Cada 8 de enero, cerca de 500.000 peregrinos llegan a Mercedes, Corrientes, para homenajear al Gauchito Gil, un santo popular no canonizado por la Iglesia Católica, pero cuya devoción se extiende por todo el país. Salud, trabajo y protección son las principales peticiones de sus fieles. Es una tradición que combina rituales católicos con prácticas propias de la religiosidad popular.
POR: MERCEDES ARAGON
"Fui en moto con mi hermano, 11 horas, se lo debía a mi gauchito", afirma Daniel, un peregrino. (Foto: Diario Río Negro)
Antonio Mamerto Gil Núñez, conocido como el Gauchito Gil, fue un gaucho correntino del siglo XIX. La tradición oral cuenta que se negó a pelear en la Guerra de la Triple Alianza, lo que lo convirtió en prófugo de la justicia. En la memoria popular, su figura condensa el imaginario del gaucho rebelde y solidario, que se enfrenta al poder y protege a los más humildes. Como otros santos populares argentinos, como la Difunta Correa o San La Muerte, su mito surge en los márgenes del Estado y de la Iglesia, donde la fe se convierte en refugio frente a la adversidad.
(Foto: M.A)
(Foto: M.A)
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El mártir popular, antes de ser ejecutado en Mercedes el 8 de enero de 1878, pidió a su verdugo que rezara por la salud de su hijo enfermo. El niño sanó milagrosamente, y desde entonces comenzó a difundirse la creencia en sus poderes de intercesión. Fernando del Castillo, director de la película El Gauchito Gil, comenta: “En esa época de Corrientes hubo muchos gauchos que se levantaron contra las injusticias y empezaron a ser gauchos milagreros . El que trascendió y llegó a nuestros tiempos es el Gauchito Gil, pero hubo muchos otros ajusticiados a quienes también la gente les llevaba ofrendas”. El lugar de su muerte se transformó en un santuario que hoy recibe multitudes cada 8 de enero, cuando se realiza la mayor fiesta popular en su honor.
Los rememoran que ese día, Mercedes se convierte en escenario de una de las peregrinaciones más multitudinarias del país. Caravanas de motos, bicicletas y caballos avanzan por las rutas flameando cintas rojas. El santuario es un mosaico de colores y sonidos: banderas, velas, imágenes de santos, música y puestos de comida. Dentro, el ritual es más riguroso: los fieles se acercan de rodillas, encienden velas, dejan ofrendas de vino o cartas de agradecimiento. Afuera, el clima festivo convive con la solemnidad de las oraciones, en una mezcla entre procesión religiosa y feria popular que refuerza el carácter colectivo de la devoción.
Monseñor Canecin en el Gaucho Gil: "Toda expresión de religiosidad debe conducir a Cristo" (Foto: Radio Dos)
Monseñor Adolfo Canecín, obispo de Goya explicó: “El Gauchito Gil no es santo de la Iglesia Católica, pero sí es parte de la religiosidad popular del pueblo correntino. Nuestro desafío pastoral es acompañar esa fe y orientar para que se viva en comunión con la fe cristiana”. La devoción se mezcla habitualmente con prácticas católicas, como el rezo del rosario o la misa.
Los testimonios de los devotos sostienen la vigencia de la tradición. Carolina, una peregrina, asegura que su hija Ludmila sanó tras encomendarse al Gauchito: “Le prometí venir cada enero, y acá estoy, porque él cumple”. Como ella, miles de fieles depositan cartas y agradecimientos en el santuario, convencidos de que el gaucho intercede en sus vidas cotidianas.
La figura del Gauchito Gil trascendió el plano religioso y hoy está presente en murales, canciones y películas. En 2016, el cineasta Ricardo Becher dirigió el documental Gauchito Gil: la sangre inocente, en el que se explora cómo la devoción se extendió a nivel nacional. “El Gauchito no es solo un mito correntino, es un fenómeno cultural argentino”, afirmó en entrevistas de promoción de la película.
Hoy hay altares del Gauchito en rutas, capillas y casas de todo el país. La imagen del gaucho con la cinta roja es parte del paisaje argentino y simboliza la fe de miles de creyentes que, cada año, renuevan promesas y agradecimientos al santo popular más convocante del país.