bello y de lo feo”. Tierno Galván.

“Creo que los toros es la fiesta más culta que hay en el mundo”. García Lorca.

Me gustaría apuntar que según un estudio realizado por Mundotoro, un 64% de los aficionados a los toros, tienen el hábito de consumir cine. Nada más ni nada menos que un 70,3 % es lector de libros, un 32% consume obras de teatro en sala, el 46% visita museos y un 6% es aficionado a la ópera.

¿Quién va a tener el valor de decir que los intelectuales anteriores son unos salvajes, asesinos o sanguinarios? No lo son y tampoco lo somos todos aquellos que vamos a los toros. Por otra parte, quiero dejar claro que los toros no son una fiesta de derechas o de izquierdas, es más, la tauromaquia fue incluida en el ministerio de cultura por un gobierno socialista. Son la fiesta de todo aquel que quiera acudir.

Para terminar, pido respeto, diálogo, entendimiento y concordia entre aquellos que están a favor y aquellos que están en contra. El respeto es la base de una democracia y con la concordia llegaremos a entendernos todos, sin necesidad de odiarnos unos a otros.

Recomiendo leer este artículo de ABC toros que habla sobre expresiones taurinas que usamos a diario: “Veinte expresiones taurinas de plena actualidad en el ruedo político: de «entrar al trapo» a «dar cornadas al viento»”