Qué interesante resulta este tema sobre cómo abordamos diferentes situaciones, ¿no crees? Es fascinante observar cómo intentamos abarcar tantos aspectos de la vida, tan variados y extensos. Sin embargo, en algunos casos específicos, esta actitud puede volverse incluso un trastorno o una obsesión enfermiza, llegando a convertirse en una patología, como el primero mencionado, lo cual resulta perturbador...
El punto es que, aunque es importante mantener cierto grado de control sobre nuestras acciones y decisiones, también es crucial aprender a dejar ir el control en aspectos más amplios de la vida y fluir con lo que comúnmente llamamos "destino", como si fuéramos parte de la corriente de un río.
NAVEGAR ENTRE EL CONTROL Y LA ACEPTACION
Quizás te pase (en ocasiones) que incurras en sensaciones de angustia, que te indican que no tenés el control de la vida, de tu vida, porque resulta que la idea de tener en las manos “las riendas de la vida” es por supuesto una cuestión legitima, todos queremos o pretendemos que todo marche de acuerdo a nuestra planificación, ¿verdad? Déjame decirte que no, ¡no tenemos el control de lo que pasa AFUERA! No lo tenemos.
Existen muchísimos factores que nos condicionan, pero algo que sí es cierto, es que son los factores internos los que también condicionan: nuestros, pensamientos, emociones, nociones e ideas sobre una u otra cosa, y por lo tanto nuestra conducta.
Como elementos externos, las personas cercanas o no, con motivaciones personales o no, hay gente que nos condiciona a que obremos de una u otra forma, o que seas reactivo. Pero acá sí tenemos el control, ahí si podemos elegir como reacciones.
EQUILIBRIO DEL CONTROL PERSONAL
Aquí es donde debemos empezar a comprender que ceder el control del curso de la vida no implica renunciar al control que tenemos sobre nosotros mismos; como mencionaba antes, esta es una de las áreas donde sí mantenemos el poder.
En este sentido, entregarnos al "destino" nos permite aceptar las cosas tal como son en realidad, sin depender de opiniones ajenas, y fomentar un enfoque interpretativo y reactivo ante personas o situaciones.
APRENDER A SOLTAR Y CRECER
La necesidad de control es miedo; el deseo de controlarlo todo refleja ese miedo.
Podemos temer que las cosas no sucedan como deseamos, que se presenten desafíos que nos pongan a prueba, pero precisamente ahí radica lo positivo. Creer que tenemos el control absoluto no garantiza que nuestros planes se cumplan según lo esperado.
Por ello, soltar el control es fundamental para aprender a aceptar las circunstancias tal como son. Aunque en ocasiones resulte complicado, es crucial abrir los ojos, ya que el afán por controlarlo todo es simplemente miedo: miedo al fracaso o miedo a la incertidumbre.
Además, querer controlarlo todo es también una señal de inseguridad, aunque tratemos de negarlo de mil maneras, la realidad permanece. Avanzar hacia la aceptación implica entender que las cosas suceden por alguna razón, conforme deben suceder, aunque experimentemos impotencia, frustración o tristeza. La realidad no cambiará; ese es el camino que debemos recorrer. Es a través de esos desafíos que aprendemos, luchamos y crecemos.
DESAFIANDO AL MIEDO Y LA INSEGURIDAD
Plantar cara al miedo y la inseguridad no es una tarea sencilla, pero tampoco es tan complicada como parece. Para empezar, es fundamental aprender a valorarnos: cada individuo es invaluable, y debemos cuidar, querer y respetar nuestra propia singularidad.
Es crucial extraer aprendizajes de cada situación vivida, sin aferrarse al pasado ni resentirse con quienes nos han hecho daño. Liberarse del peso del pasado y considerarlo como parte de nuestro aprendizaje nos brinda una sensación de libertad y felicidad al enfrentar las adversidades.
Asimismo, es necesario redefinir estratégicamente todo aquello que hayamos aprendido anteriormente. El exceso de pensamiento negativo surge a raíz de una serie de experiencias desafortunadas, lo que conlleva a más problemas si nos enfocamos únicamente en ellos. Es esencial comenzar de nuevo.
Cambiar la perspectiva ante los desafíos es otro aspecto crucial. Los problemas pueden ser vistos como oportunidades disfrazadas, aprendizajes que en el momento no son evidentes. Sustituir la palabra "problema" por "situación" o "circunstancia" transforma nuestra actitud, generando un abanico de posibilidades. Aprender de nuestras emociones, miedos y dudas nos ayuda a fortalecer el carácter, construir resiliencia y acumular experiencia.
Mantener una mentalidad positiva es fundamental. Cultivar pensamientos optimistas, enfocarnos en la energía positiva y liberar endorfinas nos permite experimentar la incomodidad con actitud y convertirla en impulso para alcanzar nuestras metas.
PARA CERRAR, EL APRENDIZAJE
Querer controlarlo todo tiene consecuencias destructivas, como el estrés, los ataques de pánico, la angustia y la disociación, llevándonos a la desesperación. Podemos percibir todo como un desastre constante, desarrollando miedo y desconfianza en cada aspecto de nuestras vidas.
En el coaching, aprendemos a identificar lo que sí podemos controlar y actuamos en consecuencia para avanzar hacia nuestros objetivos. Es fundamental aprender a autocontrolarnos, manejarnos de manera adecuada ante personas, situaciones, impulsos y pensamientos, evitando la negatividad que solo perpetúa el problema.
Además, es crucial manejar el miedo de manera efectiva; debemos utilizar la reacción y el impulso del miedo como motivación para avanzar, para superarnos, en lugar de permitir que nos paralice. Una vez que interiorizamos esta lección, experimentamos una profunda satisfacción al lograr nuestros objetivos, lo cual nos prepara para enfrentar nuevos desafíos con confianza y determinación.
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