¡NO ENTIENDO NADA!

Relato finalista del concurso literario 2022


Leire Valle Sánchez, 4º B

Me despierta el sonido de una notificación e inmediatamente me dieron ganas de volver a dormir. Pero claro, mi rutina diaria no iba a grabarse sola. Puse los pies en el suelo y cogí mi móvil para grabar cómo caminaba hasta el baño… Seguramente me pagarían bien por eso. Luego grabé todo lo que hice en la mañana, abarcando desde el desayuno healthy (que mi madre me preparaba y nadie lo sabía) hasta mi ducha. Y cuando estaba a punto de comenzar con mi sesión de fotos para Instagram frente a mi aro de luz, apareció mi madre.

- ¡Mamá! Vete, estoy ocupada y aún no he acabado el contenido para mis Loquitos.

Ay, mis loquitos… Mis fans y seguidores. Les puse ese nombre vete tú a saber cuando y vete tú a saber por qué, pero así se han quedado y les gustó mucho. Aunque siempre hay alguno que se queja… Gente sin gusto, tenían que ser.

- Calla, hombre. Escucha, el abuelo tenía que ir al médico hoy. Podrías ir con tu abuela, que la pobre va a estar toda la mañana sola y ya sabes cómo es.

- ¿A mí que me cuentas? Vete tú, no tengo tiempo.

Terminé por aceptar, porque sentí cómo mi madre se calentaba a tal punto que terminaría por explotar como una olla a presión.

Salí de casa con mi mochila. Nunca sé qué llevo ahí dentro, pero resulta que tengo de todo (eso sí, pesa más que un collar de melones). Y muy a mi pesar, me puse camino a la casa de mis abuelos mientras mascaba bajo la mascarilla un chicle de hierbabuena.

Nada más llegar me di cuenta de que la puerta estaba abierta.

- ¡Maldita sea, yaya! ¡Que hace un frío que flipas!

Escuché un grito y vi a la vecina en el balcón tendiendo la ropa. La muy cuitada casi se cae. Pero como me importaba entre poco y nada, le saqué una foto y entré a la casa de mi abuela.

Me di de frente con un rarito con máscara de lobo e inmediatamente solté una carcajada.

- Hermano, ¿qué te pasa? Pintas menos que un árbol de Navidad en agosto.

- Madre mía, chica. Que no es para tanto. Uno intenta hacer el papel del malo y me dices eso… ¿No te has leído el guion? Elige ser el malo, decían… Será divertido, decían.

Alcé una ceja sin entender nada del comportamiento del tío ese.

- Bueno anda, que no me cuentes tu vida. ¿Y mi abuela? Venga, sácala del armario o lo que sea que no tengo tiempo para chorradas, ¿eh?

Justo después de decir eso, el armario del final del pasillo se cayó al suelo de cara y la voz de mi abuela sonó por la estancia.

- No importa, chicos. Lo más importante de todo es la familia.

Vi rodar por el suelo una cabeza de un muñeco de cuando era pequeña. Habría salido del armario. Madre mía… éramos pocos y parió la abuela. Literalmente, o bueno, algo así.

Entre el furro este y yo ayudamos a levantar a mi abuela del suelo y a quitarle el armario de encima. La llevamos hasta el salón y la dejamos sentada en su sillón masajeador de última generación.

- ¡Uy! ¡Así sí!

- Ay cariño, que los vecinos van a pensar cualquier cosa… Baja el tono.

No, es que pensarás que eso se lo he dicho yo, o ella a mí. Pero no, fue el agradable del lobo hablándole a mi abuela. ¿Cariño?

- Escúchame, ¿tú quién eres?

- ¿Yo? Brian O’Conner, es todo un placer.

¡Ay Dios! ¿Este chaval no es el de Fast & Furious? Miré a mi abuela con cara de circunstancias y ella solo se reía por lo bajo.

- ¡Yo, de verdad…, es que no entiendo nada!