LA MARIANO
La Mariano no siempre fue La Mariano. Se tuvo que ganar el nombre, y se lo ganó peleando.
Nació de las entrañas de otra escuela, la escuela N° 60 que, para el año 2012, ya no era aquella que se vanagloriaba de ser “del arrabal”. En algún momento, la 60 concentraba el debate del sindicalismo combativo: peronistas vs trostkistas (en minoría, aunque no se notaba). Ese clima comenzó a desvanecerse cuando vino el recambio, a partir de una decisión del gobierno de titularizar docentes. Muchos de los viejos docentes que animaban los debates, esos a los que les tocaron los tiempos de huelgas salvajes, de escuela-rancho de baños precarios, de separar estudiantes retados a duelo de cuchillos; fueron desplazados por los jóvenes egresados de los institutos, que se iniciaron en un edificio nuevo e infinitamente más cómodo, bastante ajenos a la tradición de luchar por salarios y meterse al barro para mantener la matrícula.*
El origen no está del todo claro, como suele ocurrir con las leyendas. Lo cierto es que, aprovechando un resquicio estatutario: el que habilita la creación de escuelas de gestión social (con una serie de condiciones, y reservado a grupos de cierto peso político y afines al gobierno) se coló una iniciativa que ni reunía las condiciones, ni era afín al gobierno. Tampoco tenía peso político; pero, conservaba el fuego de la vieja 60 y abría sus puertas al arrabal.
No sería fácil. La escuela se habilitaba hasta el último día de cada año, y vencían los contratos; los ciclos lectivos comenzaban sin resolución de continuidad, por lo tanto, los docentes trabajan meses y meses sin cobrar un centavo... ¡y trabajaban! Se disponía un plan de supervivencia mínima con los aportes de cooperadora de los estudiantes. Y, se peleaba…
Año tras año, la continuidad del Proyecto Especial-BLA se peleaba en todos los terrenos. En los pasillos del ministerio de educación, y en las calles. Eso (y las trayectorias políticas) le valió el mote de “escuela piquetera”. Pero, también se peleaba en las aulas y en la innovación pedagógica. Era una constante experimentación, a partir de objetivos inusualmente ambiciosos. ¿Cuántas escuelas periféricas habilitan espacios para la preparación intensiva pre-universitaria… para los hijos de carreros y corta-pastos? Lamentablemente, el baño de realidad se lo daba algún estudiante colgando por el cuello de la rama de un árbol. La Mariano aún estaba lejos su Mayo del ’68… todavía tenía (tiene) que crecer.
En esa búsqueda, con la insolencia de los sobrevivientes se propuso como pionera en la vinculación con el sistema de salud. Material, había de sobra: una carencia estremecedora de atención médica; como si el sistema de salud se redujera a la guardia de emergencia en caso de accidente.
Vale recordar la lucha encarnizada por mantener el comedor. Desde el gobierno argumentaban que los comedores escolares correspondían exclusivamente a las escuelas primarias. Pero, para muchos, la cena en La Mariano era la única comida del día. Huelga decir que el comedor continúa, y constituye uno de los pilares de la escuela (y eso que aún no se lo explota como a los antiguos comedores universitarios: como catalizadores de ideas revolucionarias).
A finales del año 2019, La Mariano iba a dejar las comillas para convertirse en la Escuela de Gestión Social N° 15 Mariano Ferreyra. No sería por mucho tiempo. La escuela N° 60 alegaba sentirse amenazada de cierre, coexistiendo con un monstruo que absorbería toda la matrícula, y convocó a la burocracia sindical (diezmada por las desafiliaciones y absolutamente desacreditada por sus vaivenes conciliatorios) y fuerzas vivas para echar a La Mariano del edificio que compartían y exigir al gobierno la derogación de la resolución que creaba la escuela. A principios de 2020 y la pandemia de COVID, La Mariano volvía a foja cero.
Primero fue, encontrar un lugar… que se pudiera pagar. Luego, desplegar la mayor creatividad posible para encontrarle el sentido a La Nueva Mariano. Que el hit de cada verano sea: “Nury está en cana de nuevo”… le da el mayor de los sentidos: la necesidad.
Una conclusión posible podría ser: La Mariano va a tientas, pero va. Subyace la idea de “el proyecto de vida”. El sueño de que los hijos de lo más sumergido de la clase obrera, de los nadies, se realice socialmente, está latente en La Mariano. El gran desafío es aprender cómo hacerlo.