“La capacidad sanadora no es otorgada por maestros. Es algo inherente en el ser humano y la función de los maestros es ajustarla. Después de la iniciación, son los mismos practicantes los que tienen que trabajarse a sí mismos para evolucionar. Sin embargo, como es una energía invisible, es importante aprenderlo con instructores cuyos linajes sean claros y con quienes nos sintamos afines. Desaconsejo aquellos maestros que enseñan los tres niveles en un día o por correspondencia o que realizan sintonizaciones a distancia. Tampoco debemos escoger aquellos que no mantienen seguimientos. (…)”