Elvia Rosa Castro

(Cuba, 1968)

Curadora independiente, editora y escritora.


CONCEPTUALISMO Y CINISMO…TELA, MUCHA TELA

“Nunca hacía nada mejor que cuando no hacía nada (…)”.

Catón

Finalizando el Cuatrocientos antes de Cristo, el poeta griego Agatón, joven y de afeminados modales, recibió el premio de la tragedia, acontecimiento que aprovechó para agasajar a su maestro Sócrates y a algunos amigos con una suntuosa fiesta que después daría pie al Banquete, diálogo de Platón, el de todos los diálogos. Un pretexto o un ser percibido y ya este filósofo armaba su discurso, excelentemente estructurado, en boca de otros, convirtiéndolos en personaje eterno y portavoz de lógicos argumentos. Así fue llevado al Fedón, como uno de los acompañantes de Sócrates al morir, y al Sofista y al Cratilo, sólo por alusión, Antístenes de Atenas, también discípulo de Sócrates y fundador de la Escuela Cínica, quien además influyó en las Memorables de Jenofonte, sobre todo en la noción de autarquía como ausencia de necesidades.

Veamos cómo Antístenes es presentado por Platón en el diálogo Sofista, de manera satírica, siendo objeto de refutación en boca del eleata. De intelecto pobre, dice el dialoguero:

Elean Stranger. “We speak of man, you know, and give him many additional designations; we attribute to him colors and forms and sizes and vices and virtues, and in all these cases and countless others we say not only that he is man, but we say he is good and numberless other things. So in the same way every single thing which we supposed to be one, we treat as many and call by many names.

Theaetetus. True.

Elean Stranger. And it is in this way, I fancy, that we have provided a fine feast for youngsters and for old men whose learning has come to them late in life; for example, it is easy enough for anyone to grasp the notion that the many cannot possibly be one, nor the one many, and so, apparently, they take pleasure in saying that we must not call a man good, but must call the good good, and a man man. I fancy, Theaetetus, you often run across people who take such matters seriously; sometimes they are elderly men whose poverty of intellect makes them admire such quibbles, and who think this is a perfect mine of wisdom they have discovered” (Plato 1921: 393).

Antístenes pretendía un aterrizaje de la teoría platónica de las ideas, por lo que un día dijo al filósofo: “Mi querido Platón, yo veo bien un caballo, pero no veo una caballeidad”. Se dice que obtuvo la siguiente respuesta: “Claro, porque tú tienes ojos, pero no entendimiento”. A pesar de que Antístenes fue el pionero y sé que escribió bastante, su nombre ha sido opacado con creces por otro que ha traído grandes confusiones: Diógenes. Al fin y al cabo pocos nos acordamos de Sören Kierkegaard cuando se habla de existencialismo. Sucede así con Antístenes, aunque en realidad creo que no es el ejemplo más feliz. A Kierkegaard hay que volver una y otra vez, además de que podemos consultar su producción teórica, mientras que de Antístenes poseemos sólo una alusión, un boceto. O una refutación. Existe como una toma “subjetiva”.

Diógenes, en cambio, ha corrido con mejor fortuna, pues aunque se dice no escribió, fue más radical, más egocéntrico, más pintoresco digamos. A este, al que me refiero, no debe confundírsele con Diógenes de Apolonia, también filósofo, ni Diógenes Laercio, historiador griego del siglo III.

El cínico era Diógenes de Sínope, desterrado de esta ciudad del Asia Menor (ahora Turquía) por reacuñar monedas falsas (423-327 a.C), acontecimiento reeditado en el gesto artístico del brasileño Cildo Meireles.

En el año 1970 Cildo Meireles realizó una obra titulada Inserciones en circuitos ideológicos: Proyecto Billete. El gesto consistió en hacer circular billetes apócrifos de cero cruceiro y cero dólar al tiempo que tomaba billetes “reales” extraídos de la circulación, los cuales intervino acuñándoles cáusticas preguntas referidas a la situación de Brasil por esos años. Evidentemente se trata de un remake, homenaje, reedición, etcétera, etcétera. El padre de Diógenes, que era banquero, falsificó monedas, hecho del que participó el adolescente. De ahí que fuera expulsado de la ciudad.

Estamos en presencia de una vocación de cinismo precoz. La falsía y el hurto simbólico (o el pastiche de maneras conductuales) se encuentran en la base de esta corriente filosófica. Con diferentes objetivos –obtener más dinero y criticar la sociedad-, el modus operandi es idéntico en su esencia.