Alimentación para dolor de estómago

Es muy frecuente confundir la dieta blanda con la astringente, pero hay diferencias entre ambas, especialmente en cuanto a las recomendaciones de aplicación y al tipo de alimentos que las componen. Las blandas están indicadas en enfermos con dificultad para masticar, mientras que las segundas se prescriben en dolencias gástricas como el déficit de la enzima DAO.

La palabra «dieta» se refiere a todo plan de alimentación diaria de un individuo o comunidad, aunque es muy frecuente emplear este término como sinónimo de régimen alimenticio de una persona con restricciones a la hora de comer, sean del tipo que sean. En una dieta normal, la proporción de nutrientes se establece en función del aporte energético de cada grupo de alimentos. Así, los carbohidratos deben suponer entre un 55 y un 60 por ciento de la energía total. Las grasas -considerando saturadas, monoinsaturadas y poliinsaturadas- no deben superar el 30 por ciento del total energético, y las proteínas deben cubrir el resto, entre el 15 y el 10 por ciento de las calorías totales de la dieta.

Para una población normal, la energía total de una dieta depende de una serie de variables como la edad, el sexo, la actividad, la lactancia, la gestación, etcétera, pero manteniendo en todos los rangos el porcentaje aportado por cada tipo de alimentos.

Cómo debe ser una dieta

Una dieta, sea normal o restrictiva, debe:

Aportar todos aquellos nutrientes que resulten necesarios para el adecuado mantenimiento de la persona.

Ser variada, de sabor agradable y con buena presentación, para combatir la falta de apetito derivada de algunas situaciones particulares.

Crear buenos hábitos alimentarios que se mantengan a lo largo de la vida

Cuando introducimos modificaciones sobre una alimentación normal, estamos creando una «dieta terapéutica». En este caso, cada régimen debe ser personalizado, considerando los distintos aspectos que condicionan su preparación. Nunca debemos asumir una dieta como válida cuando no ha sido prescrita por un especialista. Esas alteraciones se pueden clasificar según cuatro criterios:

Textura: líquida, blanda...

Frecuencia de las tomas: número de veces en que se reparte el alimento al día, dieta continuada, por sonda...

Cambios cuantitativos: cuántos alimentos de cada grupo se pueden ingerir, modificaciones en la cuantía o tipo de fibra, dieta hiposódica –baja en sal– o hiperprotéica –alta en proteínas–, etcétera.

Cambios cualitativos: alimentos incluidos y excluidos. Sin gluten, sin azúcares, pobre en grasa, vegetariana...

Cada una de estas modificaciones puede tener múltiples aplicaciones: una enfermedad puede requerir distintas dietas, o bien una dieta puede estar indicada en diferentes alteraciones orgánicas.

Purés, sopas, tortillas

La dieta blanda modifica la textura de los alimentos para facilitar su ingestión. Se aplica frecuentemente en aquellas personas cuyas limitaciones físicas -edad, dentición en mal estado, masticación inadecuada o deglución dificultosa-, no permiten alimentos preparados con su textura habitual, sino que han de ser administrados en purés o similares, es decir, como homogeneizado de preparados alimenticios. Se puede seguir durante tiempo prolongado, ya que en principio no tiene limitación de ningún tipo de ingrediente.

Sus componentes son, por definición, fáciles de digerir y están integrados por alimentos líquidos, semisólidos y sólidos blandos. Si se administrara por prescripción médica a pacientes en fase aguda con alteraciones gástricas, el número de tomas y la cantidad incluida en cada una se ajustaría a sus necesidades particulares. También está indicada para personas con limitaciones psíquicas que se niegan a comer y deben ser alimentadas con sonda.

Ejemplo de dieta blanda

Desayuno: café con leche y tostada.

Media mañana: papilla de maizena y zumo de frutas.

Comida: puré de verduras, pescado cocido con una patata y compota.

Merienda: té o café con leche y galletas.

Cena: sopa de tapioca, tortilla a la francesa y manzana asada.

Otros alimentos: sopa de pasta, puré de patata, patata al horno, huevo escalfado, jamón de york, carne de pollo o gallina, natillas, flan, puré o batidos de frutas, papillas de cereales, jaleas, «puddings», infusiones de té y manzanilla, helados y bebidas carbónicas (no «colas»). Las cantidades se establecerán en función de la edad, peso y sexo de los comensales.

Para diarreas y operaciones

La dieta astringente está indicada en situaciones de diarrea aguda y tras algunas intervenciones quirúrgicas del aparato digestivo, cuando no interesa que haya un tránsito intestinal rápido de alimentos. Suele ser de corta duración, hasta que se normaliza la diarrea o el postoperatorio, ya que a largo plazo produciría un estreñimiento crónico por aumento de la presión del colon.

Se denomina dieta baja en residuo, reduciendo el consumo de fibra vegetal a 2 ó 3 gramos por día, lo cual induce una situación de «estreñimiento provocado» que contribuye a normalizar la diarrea. No lleva leche, aunque puede incluirse si el paciente la tolera. Están excluidos los alimentos muy grasos, muy condimentados o con alto contenido de azúcares de incorporación rápida o índice glicémico alto.

Ejemplo de dieta astringente

Desayuno: 1 yogur con 1 cucharada de azúcar, 3 ó 4 galletas.

Media mañana: manzana rallada o compota de manzana.

Comida: consomé, filete de pollo con arroz y pera.

Merienda: té con leche y biscote, dulce de membrillo.

Cena: sopa de tapioca, pescado cocido, crema de plátano.

Otros alimentos: sopa de pasta, patata al horno, ternera a la plancha, huevo escalfado o en tortilla, jamón de york, harina de algarroba, zanahoria cocida, natillas, plátano y melocotón. Las cantidades, como en el caso anterior, estarán en función de la edad, peso y sexo de los comensales.

Importancia nutricional

En condiciones normales, la dieta blanda debe ser lo más completa y variada posible. En situaciones especiales, después de intervenciones quirúrgicas en las que sea adecuado prescribirla, los componentes podrán variar en función de las necesidades calóricas y proteicas de la persona. Esta dieta servirá de puente a una situación posterior en la que se restaurará la alimentación habitual y ordinaria.

La dieta astringente tiene unas características especiales. Su ingesta viene condicionada por una situación orgánica alterada, en la que es necesario evitar pérdidas de líquidos y rehidratar el organismo, de la misma forma que es importante aportar las condiciones óptimas para una normalización digestiva en el menor tiempo posible.