La medicina natural ha sido utilizada para el tratamiento de numerosas enfermedades en el transcurso de toda la historia de la humanidad. Desde la antigüedad se conocen los efectos beneficiosos de numerosas plantas sobre la salud humana, muchas de las cuales han sido utilizadas para curar y prevenir diversas enfermedades.
Es el caso de los hongos comestibles, cuyo consumo se remonta a varios siglos antes de nuestra era, sobre todo en los países asiáticos donde están estrechamente ligados a una cultura ancestral. Se utilizan lo mismo como alimentos, por su buen sabor, que como medicamentos, ya que son una típica fuente reconocida de compuestos fisiológicamente activos.
El término adaptógeno fue acuñado por Brekhman (1980). Los adaptógenos son sustancias de origen vegetal (principalmente) capaces de incrementar la resistencia no-específica del organismo frente a una variedad de agentes estresantes, con la excepción de microorganismos causantes de infecciones bacterianas y virales. . En otras palabras, los adaptógenos aumentan el nivel de adaptación fisiológica favoreciendo una rápida movilización de la energía corporal y de las reservas energéticas bajo condiciones extremas. También favorecen una rápida recuperación de éstas tras situaciones de estrés.
Brekhman en 1958 indica que un adaptógeno se caracteriza por:
• Ser completamente inocuo al organismo; tener una gran gama de acciones terapéuticas; causar alteraciones mínimas, o ninguna, en el organismo; y manifestar su acción solamente frente a un desafío del medio. En general, todas las sustancias adaptogénicas tienen una toxicidad muy baja; i.e. mayor que 15 g/ Kg. En otras palabras; una persona que pesa 70 Kg. debería ingerir 5 Kg. de la droga para alcanzar los niveles en que podrían empezar a aparecer los efectos tóxicos. De acuerdo con la clasificación de drogas de uso comercial en Estados Unidos, los adaptógenos pueden ser clasificados en clase uno, lo que significa que la droga en cuestión es prácticamente no tóxica.
• Tener una acción no específica de aumentar la resistencia a las influencias negativas para un gran espectro de factores físicos, químicos y biológicos.
• Tener una acción ··normalizadora· y armonizadora, e independiente de la evolución del proceso patológico.