Este curso académico tengo la gran oportunidad de tutelar a una alumna del máster de profesorado, es decir, soy su tutora de prácticas y tengo el gran deber de guiarla en su camino en la enseñanza.
Tiempo atrás, en mis inicios cuando hice el máster de profesorado tuve la gran oportunidad de tener una buena tutora. Profesora del estilo clásico pero con ganas de aprender, actualizarse y de ofrecer una gran calidad de ensenñanza. De carácter férreo, que no dudó en ningún momento en apostar por mí y mis locuras. Tuve carta blanca y pude experimentar las distintas metodologías de aprendizaje con su alumnado.
Es cierto, fue en el ciclo de emergencias sanitarias. Un grupo de estudiantes muy hetergéneo, de amplio rango de edad que cometieron el error de dejarse llevar por mi juventud y «mi cara de niña buena». Hasta que abrí la boca y no necesitaron mayor explicación. Estaba donde estaba por mis capacidades y no dudaba. Creía en mi, mi seguridad y manera de proyectarla hizo que ellos no dudaran de mi. Aprendí, aprendí mucho de ellos.De hecho sin esos alumnso y sin mi tutora, no sería quién soy ahora a nivel docente pero la lección más valiosa que me llevé, fue que ser profesora es asumir ser un fracaso continuo. Es entender que la mayor virtud del fallo, es el aprendizaje. La autocrítica y que muchas veces me caería. Es en esa caída, donde el docente debe elegir su lado de la fuerza. Echar la culpa al alumnado de que no hacen lo que tu quieres o mirarse al espejo y preguntarse, ¿qué puedo hacer yo para cambiar esto?
Para mí el fracaso es una virtud, una virtud que me permite crecer cada día un poco más.
Pero claro, esta fue mi experiencia. La vida enseña que no hay dos experiencias iguales y ayer en el aula, con mi alumna de prácticas viví lo que pudo haber sido mis prácticas. Todos fueron muy educados pero no pude evitar ver en los ojos de mi alumna, que todo lo que le habían contado en el máster era una quimera. Se esforzó, preparó una buena clase y al ponerlo en práctica, entendió que lo que te enseñan en ese máster no se adapta a la vida real y sobrevivió.
¿Qué está ocurriendo con la formación de los profesores? ¿Cómo es posible que lo enseñado no permite al docente fraguarse? ¿Ser docente no se aprende? ¿Ser profesor, saber comuncicar debe ser una capacidad innata? ¿Cómo se debe de formar a los profesores? ¿De verdad, sirve el máster de profesorado para algo?
Estar con ella, ver la ilusión y sus ganas me hacen replantearme el ser profesora. Me hace reflexionar si de verdad lo estoy haciendo bien, o sí debiera volver con el fonendo y los zuecos porque después de lo vivido en la pasada clase… Yo, ya no sé lo que es ser profesora.
Solo tengo claro que seguiré haciendo lo que mejor sé, aprender de la caída para poder seguir volando.
¿Y vosotros? ¿Qué pensáis que ser profesor?