Un nuevo curso repliquetea en las teclas de mi portátil, un nuevo año escolar plagado de desafíos y retos que serán enfocados desde una perspectiva diferente. He llegado a la conclusión, quizás sea producto del desgastes como las rocas en la mar, la erosión posiblemente ha causado mella en mí, que hay que aprender a separar. A dividir y a desconectar.
Desconectar para reconectar y en esencia, este curso en cierta medida va de eso. De no darlo todo, de no parar golpes, de no consumirse sino de disfrutar. Se puede con todo pero no con todo a la vez y eso, está bien. Está bien, sin más aditivos.
Los desafios no son pocos y más que merecedores de vértigos e intriga, este año volveré a impartir docencia en el ciclo de técnico en emergencias sanitarias tanto asignaturas presenciales como on-line e iniciaré mi marcha en otros dos ciclos nuevos como lo son el grado medio en farmacia y parafarmacia y el ciclo superior de imagen para el diagnóstico, siendo este último un reto apasionante para abodar la asignatura de tomogragía computarizada y ecografía.
Los retos suponen trabajo, suponen esfuerza y supone tiempo, tiempo que no se emplean en otras cosas. Tiempo que no vuelve, por eso, este año me he propuesto invertir el tiempo en las cosas que de verdad lo ameriten pero teniendo muy claro que cuando suene el timbre de salida, es el timbre de salida para todo. Los pensamientos intrusivos no pueden seguir dictando el día a día.
Es necesario dejar descansar al órgano palpitoso, ( término que empleo para referirme al corazón desde una perspectiva emocional) redistribuyendo los tiempos y sobretodo, escuchándonos. Está bien dejar de hacer temario para ir a entrenar, si el cuerpo y la mente no están sanos el rendimiento no será óptimo. Si no se optimizan los tiempos, los resultados son más lentos y activamos al órgano palpitoso.
En esta autoimposición categórica, de darle su espacio al órgano palpitoso es que estoy rediseñando mi manera de dar las clases, dejando cavidad a la tecnología educativa, optimizando mis esfuerzos para así poder brindar una formación práctico-teórica (sí, en este orden) que a mi juicio, debe ser la base de la formación profesional.
Cambiar las costumbres no es fácil, muchas serán las desavenencias, la reticencia al cambio por parte del alumnado, las dudas de la institución pero eso da igual, cuando tienes claro el objetivo. Lo importante es que el objetivo no te haga olvidar quién eres, hacia dónde vas y el por qué.
Sin ninguna duda, si tuviera que definir este comienzo de curso con alguna frase de alguna serie, no tengo dudas: Winter is comming!
Cuando salga de la neblina del comienzo del curso, seguiremos alimentando este proyecto educativo, este e-portfolio docente con nuevo contenido, nuevos sueños pero como siempre, como experta actriz moviéndome entre bambalinas para que la fonética cortante de la vida, no consiga tocarme.
Este es el camino.