diccionario de falacias

Jesús Rubio

Es increíble la capacidad de manipular la realidad que tiene el ser humano. Y es increíble también la capacidad que tiene este de ser manipulado. Las falacias son falsos argumentos que, sin embargo, tienen mucho éxito. Ahí está su peligro. ¡Chicos, tenemos que ser críticos con todo lo que oímos! ¡Y más en este mundo tan polarizado!

El siguiente listado de falacias nos puede ayudar bastante:

Reducción a Hitler o a Stalin (también conocida como reducción al fascismo o al comunismo): Consiste en terminar una discusión enlazando los argumentos del contrario con algo que hacían Hitler o Stalin, representantes del terror fascista o del terror comunista. Por ejemplo, si criticas las políticas del estado de Israel te pueden acusar de antisemitismo y asociarte a Hitler… También es habitual que, si te opones al independentismo o a las ideas de algún político de izquierdas, te llamen fascista. En el otro extremo, tenemos a los que se oponen a cualquier política de izquierdas asociándolas sin más al comunismo estalinista.

Falso dilema: Otro nombre que en mi opinión es acertado es el de “falsa oposición”. Enfrentamos dos realidades que no necesariamente se oponen o incluimos solo dos alternativas, como si no existieran infinidad de grises entre medias. Si habéis estado por las redes sociales habréis visto el lema “Comunismo o Libertad”. ¿O me votas o votas comunismo? ¿

Sofisma populista: Básicamente, se resume en “Si es lo que piensa la mayoría, es lo correcto”. ¿No os ha pasado que, como en un examen vosotros tenéis una respuesta distinta al resto, pensáis instantáneamente que vosotros habéis escrito la respuesta incorrecta? Pues esto es lo mismo. En asuntos más serios, algunas lacras como el machismo, el racismo o la homofobia han encontrado apoyo en esta falacia.

Apelación a la tradición/novedad: Muy relacionado con la anterior, se resume en “Así está bien porque se ha hecho siempre” o, todo lo contrario, “Esto es mejor porque es algo más nuevo”. Per se, la tradición y la innovación no justifican nada.

Falacia ecológica: No son exactamente lo mismo, pero están relacionadas. La falacia ecológica, muy usada por Trump, consiste en asociar un grupo social con un comportamiento o un problema; por ejemplo, asociar COVID con los chinos, con todos los millones de chinos. Otra falacia ecológica típica consiste en asociar al mundo gay con perversiones sexuales.

Ad nauseam: Hasta la náusea. Su nombre lo deja bastante claro. Se basa en repetir una mentira tantas veces que la gente la empieza a dar por verdad y a repetirla en sus conversaciones. Esta les gusta bastante a algunos políticos: España nos roba, los emigrantes nos roban, los catalanes son tacaños...

La falacia del falso escocés: Se suele usar en casos de nacionalismos. Definen los comportamientos esperables en el típico español o en el típico catalán o en el típico francés…, usando generalizaciones, de modo que si no lo cumples eres sospechoso de algo. Un verdadero catalán no se siente español; a un verdadero español le gustan los toros.

Llamada a la ignorancia: Aunque un argumento suene absurdo, como no se puede demostrar su no veracidad, entonces es verdadero. “Dios existe porque no se puede demostrar su no existencia”. No tiene mucho sentido y, si nos ponemos tontos, entramos en un círculo vicioso del que será difícil salir.

Falacia del huevo y la gallina: ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? Pues también podemos entrar en otro círculo vicioso bastante guay. Un ejemplo: Dios existe porque lo dice la Biblia, pero ¿quién escribió la Biblia? Exacto. Alguien inspirado por Dios.

Supresión de pruebas: Otra que les gusta mucho a nuestros políticos es, coloquialmente, esconder la mierda para decir solo lo que nos interesa. Por ejemplo, digo que una ley está mal y debería abolirse porque hay denuncias falsas. La parte que me guardo es que esas denuncias falsas representan el 0,1% de las totales, como con cualquier otra ley.

Apelación al ridículo: Consiste en desprestigiar un argumento haciendo chistes o burlas de esa persona o de sus ideas. Charles Darwin tuvo que soportar muchos chistes y parodias de sus contemporáneos antes de que su famosa teoría triunfara. Si, claro, del mono vendrá tu abuelo, ja, ja; por eso tenía tanto pelo en la espalda.