LA MONTAÑA OSCURA

MIGUEL MARTÍN (1º DIVER)

Una oscura noche en México, Fred y Antonio salieron de ruta, se dirigían a una de las más altas montañas cerca de Ciudad de México. La abuela de Antonio, una señora creyente de los sucesos paranormales y las cosas espirituales, lo tenía como discípulos y les había dicho que en una de las curvas había una presencia muy malvada, había muerto mucha gente ahí y también había demasiados desaparecidos.

Al llegar a aquel lugar, sintieron una presencia muy extraña, se refugiaron en una cabaña forestal que había en el lugar. Se colocaron en el mirador con cámaras de infrarrojos y sensores de movimiento a esperar algún suceso.

De repente, cerca de ellos, se escuchó un fuerte estruendo. Buscaron por la zona hasta que a pocos metros encontraron un coche con las luces encendidas y todas las puertas abiertas. No había rastro de ruedas de coche en el suelo, ni de otra cosa que pudiese haber hecho que ese coche llegase ahí. Se acercaron al coche a investigar, al montarse, las puertas se cerraron fuertemente. Intentaron arrancar el coche porque las puertas estaban selladas. Al arrancar el coche, empezó a conducirse solo y se precipitó con Fred y Andrés dentro por un barranco.

A las pocas horas, Antonio se despertó. Se había quedado inconsciente a causa del fuerte golpe, Fred no estaba en el coche. ¡Había desaparecido! En ese momento, las puertas se abrieron y Antonio salió rápidamente del coche. Miró a su alrededor y el coche había desaparecido. Estaba en otro lugar completamente diferente. Se encontraba en una explanada de hierba que parecía ser infinita. No había nada en el horizonte, solamente había una puerta de color negro. Parecía manchada de sangre y tenía unas letras grabadas en hebreo que no entendió, después de mirarla por un tiempo la puerta empezó a emitir una extraña luz roja. Antonio entró por la puerta, se encontraba en un largo pasillo de color negro con unas luces rojas que no dejaban de parpadear. Al fondo del pasillo, Antonio logró ver una puerta de color blanco, corrió hacia ella y cuando la traspaso, estaba en una inmensa habitación de color blanco. En el centro de la habitación, había una mesa antigua con herramientas de tortura, al acercarse, del techo empezó a caer un gran chorro de sangre y seguido de eso, cayó el cuerpo sin vida de su amigo Fred.

El cuerpo estaba irreconocible. Le faltaba la cara y las extremidades superiores y su cuerpo estaba lleno de arañazos profundos. Al verlo en ese estado, se levantó del suelo y se dio la vuelta, detrás de él había aparecido un espejo, al acercarse se vio reflejado en él. Era su cuerpo en el mismo estado que el de su amigo Fred, desgarrado y sin partes del cuerpo.

Antonio al verse así, empezó a retroceder lentamente, pero era demasiado tarde. Del espejo empezó a salir el cuerpo demacrado de él mismo y empezó a correr hacia él asesinándolo y torturándolo lentamente.

Ahora, el alma oscurecida de Antonio vaga por aquella montaña haciéndole la vida imposible al resto de personas que pasen por ahí.