El Juego de Pelota de Chichén Itzá, con sus 168 metros de largo y 70 metros de ancho, no solo es el más grande de Mesoamérica, sino también el más destacado en el mundo maya.
Construido aproximadamente en el año 900 d.C., durante el periodo Clásico Terminal, esta cancha supera en tamaño a todas las estructuras similares en México. Su diseño es notable por sus dos largas paredes paralelas y gradas en tres de sus lados, una disposición poco común en comparación con otras canchas de juego de pelota.
Los relieves en las bancas que rodean la cancha, particularmente en los lados este y oeste, presentan escenas ceremoniales detalladas, mostrando equipos de siete jugadores ricamente vestidos, rodeados de una simbología profunda. Estas escenas incluyen la representación de un sacrificio ritual, específicamente la decapitación del líder de un equipo por parte de otro.
Otra característica única de esta cancha es la presencia de anillos en forma de serpientes emplumadas entrelazadas, situados a una altura inusual sobre el talud. Esto sugiere que el juego de pelota aquí se jugaba siguiendo reglas o modalidades diferentes a las de otras canchas mayas.
Hacia el norte de la cancha se encuentra el Templo de los Jaguares, que alberga un mural con representaciones adicionales de ceremonias. Este templo complementa la importancia cultural y religiosa del Juego de Pelota en Chichén Itzá, destacando su rol central en las prácticas ceremoniales mayas. La cancha de juego de pelota es, por tanto, un testimonio impresionante de la sofisticación cultural, deportiva y religiosa de la civilización maya.