Maestros

CUALIDADES del MAESTRO del MINISTERIO de NIÑOS

Conversión a Dios

Enseñar los caminos del Señor es privilegio exclusivo para quienes han nacido de nuevo. Nacer de nuevo quiere decir arrepentirse y confiar en Jesús quien murió por nuestros pecados en la cruz. El que no es salvo está cegado espiritualmente y por lo tanto no puede conducir a otros al Señor ni entender el camino de la Salvación. Jesus dijo: Si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo.

Buen testimonio

La vida del Maestro debe estar respaldada por un testimonio intachable, pues caso contario su trabajo será en vano.

Sinceridad

Es indispensable que seamos sinceros y sin motivación indigna. Por ejemplo, uno no debe buscar ser maestro para lucirse o para dejar una buena impresión ante sus compañeros. Despojémonos de todo egoísmo. Trabajemos porque el amor de Dios llena nuestros corazones. Todo lo que hacemos debe ser hecho de corazón, como para el Señor y no para los hombres. La sinceridad del maestro será reconocida por los niños.

Aptitud para comunicar

Capacidad para enseñar y estimular el aprendizaje son cualidades necesarias. Cuando uno habla sin inspirar o motivar a los niños, está hablando en vano. Es difícil comunicar lo que no creemos de todo corazón y lo que no nos llena de entusiasmo. Cada día debemos avivar el fuego del don de Dios que mora en cada Maestro.

Maestro que vive en la oración

El maestro sincero siente la necesidad de orar pidiendo al Señor:

—Por sí mismo, para que sea un obrero humilde, comprensivo, paciente y persistente con sus niños que Dios confía en sus manos.

—Por su mensaje, para que el Señor le dé luz espiritual.

—Por sus pequeños, puesto que hay que orar por cada uno en particular porque la oración eficaz del justo puede mucho.

Diligente

Como maestros tenemos que estudiar cuidadosamente:

1. Nuestro mensaje, pues es preciso deleitarse con las Escrituras y preparar la Enseñanza hasta que nuestra propia alma esté conmovida.

2. Nuestros niños que asisten al Servicio, pues hay que observar las costumbres, los anhelos, las capacidades y los hogares de cada uno de ellos.

3. Nuestros métodos de enseñanza. Estos deben ser interesantes, dinámicos y efectivos. Aun el método que tiene mayor éxito se vuelve obsoleto con el tiempo. El maestro diligente nunca deja de aprender y busca siempre los métodos que resulten en mayor beneficio para sus niños.

Responsabilidad

Puntualidad: Sugerimos que el maestro llegue a la clase por lo menos quince minutos antes de la hora. Es mandatorio tener en orden el aula y su material didáctico y recibir en la iglesia con un abrazo a los niños y padres de familia según van llegando.

Cumplimiento: En ocasiones cuando tenga que ausentarse, el maestro responsable busca un reemplazo y avisa con anticipación a los Maestros encargados.

Sacrificio

Un espíritu de sacrificio es conveniente y necesario. Nuestro servicio requiere dedicación de tiempo, esfuerzo en oración y estudio, y el estar dispuestos a entregar nuestro corazón en bien de los niños. El amor se mide por el sacrificio. Jesús nos amó y se entregó su vida misma por nosotros. El maestro que ama a su clase la llevará en el corazón y estará dispuesto a sacrificarse para ganarla para Cristo y guiarla en los caminos del Señor.

Veamos la necesidad de dedicar nuestra mente entera a la preparación; dedicar el alma entera en la presentación; y dedicar la vida entera a la ilustración de la lección.

Señor, que nuestro tiempo esté consagrado a tu gloria, que nuestras palabras solo expresen todo tu amor y tu sagrada voluntad.