En el corazón de la Gran Formación, una banda de marcha que ha florecido con el tiempo, se encuentran las madres y familiares que han sido el pilar de su éxito. Desde sus primeros ensayos, estas mujeres valientes y dedicadas han estado ahí, empujando con amor y sacrificio. Con sonrisas alentadoras y palabras de apoyo, han tejido una red de confianza que ha permitido a sus hijos explorar su pasión por la música y el arte.

Cada ensayo y presentacion, estas familias llenan el campo de ensayo, llevando refrigerios, brindando transporte y, sobre todo, compartiendo su entusiasmo. En los momentos de nervios antes de una presentación, son sus gritos de aliento los que resuenan con más fuerza, recordando a los jóvenes músicos que su esfuerzo vale la pena. A través de las dificultades y los triunfos, estas madres y familiares han demostrado que el amor y el compromiso pueden transformar sueños en realidad, cultivando una comunidad que no solo celebra el talento, sino también los lazos que los unen. Gracias a su inquebrantable apoyo, la Gran Formación sigue creciendo, convirtiendo cada nota en una melodía de amor y gratitud.