Los finales de curso siempre me han provocado perturbaciones en el campo de energía de la fuerza. Se trata de un proceso de culminación del proceso de enseñanza-aprendizaje, donde la docente debe de reflexionar sobre su praxis educativa.
Llegados a este punto, no puedo evitar filosofear y divagar por los rincones perdidos de mis dendritas y preguntarme, ¿de verdad estoy haciendo un buen trabajo?
No puedo evitar llegar a una conclusión, puedo seguir mejorando. Mejorando porque ser docente es asumir ser un aprendiz eterno. Nunca se deja de aprender a nivel profesional ni de los estudiantes.
Este año que he terminado mi especialidad educativa en tecnología educativa he aprendido bastante académicamente, pero sin dudas este ha sido el año que más he aprendido de mis estudiantes. De los followers y de los haters porque si algo tengo claro en todo este tiempo que llevo como docente, es que enseñar es asumir ser un fracaso contínuo pero nunca fracasar de la misma manera, sino mejorar, renacer de las cenizas y entender que no vas a poder llegar a todos, no de la misma manera y que no todos entenderán tus métodos ni formas.
Lo diferente asusta y en el momento que no eres el típico docente que acude a clase, lee una presentación y se va. No sacar a los estudiantes de su zona de confort, fomentar el pensamiento crítico tiene un precio y ese precio cuando traspasa lo personal; a veces es demasiado caro.
Por ello, teniendo en cuenta que no soy perfecta y que tengo mucho que mejorar este año de todas las enseñanzas que me llevo, resaltaría sin ninguna duda que siempre tenderé la mano a todo aquel que quiera aprender, que ayudaré a crear el andamiaje de su conocimiento a quién esté dispuesto, pero no se puede forzar que cojan tu mano pues en el momento que se fuerza, no sale bien. En el momento que sin quererlo, eres un espejo para el estudiante y se ven así mismos, no todo el mundo reacciona igual y no merece la pena ser el centro del caos de alguien, cuando tu intención es ayudar a alcanzar su potencial.
Sin ninguna duda, doy gracias a este curso por el apoyo recibido de mis estudiantes quién en los momentos de oscuridad cuando dudaba sobre que lado de la fuerza caminar, me han recordado porqué merece la pena seguir siendo un jedi.
Gracias por este curso, que me ha permitido aprender y crecer como profesional, me despido hasta el próximo parafraseando al grupo shinova:
«Gracias por tanto
Por la risa y el llanto
Gracias por ser parte de mí
Gracias por tanto
Por dulce o por amargo
Gracias por ser parte de mí
Por ser parte de mí»
-Shinova, Te debo una canción-