Columna Militante Convergente.

Espacio abierto a militantes de comunales, frentes y comisiones que quieran aportar a las ideas y opiniones diversas sobre temas partidistas o de relevancia nacional. 

Tan Cerca y Tan Lejos, pero con la esperanza intacta. 

Por Nayati Mahmoud, Encargada Politica Comunal Las Condes

Quien diría que solo hace un año celebrábamos la instalación del Gobierno de nuestro Presidente Gabriel Boric. Hoy mientras estábamos desde temprano en la Plaza de la Constitución, hacíamos memoria de lo cerca y lejano que se siente este año.  Sentíamos la sensación de que un año normal había pasado tan rápido, pero el año de militancia había sido intenso y lento. Es que no ha sido un año fácil, más bien ha sido intenso. Un año que desde el inicio se ha trabajado para lograr los cambios sociales que el pueblo de Chile anhela y merece. Un año donde todo un Gobierno ha trabajado transformando la vida de las personas y con la misión de caminar hacia un país menos desigual y con mas justicia social. 

Así pues, nos quedan tres años de seguir conjuntamente entre gobierno, militancia y ciudadanía. ¡Seguimos adelante por un Chile mejor!

Y de ahora en adelante no diremos  ”seguimos”, sino que pondremos nuestras esperanzas en ¡avanzamos!




Columnas de Andrés Kogan.

Andrés Kogan Valderrama. Sociólogo. Diplomado en Educación para el Desarrollo Sustentable. Magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea. Con cursos de Doctorado en Estudios Sociales de América Latina. Profesional de la Municipalidad de Ñuñoa. Integrante de Comité Científico de Revista Iberoamérica Social. Director del Observatorio Plurinacional de Aguas www.oplas.org y activo militante CS del comunal Las Condes .

Axel Kaiser y la desigualdad como problema de envidiosos

"Quieren instalar la idea de que quienes cuestionamos las desigualdades, quisiéramos quitarle la riqueza a quienes tienen más por capricho, como si el problema pasara por un tema individual de envidia, más bien psicológico, y no una crítica política a un sistema que genera desigualdades en distintos ámbitos de la vida..." 


Puede parecer ridículo preguntarse si la desigualdad es un problema de envidiosos, dentro de un contexto mundial en donde la concentración de la riqueza ha aumentado ampliamente durante la pandemia, pero pareciera que buena parte de la elite lo cree, más allá de que solo unos pocos lo digan públicamente.

Es el caso del abogado y director de la Fundación para el Progreso, Axel Kaiser, quien ha venido sosteniendo en reiteradas ocasiones la idea de que no solo la desigualdad no es un problema para los países, sino que las izquierdas han construido teorías para racionalizar y justificar la envidia en la sociedad, tomando como referencia el trabajo del sociólogo Helmut Schoeck .

Es así como rescata lo señalado por Shoeck, en lo que refiere a que el progreso humano respondería justamente gracias a la reducción de la envidia de las sociedades, la cual la mejor forma de controlarla sería gracias a la expansión de la competencia y del libre mercado, dejando fuera cualquier tipo de intervención estatal.

De ahí que como buen exponente de la nueva derecha mundial nacional libertaria, políticamente incorrecta y negacionista, Kaiser señale que la demanda por justicia social sea una forma elegante de defender el resentimiento social, al solo buscar quitarle a los que más tienen, ante la incapacidad de muchos por salir adelante solos.

En otras palabras, para Kaiser, que algunas personas o grupos económicos concentren la riqueza, como pasa en Chile, en donde el 1% se lleva el 49.6% de la riqueza del país , no sería un problema, ya que según él sería el resultado del esfuerzo individual de aquellos que han alcanzado esos niveles de acumulación.

Es por esto, que la desigualdad sea visto como algo inevitable y natural para él, y por tanto, solo nos deberíamos preocupar de mejorar las condiciones materiales mínimas de los más pobres entre los pobres, a través de una focopolítica, totalmente indiferente a la concentración del poder imperante y a los niveles de participación de la democracia existente.

Ante esto, para este discurso de esta nueva derecha, poco y nada le importan las recomendaciones de organismos internacionales y de la propia ONU, en lo que respecta a la redistribución de los ingresos, a través de impuestos y reformas tributarias, tildándolos de meros agentes del globalismo y del marxismo cultural.

Para qué hablar de las desigualdades no sólo de ingresos, sino también de género, territoriales, informativas, sanitarias, educacionales, ambientales, energéticas, sexuales, étnicas, habitacionales, por esperanza de vida, las cuales no solo son negadas, sino también denostadas y ridiculizadas por esta nueva derecha.

En consecuencia, quieren instalar la idea de que quienes cuestionamos las desigualdades, quisiéramos quitarle la riqueza a quienes tienen más por capricho, como si el problema pasara por un tema individual de envidia, más bien psicológico, y no una crítica política a un sistema que genera desigualdades en distintos ámbitos de la vida, despolitizando así el tema y cayendo en un análisis simplificador y reduccionista de los procesos sociales.

Es más, usando el mismo argumento de Kaiser, extraído de Schoeck, de que la envidia se daría más entre los seres humanos que tienen pequeñas diferencias y más cercanía, que con quienes la diferencia es mucho mayor, solo termina por refutar lo que sostiene, ya que la crítica a la desigualdad es justamente a nivel estructural, en tanto jerarquías y privilegios, y no si mi vecino o compañero de trabajo le va mejor que a mi económicamente.

Por otro lado, el tema tampoco pasa con que envidiamos las fortunas de algunos multimillonarios, como lo puede ser Elon Musk, Jeff Bezos, Bill Gates, o en el caso chileno, la familia Luksic, Julio Ponce Lerou o Sebastián Piñera, sino en ver que el poder económico se relaciona directamente con el poder político, lo que termina concentrando la toma de decisiones y pone en riesgo la democracia finalmente.

Asimismo, usar la envidia como causa de todos los males de la sociedad, es pensar que las mujeres le tienen envidia a los hombres por demandar igualdad de género o que los indígenas le tienen envidia a los no indígenas por demandar reconocimiento, omitiendo la existencia de sistemas patriarcales y coloniales, que se mantienen hasta el día de hoy.

No verlo así, es creer que las desigualdades son el producto de un sistema meritocrático, en donde el éxito de las personas pasa puramente por el esfuerzo de cada uno, y no por una red de contactos y de círculos cercanos, lo cual sigue siendo determinante para el éxito de las personas en todos los aspectos.

Es lo estudiado por el sociólogo Shamus Khan, quien en un estudio etnográfico de las elites en Estados Unidos , nos mostró cómo esas mismas elites aprenden a no verse como una clase, sino como individuos llenos de talentos y más trabajadores que el resto, lo que explica porque aparecen este tipo de discursos tan disparatados sobre la envidia para justificar la desigualdad.

Dicho lo anterior, no estaría mal que Axel Kaiser empiece a ver un poquito más allá de sus narices, y deje a un lado tanto fanatismo junto, el cual busca encubrir con planteamientos sociológicos que no tienen ningún respaldo empírico. ( Por Andrés Kogan , 4/11/2022)



Bruno Latour y una sociologia planetaria.

La reciente partida del pensador francés Bruno Latour es sin lugar a dudas una gran pérdida para quienes hemos seguido su trabajo por su enorme contribución para los tiempos actuales y que creemos en la necesidad urgente de un giro en cómo hemos entendido la sociología tradicionalmente.

A nivel personal y biográfico, mi acercamiento al trabajo de Latour fue en el año 2008, luego de titularme como sociólogo en la universidad en Chile y leer la versión traducida al castellano de su libro Reensamblar lo social: Una introducción a la Teoría del Actor Red .

La lectura de aquel libro, transformó radicalmente mi forma de concebir la disciplina y ampliar un canon de pensamiento que históricamente ha sido dominado por una concepción antropocéntrica de lo que entendemos como social y una mirada de lo ambiental específica, como si fuera solo una mera subdisciplina.

Es así, que si bien mi formación como sociólogo, a nivel teórico como metodológico, incorporó a las grandes tradiciones epistemológicas de las Ciencias Sociales europeas, han sido incapaces en buena parte de ellas en salirse de la separación histórica moderna entre cultura y naturaleza, sean estas funcionalistas, estructuralistas, fenomenológicas, marxistas o sistémicas.

Es cosa de revisar algunos conceptos sociológicos fundamentales para la disciplina, como lo son la lucha de clases, diferenciación funcional, división del trabajo, campos sociales, sistemas sociales, mundos de la vida, aparatos sociales, estructuras sociales, los cuales han excluido de su análisis la capacidad de agencia de lo no humano.

De ahí la interesante y ecléctica crítica posthumanista realizada por Bruno Latour a toda una larga tradición sociológica , que ha empobrecido la noción de lo social, la cual se ha reducido a relaciones entre seres humanos solamente, como si la sociedad fuera un dominio autónomo y capaz de sostenerse por sí mismo.

Ante esto, que Latour nos haya propuesto una mirada constructivista de un mundo socionatural y sociotécnico, pero que incorpora de manera simétrica a los no humanos en la producción del planeta, lo que es sin duda una ruptura enorme con la separación y dicotomía entre Ciencias Sociales y Ciencias Naturales.

No es casualidad por tanto, que Latour se haya vuelto un autor imprescindible para dar respuesta a la crisis ambiental que nos encontramos, la cual se ha vuelto la principal amenaza de nuestros tiempos y una problemática que es imposible entenderla desde miradas reduccionistas del conocimiento.

 En otras palabras, la mirada de Latour nos ayuda a comprender las causas y consecuencias ecológicas del Antropoceno, entendido este como época geológica generada por la acción humana, iniciada desde el nacimiento de la agricultura y profundizada con la Revolución Industrial, la cual está poniendo en peligro las condiciones mínimas para la reproducción de la vida en el planeta.

Lamentablemente, lo ambiental sigue siendo visto como un área específica de investigación o intervención, en donde la política institucional no ha sido capaz de entregarnos alternativas sostenibles para vivir en la Tierra, profundizando así modelos económicos productivistas y extractivistas, que han heredado las bases antropocéntricas del proyecto moderno.

En consecuencia, seguimos experimentando el mundo como si no fuéramos parte de este, sino como meros individuos completamente separados de lo que entendemos como Naturaleza, la cual la vivimos como algo externo a nosotros, a pesar de los cada vez más frecuentes efectos de la crisis ambiental.

Frente a aquello, Latour tome la noción de Gaia, que al igual que otras denominaciones más integrales y relacionales como Pachamama o Madre Tierra, son mucho más amplias que la idea occidental y colonial de Naturaleza, ya que es construida por todos los seres vivos de manera conjunta y entrelazada, y no como algo exterior a nosotros mismos.

Por lo mismo, fenómenos generados por la crisis ambiental, como lo son la desertificación, deforestación, migración climática, derretimiento de los polos, extinción de flora y fauna, falta de agua dulce, aumento de incendios, huracanes, nos obligan a replantearnos cómo estamos viviendo y construir así un horizonte distinto.

Tomando en consideración todo lo anterior, el cómo nos relacionemos socioamentalmente es clave, y más aún en una región como América Latina y el Caribe, debido a su enorme biodiversidad e importancia de sus bienes comunes naturales para toda la Tierra, por lo que la lectura de Latour se vuelve una invitación a concebir y experimentar el planeta desde un lugar que pareciéramos querer seguir tomando distancia a pesar de todo lo que ha pasado. (Por Andrés Kogan, 14/10/2022)


Petro y una nueva integración regional por la vida.

El reciente 77° período de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York, si bien no mostró un discurso unificado de América Latina y el Caribe por parte de los distintos presidentes de la región que estuvieron presentes en aquella instancia, sí lo planteado por Gustavo Petro nos entrega ciertas esperanzas al respecto.

Lo planteo ya que el discurso del presidente de Colombia fue capaz de plantear dos de los temas más importantes para la región de manera entrelazada, como lo son el fracaso de la guerra contra las drogas y la lucha contra la crisis climática, las cuales no solo no han tenido los resultados esperados, sino que han profundizado sus consecuencias negativas.

De ahí que Petro, de manera muy inteligente, use la expresión guerra contra la selva amazónica para ilustrar el daño que han generado las políticas prohibicionistas y ecocidas en la región, promovidas por un sistema global de producción y de acumulación de riqueza contra la vida, basado en la explotación de carbón, petróleo y en un consumo ilimitado, el cual ha traído miles de muertos y una destrucción de la biodiversidad irreparable.

No por nada América Latina y el Caribe es la región con más muertos por homicidios en el mundo y que más se asesinan defensores ambientales en el planeta, dentro de un contexto en donde el narcotráfico y el extractivismo parecieran ser los grandes ganadores, mientras las comunidades han tenido que lidiar con procesos de militarización de sus territorios, que solo terminan reproduciendo la violencia.

Frente a esto, la necesidad de retomar un nuevo camino de integración regional, que ponga en el centro la seguridad de las personas y la construcción de modelos económicos sostenibles con la Naturaleza, se hace indispensable en estos tiempos, en donde las condiciones mínimas de reproducción de la vida están en peligro y la adicción a las drogas, al dinero y al poder, solo nos destruyen como sociedad.

Habrá quienes dirán que la integración regional fracasó y no generó una alternativa real para los países de América Latina y el Caribe, luego de la creación de organismos como la Unasur, la Celac y el Alba, promovida principalmente por los llamados gobiernos progresistas desde los 2000 en adelante, generando una institucionalidad regional débil frente a las grandes potencias mundiales.

No obstante, si bien es cierto que aquella integración regional no puso en discusión de manera seria ni el prohibicionismo, a través de una idea de regulación de las drogas, centrada en la prevención y la salud pública, ni tampoco el extractivismo, a través de una idea de transiciones postextractivistas, la urgencia climática y por la paz en la región seguirán demandando alternativas.

Frente a esto, se vuelve muy esperanzador que Petro convoque a toda América Latina y el Caribe para unirse para salvar la selva amazónica y destinar recursos para la defensa de la vida, en vez de destinar el dinero a las armas y a guerras que solo benefician al gran capital concentrado, que no quiere la paz ni mucho menos la justicia social, económica y ambiental.

Para impulsar una nueva integración regional y que el discurso de Petro no solo se quede en palabras, es importante que los distintos Estados de la región entiendan que la competencia entre nuestros países solo beneficia a las grandes corporaciones mundiales y a potencias militares y económicas como China, Rusia y Estados Unidos, que no quieren vernos juntos, sino separados, para seguir impulsando guerras contra la vida.

Por lo mismo, el rol de Brasil es clave para la región, al ser el país más fuerte económicamente y con más población, por lo que de salir elegido nuevamente como presidente Lula Da Silva, que pareciera ser lo más probable, no debiera cometer los mismos errores de aquella integración progresista pasada, iniciada en los 2000, la cual terminó subordinada al Consenso de los Commodities finalmente.

Por el contrario, llegó el momento de que la región se piense como un bloque en serio, y que proteja su enorme diversidad cultural y natural, a través de políticas comunes económicas, industriales, ambientales, migratorias, científicas, de seguridad, de salud y de educación, que hagan frente a los grandes desafíos que tenemos como humanidad, los cuales nos abren la oportunidad de transitar por el camino de la paz y los buenos vivires.

(Por Andrés Kogan, 28/09/2022)