Los estudiantes de décimo grado tuvieron la experiencia de trabajar distintas actividades expresivas como el Narraversus, elaboración de cuentos, análisis de poemas, creaciones poéticas, entre otros. En este apartado se podrá visualizar una muestra significativa de estas actividades de expresión oral y escrita trabajadas en Comunicación, considerando el uso de recursos digitales que nos ofrece la virtualidad.
Ilustración de Frank Arbelo del cuento Cuando despertó el dinosaurio todavía estaba allí de Augusto Monterroso. https://revista.espacio17musas.com/como-escribir-microrrelatos/
"NARRAVERSUS" es un concurso de improvisación literaria cuyo objetivo es explotar ese lado de la creación que es el acto espontáneo de imaginar y escribir un relato a partir de los insumos que nos da la realidad.
En este concurso, el escritor deberá retar a un narrador como él con el objetivo de escribir, simultáneamente y en tiempo real, un relato breve. Con ese fin se les mostrará a los dos participantes dos palabras clave o imágenes como punto de partida de la historia que improvisarán.
El concurso de improvisación literaria “NARRAVERSUS” está dirigido a estudiantes de los distintos niveles educativos que tengan un rasgo en común: la afición por escribir e inventar historias empleando de forma creativa el lenguaje.
Finalmente, debe decir que resulta importante usar los recursos que nos ofrece la informática como son los distintos aplicativos para iniciar una videoconferencias con la que se puede seguir con facilidad lo que van creando los participantes de forma simultánea. Sin duda resulta valioso que los espectadores sean testigos del fuego creativo en el acto de escribir y borrar, escribir y corregir en un tiempo tan breve para hacerlo.
Video del Narraversus de los estudiantes de 10mo grado
Iara Gargurevich
Microrrelato 1
TATUAJE
Daniela siempre había tenido un don por la creatividad. Había sido mi amiga desde la infancia y no pasaba un día sin que ella me diera una nueva de sus abstractas piezas de arte. Desde los 15 años aludía a un proyecto secreto del cual nunca me podía contar.
Nos compraron nuestros primeros celulares de chicos. A Daniela le encantó la idea de las cámaras de alta definición, y quedó aún más fascinada cuando comenzaron a popularizarse los códigos QR. Comenzó a pasar horas con su celular en su cuarto, ni siquiera usándolo para lo que comúnmente se usaría, por ejemplo, redes sociales o música. Nunca me contaba qué estaba haciendo y a veces hasta sospeché que había encontrado la manera de meterse a la Deep Web e iba a vender mi identidad a alguien más. Pero sigo aquí, así que claramente eso no pasó.
Llevaba una libreta a todos lados. Escribía en ella confidencias que no me podía mostrar. Qué tipo de plan elaborado tenía entre sus manos, yo seguía sin saber. Su animosidad llevó a constantes peleas que terminaban cuando reiteraba que ella no me podía contar en qué estaba trabajando.
Llegó el tiempo cuando probamos el alcohol. Descubrí que era bastante fácil de tumbar con unos cuantos vasos. Al parecer Daniela vio en mi vulnerabilidad un plan, una oportunidad para finalmente contarme lo que había estado haciendo. En una ocasión me llevó a una tienda de tatuajes e hizo que el tatuador dibujara unos extraños símbolos en un lugar discreto de mi brazo. Esto llevó a otra pelea más y no nos volvimos a hablar. Al menos Daniela tuvo la decencia de hacer que el tatuaje que me hizo fuera escondible.
Daniela perdió la vida hace unos días por una enfermedad terminal. Escribo esto solo porque por fin descubrí lo que estaba haciendo y por qué ella me hizo un tatuaje con símbolos indescriptibles. Su familia me dejó ver por su cuarto y encontré un post-it doblado en la libreta que tanto llevaba. Era un link. Lo abrí en mi celular y se tardó un poco en cargar. Era un link que llevaba a una descarga de una aplicación. Que consistía en una cámara. Todo hizo click en mi cabeza y moví la cámara a mi tatuaje absurdo. La aplicación comenzó a cargar y me mostró un mensaje.
No está mal, ¿no crees? ¡Hice mi propio idioma! Y eres la primera persona en tenerlo tatuado en su cuerpo. Gracias por ser mi amigo. No hubiera llegado tan lejos sin ti. Espero que este tatuaje te recuerde a mí cuando me vaya y puedas sonreír. Siempre me gustó tu sonrisa.
Daniela
La melancolía se apoderó de mí casi instantáneamente. Todas las peleas innecesarias por algo que finalmente era un regalo. Solo me hubiera gustado que me diga al menos una palabra más, algo que no me haya obligado a abandonarla sin despedirme de ella.
Joaquín Verdeguer
Microrrelato 2
Finalmente había decidido qué tatuarme para conmemorar la ocasión. El grupo solo tenía una regla: «Cada tatuaje tendrá un significado». Sin embargo, no lo cumplí. Cada mañana al despertar, aparecía aquel mensaje en el teléfono.
No encontraba la razón de darle un significado especial a cada tatuaje. No tenía idea siquiera si debía ser un significado profundo o cualquier excusa les fuera a satisfacer, pero siempre lo cumplía. Cada uno de mis tatuajes eran justificados. Desde la fecha de la muerte de mi madre hasta el día de mi graduación, cada uno era validado con un significado; pero no este.
Me hice este tatuaje; no tenía un motivo exacto, pero se convirtió en la nueva imagen en mi templo, una cámara de un celular. Me hubiera gustado buscar hasta la menor excusa para justificarlo, pero no podía, simplemente había venido a mi mente y era suficiente. Debía hacerlo.
Al meterme no sabría qué pasaría al romper la regla, pero siempre actuaban de una manera misteriosa. No recuerdo honestamente por qué había ingresado al grupo; sin embargo, ya me encontraba encadenado a este. Ahora, estaba por romper la única regla bajo la cual se regía, «Cada tatuaje tendrá un significado».
Dejé de dormir, me daba miedo ver el teléfono y lo que podrían hacer. No había enviado la justificación, pero sabía que era de su conocimiento mi blasfemia.
Marcelo Urbina
Microrrelato 1
Yo siempre de pequeño desee un coche, recuerdo cuánto me apasionaban los autos cuando era un niño pequeño, por eso podrán imaginar mi sorpresa e ilusión cuando mi padre apareció un día con un auto al frente de nuestra casa a pocos días de empezar mis vacaciones. No éramos una familia muy adinerada, pero aún así mi padre pudo costear un auto de gama alta para mí. Recuerdo que en esos tiempos tenía aproximadamente unos 17 años y hacía poco había entrado al mundo de las redes sociales. Recuerdo que una de las aplicaciones que más usaba era whatsapp ya que en ella podía hablar con todos mis amigos y mis padres.
Finalmente llegaron las tan preciadas vacaciones. El sol estaba tan iluminado como las estrellas y mis amigos y yo habíamos acordado irnos por unos meses a un campamento en la playa para divertirnos mientras aún éramos jóvenes, aún están incrustados en mis recuerdos la cara de mis padres al contarles mis planes. Ellos estaban un poco preocupados ya que era mi primera vez que iba a conducir solo, pero les dije que no se preocuparan. Mi padre después de convencerlo de dejarme ir aceptó, pero con una sola condición: que él antes iba a conducirlo antes de irme con mis amigos. Esto pasó debido a que el quería también salir con sus amigos a un paseo corto, a regañadientes acepté.Le di las llaves del auto y se marchó, pero antes de irse me dijo que se mantendria en contacto conmigo por whatsapp. Siempre que podía le escribía preguntándole cómo estaba y si se estaba divirtiendo. Hasta que un fatídico día, dejó de escribirme. Le pregunté a mi mamá si le había escrito a ella, pero me dijo que no. Me empecé a preocupar entonces decidí llamar a sus amigos, pero ellos con aún más preocupación que yo me contestaron que no sabían dónde estaba, que los había dejado días atrás, bajo la excusa de querer despejar su mente. En ese momento mi corazón estaba a punto de explotar. Pasaron los días hasta que oigo en las noticias que encontraron un auto destruido cerca de un precipicio y dentro de él se encontraba un cadáver prácticamente hecho trizas. Mi madre y yo temiendo lo peor fuimos al lugar del accidente y pueden imaginar mi horror al descubrir que el cuerpo que encontraron era el de mi padre.
Luego de retirar el cuerpo del auto, pude ver cómo en sus manos tenía aún su celular y, aunque estuviera incinerado, unos técnicos amigos de la familia pudieron descifrar algunas cosas, entre ellas estaba whatsapp; dentro de este pudimos ver que mi padre quiso enviarme un mensaje, pero que nunca pudo. En él decía que cuidara de mi madre y que lo sentía. Aquella vez que le di mis llaves y se despidió de mí iba a ser nuestro último adiós.
César Cueva
Microrrelato 2
Me dirijo con mi auto de último modelo a mi casa tras ser una persona exitosa en el ámbito tecnológico. Soy el creador de whatsapp, la verdad es que no me gusta mucho presumir lo poco que yo siento que tengo porque siento que lo mucho que tuve anteriormente ha desaparecido o mejor aún dicho se ha extinguido. Nos remontamos hace muchos años atrás cuando era un completo fracasado, pero aún así era feliz con los pocos, pero valiosos amigos que tenía. Lo que me inspiró a crear whatsapp fue que, cuando estaba con ellos, el tiempo era especial y me la pasaba muy bien, pero cuando no lo estaba me sentía muy infeliz. Es así que una ocasión se me ocurrió la idea sentado en el carro de mi papá mientras me interrogaban si era posible hablar con ellos una vez más. Ese fue el inicio de whatsapp, una idea que surgió de lo único que te hacía feliz en la vida: un simple carro Mazda. Mi papá siempre tuvo el deseo de tener un mejor carro, no es que seamos pobres, es que no somos ricos. Ahora estoy cumpliendo el legado de sus sueños, pero lástima que él no esté vivo para verlo; ojalá pueda verlo en el otro mundo, pero dejando eso a un lado quiero comentar que ahora… me siento solo. Mis amigos han desaparecido; todo esto es mi culpa, por qué no creé whatsapp antes. Ahora están en alguna parte del mundo haciendo de este un mundo mejor porque yo confío en ellos; porque me hicieron feliz en alguna parte de mi vida. Pero ahora no tengo ni familia ni amigos, ni nadie en quien amar (acelera el carro).
Lo siento mucho, pero al final seguiré siendo un simple fracasado (el carro choca contra una pared).
”El creador de whatsapp ha muerto” enseguida entrevistamos a un familiar suyo para contarnos cómo se siente…, pero no tiene ninguno.
Relato escrito por la estudiante María Fernanda Ugarte que nos presenta las vicisitudes de la protagonista que debe descubrirse nuevamente a través del reflejo doloroso de un espejo. Altamente recomendable.
El espejo
Extraño a mi mamá y desde hace poco siento que la he perdido, pero al parecer nadie me quiere ayudar a encontrarla.
Bajo del auto junto a una señora. Estamos frente a una casa gigante, toda blanca, con ventanas gigantes y un letrero con letras muy grandes que decían tal vez “CILINACA” o “CLINACA”. Sé leer un poco, pero las palabras raras me confunden. Entramos a la casa grande y me encontré con varias personas vestidas de azul claro y blanco como el cielo junto con otras personas mucho mayores que yo. Me sentía muy intimidada, pero la señora que ha estado todo este tiempo a mi lado me sostiene por el brazo y me guía por la casa. Las personas me muestran una sonrisa permanente y paternal como si fuera la más pequeña del lugar. Me siento incómoda. Ver mucha gente desconocida. Las luces blancas que no me dejan ver, el olor del lugar y permanecer con una señora que no era mi mamá me puso triste y enojada, así que no tuve otra opción que ponerme a llorar y gritar.
—¡Quiero a mi mamá! ¡Ya no quiero estar acá! — dije lo más fuerte posible intentando liberarme de la señora que me ha acompañado todo este tiempo y que ahora está agarrando muy fuerte la mano.
—Por favor, no me hagas esto — susurró—en un rato más volvemos a casa ya ma…— no terminó su oración, pero tenía una pequeñísima sonrisa. Al decirme que faltaba poco para volver a casa y que podría ver a mi mamá me tranquilizó mucho.
Relato escrito por la estudiante Adriana Flores que nos presenta a la protagonista acosada por la excesivas atenciones de sus padres para que no experimente dolor en la vida..., en la muerte. De lectura impostergable.
Noche de invierno, frías calles envueltas en soledad y tristeza, no se ve ni un alma en las aceras. Alisa está acostada ya en su cama y esconde el video de su celular bajo sus mantas para que sus padres crean que esta dormida. La mente de Alisa estaba siendo envuelta por el insomnio que tuvo esa noche, simplemente no podía dormir y el hecho de estar mirando el celular tampoco la ayudaba, pero no le importaba mucho, ya que no debía hacer nada temprano al día siguiente si es que mal no recordaba. Cuando se pudo cerciorar de que sus padres ya habían ingresado al sueño profundo, siguió viendo su video. Era una novelista que a ella le encantaba, Camila Torres, que estaba horneando un bizcochuelo de naranja; algo inusual el video ya que siempre Camila se encuentra subiendo videos sobre reseñas de libros de autores famosos o auto reseñando sus propios libros, por lo que a Alisa le llamo la atención verlo. Quería terminar de verlo, pero la controló el sueño que por fin empezaba a aparecer y cayó dormida con las ganas de terminarlo. Alisa no sabía que el día siguiente podía ser su último día viva.
"Una vez Lima.. relato escrito por Esteban Montenegro que nos narra la crisis literaria del protagonista al buscar un tema interesante para escribir. El cuento nos revela que la ciudad de Lima, siempre pletórica de contradicciones, con el amor y odio que genera, puede ser un excelente pretexto para hacer buena literatura.
Una vez Lima...
Yo considero que la imaginación varía dependiendo del individuo. Para algunas personas, su mundo imaginario puede ser oscuro y tétrico, una villa pacífica, ardiendo en llamas, arrasada por los guerreros del odio y la maldad; para otros, un mundo de luces y colores, con prados alegres en los que correr libre con un cielo celeste despejado, donde se respira aire puro. Pero Lima no era una ciudad de aire puro
Eran las 8:30 de la noche. Caminaba de un lado a otro por su habitación. Estaba frustrado. Fastidiado. Molesto. Tenía solo el canto de un gallo para entregar aquella historia y no tenía ni la más mínima idea de qué redactar.
A su costado una libreta marrón con tapa de cuero quebrada por los años de uso. Dentro de ella se encontraban infinidad de palabras sin relación unas con otras. Esa libreta era importante para él. Ahí había escrito sus más conocidos relatos, sus más fantásticas novelas y sus más dramáticos cuentos. Le resultaba gracioso, cuando joven, que lograra redactar grandes historias en menos tiempo, pero ahora a sus 46 años le resultaba casi imposible pensar en un tema.
POEMA DESTACADO 1
Lorraine Benites Mendez
Poema del Narciso
Yo soy la belleza.
Yo soy el Narciso.
Vivo en los claros,
en las lagunas del Olimpo.
La miel que nace en mi tallo
es oro fino en primavera.
Mis ropas y mantos,
hechos de cielo y sol.
Soy
la alegría,
el arte,
musa
y poeta
Yo siento
el azul
de lo más profundo
del mar.
Vivo por la luz y la sangre.
Vivo por el viento;
el sol de mediodía.
Vivo en la miel,
los cantos,
las frutas.
Me escondo en el alma,
la sal,
el color.
No soy como la ruda
O como el noble diente de león.
Yo soy el narciso.
Caballero de tierra, carne y corazón.
Larga cabellera y ojos infinitos
que miran las nubes
en un día de sol.
POEMA DESTACADO 2
Camila González Ríos
El pasar del día
Ha pasado la mañana
caminando frente mí
al despertar mi alma en el día
por risas
y gritos;
la energía del sol
cayéndome en el rostro,
un hilo de luz.
Las tardes te visitan.
Una puerta entreabierta
a la rutina y actividad
Querer separar tiempo;
admirar e imaginar;
la lluvia
te da la mano
y te sumerges cada vez más
en su sombra…,
al pasar el tiempo.
Te acecha la oscuridad de la noche
para ver cuando solo vuelvas a estar;
solo es la observadora
e inofensiva por sí sola.
El tiempo,
verdadero culpable
del arrepentimiento u orgullo
éxito o fracaso.
Es el camino a saber.
Análisis narrativo del cuento "La noche de los feos" de Mario Benedetti
Mario Benedetti
1
Ambos somos feos. Ni siquiera vulgarmente feos. Ella tiene un pómulo hundido. Desde los ocho años, cuando le hicieron la operación. Mi asquerosa marca junto a la boca viene de una quemadura feroz, ocurrida a comienzos de mi adolescencia.
Tampoco puede decirse que tengamos ojos tiernos, esa suerte de faros de justificación por los que a veces los horribles consiguen arrimarse a la belleza. No, de ningún modo. Tanto los de ella como los míos son ojos de resentimiento, que sólo reflejan la poca o ninguna resignación con que enfrentamos nuestro infortunio. Quizá eso nos haya unido. Tal vez unido no sea la palabra más apropiada. Me refiero al odio implacable que cada uno de nosotros siente por su propio rostro.
Nos conocimos a la entrada del cine, haciendo cola para ver en la pantalla a dos hermosos cualesquiera. Allí fue donde por primera vez nos examinamos sin simpatía pero con oscura solidaridad; allí fue donde registramos, ya desde la primera ojeada, nuestras respectivas soledades. En la cola todos estaban de a dos, pero además eran auténticas parejas: esposos, novios, amantes, abuelitos, vaya uno a saber. Todos -de la mano o del brazo- tenían a alguien. Sólo ella y yo teníamos las manos sueltas y crispadas.
Nos miramos las respectivas fealdades con detenimiento, con insolencia, sin curiosidad. Recorrí la hendidura de su pómulo con la garantía de desparpajo que me otorgaba mi mejilla encogida. Ella no se sonrojó. Me gustó que fuera dura, que devolviera mi inspección con una ojeada minuciosa a la zona lisa, brillante, sin barba, de mi vieja quemadura.
Por fin entramos. Nos sentamos en filas distintas, pero contiguas. Ella no podía mirarme, pero yo, aun en la penumbra, podía distinguir su nuca de pelos rubios, su oreja fresca bien formada. Era la oreja de su lado normal.
Durante una hora y cuarenta minutos admiramos las respectivas bellezas del rudo héroe y la suave heroína. Por lo menos yo he sido siempre capaz de admirar lo lindo. Mi animadversión la reservo para mi rostro y a veces para Dios. También para el rostro de otros feos, de otros espantajos. Quizá debería sentir piedad, pero no puedo. La verdad es que son algo así como espejos. A veces me pregunto qué suerte habría corrido el mito si Narciso hubiera tenido un pómulo hundido, o el ácido le hubiera quemado la mejilla, o le faltara media nariz, o tuviera una costura en la frente.
La esperé a la salida. Caminé unos metros junto a ella, y luego le hablé. Cuando se detuvo y me miró, tuve la impresión de que vacilaba. La invité a que charláramos un rato en un café o una confitería. De pronto aceptó.
La confitería estaba llena, pero en ese momento se desocupó una mesa. A medida que pasábamos entre la gente, quedaban a nuestras espaldas las señas, los gestos de asombro. Mis antenas están particularmente adiestradas para captar esa curiosidad enfermiza, ese inconsciente sadismo de los que tienen un rostro corriente, milagrosamente simétrico. Pero esta vez ni siquiera era necesaria mi adiestrada intuición, ya que mis oídos alcanzaban para registrar murmullos, tosecitas, falsas carrasperas. Un rostro horrible y aislado tiene evidentemente su interés; pero dos fealdades juntas constituyen en sí mismas un espectáculos mayor, poco menos que coordinado; algo que se debe mirar en compañía, junto a uno (o una) de esos bien parecidos con quienes merece compartirse el mundo.
Nos sentamos, pedimos dos helados, y ella tuvo coraje (eso también me gustó) para sacar del bolso su espejito y arreglarse el pelo. Su lindo pelo.
“¿Qué está pensando?”, pregunté.
Ella guardó el espejo y sonrió. El pozo de la mejilla cambió de forma.
“Un lugar común”, dijo. “Tal para cual”.
Hablamos largamente. A la hora y media hubo que pedir dos cafés para justificar la prolongada permanencia. De pronto me di cuenta de que tanto ella como yo estábamos hablando con una franqueza tan hiriente que amenazaba traspasar la sinceridad y convertirse en un casi equivalente de la hipocresía. Decidí tirarme a fondo.
“Usted se siente excluida del mundo, ¿verdad?”
“Sí”, dijo, todavía mirándome.
“Usted admira a los hermosos, a los normales. Usted quisiera tener un rostro tan equilibrado como esa muchachita que está a su derecha, a pesar de que usted es inteligente, y ella, a juzgar por su risa, irremisiblemente estúpida.”
“Sí.”
Por primera vez no pudo sostener mi mirada.
“Yo también quisiera eso. Pero hay una posibilidad, ¿sabe?, de que usted y yo lleguemos a algo.”
“¿Algo cómo qué?”
“Como querernos, caramba. O simplemente congeniar. Llámele como quiera, pero hay una posibilidad.”
Ella frunció el ceño. No quería concebir esperanzas.
“Prométame no tomarme como un chiflado.”
“Prometo.”
“La posibilidad es meternos en la noche. En la noche íntegra. En lo oscuro total. ¿Me entiende?”
“No.”
“¡Tiene que entenderme! Lo oscuro total. Donde usted no me vea, donde yo no la vea. Su cuerpo es lindo, ¿no lo sabía?”
Se sonrojó, y la hendidura de la mejilla se volvió súbitamente escarlata.
“Vivo solo, en un apartamento, y queda cerca.”
Levantó la cabeza y ahora sí me miró preguntándome, averiguando sobre mí, tratando desesperadamente de llegar a un diagnóstico.
“Vamos”, dijo.
2
No sólo apagué la luz sino que además corrí la doble cortina. A mi lado ella respiraba. Y no era una respiración afanosa. No quiso que la ayudara a desvestirse.
Yo no veía nada, nada. Pero igual pude darme cuenta de que ahora estaba inmóvil, a la espera. Estiré cautelosamente una mano, hasta hallar su pecho. Mi tacto me transmitió una versión estimulante, poderosa. Así vi su vientre, su sexo. Sus manos también me vieron.
En ese instante comprendí que debía arrancarme (y arrancarla) de aquella mentira que yo mismo había fabricado. O intentado fabricar. Fue como un relámpago. No éramos eso. No éramos eso.
Tuve que recurrir a todas mis reservas de coraje, pero lo hice. Mi mano ascendió lentamente hasta su rostro, encontró el surco de horror, y empezó una lenta, convincente y convencida caricia. En realidad mis dedos (al principio un poco temblorosos, luego progresivamente serenos) pasaron muchas veces sobre sus lágrimas.
Entonces, cuando yo menos lo esperaba, su mano también llegó a mi cara, y pasó y repasó el costurón y el pellejo liso, esa isla sin barba de mi marca siniestra.
Lloramos hasta el alba. Desgraciados, felices. Luego me levanté y descorrí la cortina doble.
FIN
La muerte y otras sorpresas, 1968
Análisis Narrativo “La Noche de los feos”
por Brunella Viale Vásquez
Esta obra está titulada “La noche de los feos”. Pertenecen a “La Muerte y otras sorpresas” (1968). Libro de relatos del autor uruguayo Mario Bennedeti.. Su género literario es narrativo y fue publicado durante el movimiento Boom Latinoamericano”. La temática en general es de orden sentimental. El autor escribió novelas, cuentos, ensayos, críticas y una obra teatral. Se le recuerda principalmente por el género lírico. Algunos reconocimientos son: VII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericano, España (1999) y Premio Internacional Menéndez Pelayo, Santander, España. Su estilo se caracteriza por la sencillez y los diálogos directos, así como la profundidad psicológica de sus personajes.
Se puede determinar que el tema principal de este relato es “El encuentro dichoso de dos personas marcadas por la fealdad”. El tema se puede determinar de esta manera ya que ambos personajes están marcados por una distintiva marca en la cara, el de ella causada por una operación y la de él por un accidente. Al reconocerse ambos con una misma marca de fealdad, pueden relacionarse el uno al otro. Este encuentro dichoso se da cuando ambos personajes deciden tener un momento de intimidad en un escenario oscuro para que ambos puedan experimentar el amor, sin tener que sentirse inseguros por el iluminado escenario.
El primer subtema:“ Observación y reflexión de la fealdad de una joven a la entrada del cine”. El protagonista había sufrido de una quemadura durante su adolescencia la cual le dejó una marca en la cara. En la fila para entrar al cine, se fija en una mujer. Su atención es llamada hacia ella por el pómulo hundido que ella tenía. La mujer al notar que él se estaba fijando en ella, no se sonroja, evidenciando su actitud firme, fría, dura y segura. Ambos empiezan a inspeccionarse con detenimiento e insolencia.
Segundo subtema:” Aproximación sincera, conversación hiriente y propuesta atrevida”. Luego del cine, el protagonista se acerca y le propone charlar en un café o confitería el cual ella acepta. Durante esta conversación, ambos personajes pudieron exponer y conocer las inseguridades y verdades dolorosas del otro. Esto ayudó a una aproximación entre ellos, el cual desemboca en una propuesta del protagonista en tener un encuentro íntimo en la oscuridad total de su casa para que él no la vea y ella no lo vea.
Tercer subtema:” Encuentro dichoso en una habitación a oscuras”. El protagonista cierra las cortinas y apaga las luces del cuarto. Estaban en absoluta oscuridad. Ambos comienzan su encuentro, pero el protagonista decide romper esta mentira en la que los había aprisionado. Su mano asciende a su cara, mientras que con minuciosidad detalla su marca. Posteriormente, la mano de ella también llega a su cara. Este relato finaliza con ambos llorando apreciando la belleza de ellos mismos y del otro.
Narrador: El narrador del texto está en primera persona y es el protagonista. El narrador en primera persona se aplicó así para que el lector pueda identificarse con el relato y para transmitir un mensaje directo en primer plano. Esto me ofrece que nosotros como lectores nos podamos relacionar como el protagonista.
Escenarios: Cine. Durante este escenario, ambos personajes observaron y apreciaron la fealdad del otro. Se pudo remarcar la soledad de ambos personajes ya que las demás personas en ese cine iban con parejas, amigos, familiares o acompañantes, pero ellos iban solos, sin nadie a su lado. Confitería. En este escenario se llevó a cabo el diálogo hiriente que tuvieron los personajes. Ambos pudieron sacar a la luz sus pensamientos. La habitación de un apartamento. En este último escenario se lleva a cabo la intimidad, pero concluye en proximidad entre ellos y en un escenario doloroso, pero de alivio y desahogo.
Personajes: Personaje masculino puede evidenciar una clara baja autoestima y violencia (mental) a sí mismo. La explicación de esto es un evento traumático (quemadura junto a la boca) en su adolescencia. También presenta una dramatización y sobre pensamiento de sí mismo, que refleja una inseguridad. Adicional a esto, expone un odio, infortunio y resentimiento a la vida, pero también expone una curiosidad hacia la fealdad/belleza de los demás. Personaje femenino presenta un pómulo hundido, producto de una operación que le hicieron a los 8 años. Por más que tuviera esta marca, ella presenta una actitud fría, distante, firme, directa, segura y valiente. A pesar de presentar esta actitud, se sentía excluida del mundo por su marca.
Tiempo narrativo: la estructura de esta narrativa es lineal ya que presenta los hechos de forma cronológica.
Tiempo de la historia: la historia ocurre en menos de 24 horas. Entre 10 a 12 horas, ya que comienza en una noche de cine, charla en una confitería, y termina en llorar hasta el alba.
El estilo del texto es narrativo. Predomina la narración y utiliza diálogos directos.
En la narración predominan las oraciones compuestas y está escrita en tiempo pasado. El estilo del autor es bastante detallado. Suele detallar las situaciones y utiliza un vocabulario culto. Algunas figuras literarias son: “Faros de justificación” (metáfora) “quemadura feroz” (metáfora), “Tanto los de ella como los míos son ojos de resentimiento” (metáfora), “oscura solidaridad” (metáfora), “eran auténticas parejas: esposos, novios, amantes, abuelitos, vaya uno a saber” (enumeración), “rudo héroe y la suave heroína” (antítesis), “observaron sus respectivas soledades” (Metonimia) Causa (fealdad) efecto (soledad) “Fue como un relámpago” (símil), Desgraciados, felices (antítesis)
Como conclusión de este relato, se puede decir que el relato es una evidencia de dos personas marcadas por una inseguridad. El texto muestra como una marca puede causar complicaciones en distintas personas. Con el uso de un personaje protagonista en primera persona, nos permite relacionarnos o identificarnos como el protagonista. A través de distintas metáforas y narraciones detalladas, el autor expresa la personalidad y pensamientos del protagonista. También se puede concluir que ya que los personajes no tienen nombres, el autor permite que puedan ser identificados con cualquiera, o hasta con nosotros mismos. Por último, el final de este relato nos posibilita reconocer que para poder amarnos, tenemos que aceptar nuestros defectos, y que nuestra fealdad es a su vez nuestra belleza.
Brunella Viale Vásquez
Aula Juan Pablo II