1.- LAS SAGRADAS ESCRITURAS
Creemos que el Antiguo y el Nuevo Testamento son la Santa Palabra de Dios y que son totalmente inspirados por Dios, sin error en sus escritos originales, y que son la suprema y final autoridad en toda doctrina de vida y fe, por medio de la cual toda conducta humana, credos, y opiniones serán juzgados (Juan 5:39; 2 Timoteo 3:15-17; 2 Pedro 1:19-21).
2.- DIOS
Creemos que existe un solo y Eterno Dios, Todopoderoso, creador de todas las cosas (Deuteronomio 6:4; Salmos 83:18).
Creemos que Él existe en tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, co-eternos en su ser, co-idénticos en su naturaleza, co-iguales en poder y gloria, teniendo los mismos atributos y perfecciones (Mateo 28:19; Juan 15:26; 2 Corintios 13:14; Efesios 2:18).
3.- LA PERSONA Y LA OBRA DE CRISTO
Creemos que el Señor Jesucristo es el eterno hijo de Dios manifestado en carne, que fue concebido por el Espíritu Santo y nacido de una virgen, por lo cual es totalmente Dios y totalmente hombre. Él es el único y suficiente Salvador de nuestros pecados y vendrá a juzgar a la humanidad. (Mateo 1:18-20; Lucas 1:35; Juan 1:1-14; Hechos 4:12; 17:31; 1ª Timoteo 3:16; Hebreos 10:12).
Creemos que Jesús murió en la cruz, en sacrificio, sustitutorio, vicario y representativo y que derramó su sangre para perdón de nuestros pecados (1 Corintios 15:3-6; Gálatas 3:13; 1 Pedro 1:18-19; 2:24; 1 Juan 1:7).
Creemos que fue muerto y sepultado pero que al tercer día resucitó física y literalmente, para entrar en el Cielo y ofrecer la salvación a todo hombre; y ahora Él es nuestro intercesor y único mediador entre Dios y los hombres, y que siendo nuestro abogado intercede ante Dios a favor nuestro (Hechos 1:11; Romanos 4:25; 1ª Timoteo 2:5; Hebreos 1:13; 7:25; 8:1; 9:24; 1ª Juan 2:1-2).
4.- LA PERSONA Y LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO
Creemos en la persona y Deidad del Espíritu Santo quien actúa en la regeneración de las almas que sella, provee, dota, guía, enseña, testifica, santifica, y ayuda al creyente y quien inspiró la Santa Biblia.
Desde su venida en el día de Pentecostés su trabajo es la formación de la Iglesia, convenciendo al mundo de pecado, de justicia y de juicio y bautizando inmediatamente a aquellos que creen, en el cuerpo de Cristo que es la iglesia de la cual Cristo es la cabeza.
Él sella a todo aquel que cree, vive en su corazón y le da poder para servir a Cristo a través de la obediencia. (Génesis 1:1-3; Mateo 28:19; Marcos 1:8; Lucas 1:35; 24:49; Juan 16:7-11; Juan 1:33; 3:5,6; 14:16,17,26; 16:8-11; Hechos 5:30-32; 11:16; Romanos 8:9,14,16,26,27, 1 Corintios 6:11,19,20; 12:13-14; 2 Corintios 3:6; 3:17-18; Efesios 1:13-14; Hebreos 9:14).
5.- LA TOTAL DEPRAVACIÓN DEL HOMBRE
Creemos que el hombre fue creado a la imagen de Dios y que por la desobediencia de Adán vino la caída de la humanidad, la total depravación del hombre, su muerte física y espiritual, y que es absolutamente incapaz de remediar por sí mismo su condición perdida (Salmos 5:9; 14:2-3; Eclesiastés 7:20,29; Jeremías 17:9).
Creemos que cada persona individual que ha nacido es un pecador a causa del pecado original del hombre y que es responsable de su propio pecado por el ejercicio de su voluntad y está bajo la condenación y el justo juicio de Dios (Romanos 1:18-32; 3:10-18; 5:12).
6.- LA SALVACIÓN
Creemos que la salvación es un don de Dios que Él concede al hombre por gracia y que aquel que se arrepiente de su pecado y acepta por fe a Jesucristo como su Salvador personal, no dependiendo de sus buenas obras, es nacido del Espíritu Santo. Por lo tanto viene a ser un hijo de Dios y en Cristo Jesús él ha sido justificado y hecho perfecto ante Dios el Padre (Juan 1:12-13; Romanos 3:21-26; Gálatas 5:16; Efesios 1:7; Efesios 2:8-9; 5:18).
7.- LA ETERNA SEGURIDAD Y CERTEZA DEL CREYENTE
Creemos que todos los redimidos, una vez salvos, son guardados por el poder de Dios, por lo cual creemos que la salvación no se pierde, esto es que están seguros en Cristo para siempre (Juan 6:37-40; 10:27-30; Romanos 8:1, 38,39; 1 Corintios 1:4-8; 1 Pedro 1:5; 1 Juan 5:11-12; Judas 24-25).
Creemos que es el privilegio de los creyentes regocijarse en la certeza de su salvación por el testimonio de la Palabra de Dios; la cual, sin embargo, prohíbe claramente usar la libertad cristiana como ocasión para la carne (Romanos 13:13-14; Gálatas 5:13; Tito 2:11-15).