Bombardeo Tetuán de las Victorias


16 de diciembre de 1936



El ataque

En la mañana del miércoles 16 de diciembre de 1936, 31 bombarderos y 25 cazas nacionales fueron avistados en el norte de Madrid. Volaban más bajo que de costumbre.


Los madrileños no tardaron en identificar a parte de los aviones que conformaban la temible formación aérea. Entre ellos se encontraban los bombardeos Junker 52.


Conocidos como las "pavas" o las "tres viudas", por volar en formación de tres, los grandes trimotores alemanes transportaban en su interior bombas de gran peso, con un inmenso potencial destructor. Cuando la escuadra de 20 aviones republicanos ("los chatos") les dio alcance, muchos contemplaron asombrados la intensa batalla aérea entre los cazas de ambas aviaciones que tuvo lugar entonces en el cielo de Madrid.


Los vecinos de Tetuán tenían otra tarea más urgente que llevar a cabo: buscar a sus familiares y amigos entre los escombros de sus viviendas y calles.


Aquella tarde Tetuán fue víctima de la aviación fascista.

Las víctimas

El concurrido mercado de las Fuencarraleras, situado en la actual Calle Marqués de Viana, y muchas casas y almacenes del barrio fueron devastados. Decenas de personas fallecieron a causa de las bombas o atrapadas en los escombros.

En su mayor parte, las víctimas fueron mujeres y niños en el mercado, las tiendas o las pequeñas escuelas de la zona. Sus parejas o padres, sus hijos mayores o hermanos estaban en el frente, a escasos kilómetros de distancia.

Al explotar las bombas, los vecinos buscaron refugio en lugares que creían seguros.

Algunos entraron en la estación de Metro de Tetuán, estación terminal de la línea 1 por aquel entonces, cuyos andenes se encontraban repletos de familias. Otros, según el relato conservado de algunos testigos, se refugiaron en un almacén donde se repartía aceite, en el que gran cantidad de personas esperaban su turno en una larga fila. Las maderas del almacén entraron en combustión produciendo una gran explosión. El almacén se desmoronó sobre los vecinos y los sepultó bajo una montaña de escombros.

Tampoco lograron sobrevivir quienes corrieron a los campos vecinos para ponerse a salvo. Fueron ametralladas por los cazas.

No hemos podido dar aún con la cifra exacta de víctimas del bombardeo. A principios de abril de 1937, las autoridades republicanas facilitaron datos sobre la destrucción causada por los bombardeos desde el comienzo de la guerra: en las barriadas de Tetuán y Vallecas el número de fallecidos ascendía a 214 personas.

Se estima que este bombardeo sesgó la vida de al menos 50 personas y causó graves heridas a otras 250. Es muy probable que estos datos se queden cortos, como veremos después.

El horror - Las fotografías

Es difícil imaginar el miedo, dolor y angustia que provocaron las bombas lanzadas sobre Tetuán, pero no es imposible hacerse una idea general gracias a los testimonios de aquéllos que pudieron contarlo.

Para ello contamos con dos estremecedores testimonios: las fotografías y los escritos de varios periodistas y reporteros.

Las fotografías muestran sin ambages la crudeza del bombardeo: su intensidad y alcance, el rostro de la muerte en las víctimas, la angustia en sus seres queridos mientras los buscaban entre los escombros, las miradas atónitas y sobrecogidas del resto, el esfuerzo de todos por rescatar vida entre tanta destrucción.

Se lo debemos a grandes fotógrafos, casi todos represaliados tras la guerra, incluido Alfonso, el fotógrafo más renombrado de Madrid. Era extraordinariamente difícil retratar la vida en una ciudad sitiada, corrieron riesgos de todo tipo, pero no apartaron la mirada ni dejaron de trabajar para contarlo*[1].

[1]* Hoy sus nombres son apenas reconocidos: Manuel Albero y Francisco Segovia, Marín, José María Casariego, Alfonso, Santos Yubero, Agustí y Lluís Centelles, Lluís Torrents, Luis Vidal Corrella, los hermanos Mayo, entre otros, o los reporteros extranjeros Robert Capa, Gerda Taro, Jean Moral, David Seymour, Luis Bressange, Walter Reuter. Fuente (Heras, 2009)

Su esfuerzo es hoy nuestra memoria.

Parte de esta memoria visual se conservó en el conocido como "el archivo rojo" (en referencia al general Vicente Rojo, Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa y principal artífice de la defensa de Madrid). Se trata de un conjunto de más de 3.000 fotografías creado por la Junta de Defensa de Madrid con el fin de denunciar los desastres de la Guerra Civil.

Lamentablemente, las imágenes cayeron en manos del ejército rebelde al terminar la guerra y fueron utilizadas en los sumarios de la Causa General con el fin de condenar a los acusados que salían en ellas.

Las fotos de los daños sobre Tetuán pueden encontrarse fácilmente en el Portal de Archivos Españoles en los siguientes enlaces:

http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000141272

http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000141244

http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000164376

http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000164352

http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000141258

Las imágenes de las víctimas también están disponibles en el Portal de Archivos Españoles, realizando una búsqueda del término "víctimas". Por su realismo, son imágenes muy duras. En ellas se visibiliza las consecuencias directas de un bombardeo sobre las vidas de niños, niñas, mujeres y hombres. Se hace necesario advertir de ello a las personas que deseen verlas, pues pueden impactar negativamente dada su crudeza.

Imágenes del bombardeo de Tetuán del 16 de diciembre de 1936.


Fuente de fotografías: Archivo Fotográfico de la Delegación de Propaganda de Madrid (Archivo Rojo).


http://pares.mcu.es/ArchFotograficoDe...

El horror - Los relatos

Los relatos de la prensa diaria trazan de forma general las principales características del bombardeo. Todos los medios de la zona republicana se hicieron eco en mayor o menor medida del bombardeo. Entonces, como es fácil imaginar, la cobertura no era tan veloz ni completa como ahora, menos aún en un contexto de guerra.

*Llevaremos al pleno la portada original de la Vanguardia (su estado es aceptable aún)

Es en los diarios de algunos corresponsales de guerra donde hemos hallado descripciones más detalladas. Al igual que las fotos, los reporteros no maquillan la brutalidad de los bombardeos, evitan únicamente los detalles escabrosos o mórbidos. Destacan entre otros los relatos de los periodistas Ilya Ehrenburg (Eherenburg, 1998) y Mijail Koltsov (Koltsov, 2009), recogidos en sendos diarios publicados tras la guerra.

Esta última crónica proporciona un dato que concuerda con nuestras impresiones tras observar las fotos de la devastación en los edificios y de las víctimas mortales.

Revisando las fotos del bombardeo, la cifra de fallecidos en las imágenes se acerca a 40, siendo 50 el número de víctimas que hemos encontrado comúnmente en las escasas referencias al bombardeo. Sin embargo, las fotos del archivo rojo están tomadas el mismo día del bombardeo, cuando los escombros no habían sido retirados al completo, y es poco probable que aquellas salas fueran las únicas habilitadas en el cementerio o en la zona bombardeada para trasladar a las víctimas. Además, un alto número de los heridos graves debieron de fallecer después, en el hospital.

Es factible, por tanto, que el número de 96 víctimas proporcionado por el poeta e histórico corresponsal de guerra Ilya Ehrenburg se encuentre mucho más cerca de la realidad que la estimación genérica.

El horror - Arte

Las imágenes y la información del bombardeo tuvieron un eco importante en la sensibilidad artística y obra de varios pintores. Entre ellos, en Picasso.


Para la composición de la viñeta 17 del grabado Sueño y mentira de Franco, expuesto junto al Guernica en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París de 1937, el pintor malagueño se inspiró en una de las sobrecogedoras fotos del bombardeo de Tetuán, en la que el cuerpo de una mujer y su hijo sobresalen entre otras víctimas (Moreno, 2018).

Picasso no fue el único artista en llevar la huella del bombardeo de Tetuán a la exposición de 1937. Los pintores Jesús Molina García de Arias y Santiago Pelegrín mostraron en la capital francesa sus respetivas obras: Madrid, Tetuán de las Victorias y Bomba en Tetuán. La primera de ellas forma parte hoy en día de los fondos del Museo Reina Sofía, y la segunda se puede contemplar en el Museo Nacional d'Art de Catalunya.


En el plano literario, es especialmente emotivo el relato de Zúñiga en el último cuento de Capital de la Gloria (Zúñiga J. E., Capital de la Gloria, 2003), la novela que cierra su trilogía sobre la guerra civil, tras Largo noviembre de Madrid (Zúñiga J. E., 1990) y La tierra será un paraíso (Zúñiga L. E., 1989).

Una mujer y su hijo visitan una escuela en la calle Blasco Ibáñez (actualmente C/ Marqués de Viana). Las bombas les sorprenden al poco de abandonar la escuela. Sin saber muy bien cómo, salen ilesos. Las casas de la calle han quedado reducidas a escombros y la gente huye en todas las direcciones. Cuando consiguen ponerse a salvo, la madre besa y calma al asustado pequeño. Es entonces cuando Zúñiga termina la trilogía con la frase: "Esto es la guerra, hijo, para que no lo olvides" (Zúñiga J. E., 2003).

El modus operandi

Ninguna de estas bombas alcanzó objetivos militares, salvo que se consideren como tales a civiles indefensos, incluyendo numerosos niños y niñas. ¿O quizá lo fueran?

Madrid no fue la primera ciudad del mundo bombardeada, pero sí "la primera sometida a un bombardeo sistemático como uno de los pilares fundamentales de la estrategia militar" (E. Bordes, L. Sobrón, 2021). Así lo describía el periodista francés Louis Delaprée:

"El primer bombardeo auténtico de Madrid se produjo el cuatro de noviembre, cuando empezó el sitio verdadero de la capital. Sin embargo, hasta el dieciséis de noviembre no se emprendió la matanza metódica de la población civil" ( (Delaprée, 2009).

El bombardeo y uso de la artillería sobre Madrid fueron intensos, masivos y metódicos durante los meses finales de 1936 y primeros de 1937. La ciudad, no los puntos logísticos o militares estratégicos, fue el objetivo principal de los ataques.

Para comprender su alcance, sirva el siguiente dato. En un análisis aleatorio de edificios realizado en 1938 en Madrid se detectó que el 44% de los edificios analizados había sido afectado en mayor o menor medida por los bombardeos y la artillería franquista (E. Bordes, L. Sobrón, 2021).

El general Kindeland, jefe de las fuerzas aéreas del bando sublevado, sitúa justo en los días previos a estos bombardeos "la orden de Franco de iniciar un ensayo de actuación desmoralizadora de la población mediante bombardeos aéreos" (Kindeland, 1982) .

El criminal "ensayo" fracasó, pero el precio que pagó Madrid por resistir con entereza el experimento de "intimidación" fue muy alto.

Los mandos golpistas sólo retiraron los aviones de Madrid cuando comprendieron que no podrían superar la defensa improvisada de Madrid y que les eran más útiles en otras zonas del país.

Por otra parte, los bombardeos provocaron dos efectos inesperados para el ejército sublevado.

En lugar de desmoralizar a la población, los ataques indiscriminados contribuyeron a soliviantar a la población civil, y a que una masa inicialmente indiferente detestara la causa nacional.

Insuflaron también ánimo de venganza y sirvieron de espoleta para que grupos incontrolados cometieran terribles crímenes en la ciudad. Tras algunos de los bombardeos, estos grupos marcharon enardecidos hacia las cárceles, tomándose la justicia por su mano. Entre otros, como describe Manuel Cháves Nogales en el relato "Masacre, Masacre, Masacre", el asesinato de presos de la cárcel de San Román, que no pudo evitarse pese a las órdenes del gobierno para reforzar las guardias de las prisiones (Nogales, 2021).

Los bombardeos no se detuvieron tras abandonar el objetivo de Madrid. Bilbao, Durango, Guernica, Málaga, Alicante o Barcelona, padecieron después los ataques militares y civiles del ejército del general Franco.

Tras la contienda española, fueron las poblaciones de las potencias aliadas quienes sufrieron en carne propia los progresos que la aviación alemana e italiana habían hecho en España.

El general Kindelán presumía así, en 1941, de las grandes aportaciones al futuro bélico y destructivo mundial hechas por las tropas fascistas (Kindeland, 1982):

Todas estas características se reconocen en el bombardeo de Tetuán, ametrallamientos incluidos. El modus operandi de la aviación fascista en Tetuán no se distanció un milímetro de la violencia organizada y planificada por los mandos golpistas a lo largo de la Guerra Civil.


El olvido

Si hoy preguntáramos a los vecinos y vecinas de Tetuán si conocen el bombardeo del mercado de las Fuencarraleras, o cualquier otro ocurrido en aquellos meses, probablemente obtendríamos la misma respuesta que encontraron un grupo de estudiantes universitarios cuando realizaron un documental sobre el Yak 18 (https://vimeo.com/203601951).


Un desconocimiento que no se limitaría seguramente a este bombardeo, sino al propio hecho de que Madrid fue objeto de bombardeos sistemáticos.

Ante este vacío, el Grupo de Investigación la Guerra Civil y del Franquismo (GIGEFRA) se propuso cartografíar el urbicidio de Madrid, con el doble objetivo de visualizar la destrucción planificada y estructural de la ciudad frente a la abstracción del dato, y de "mirar de cara a la dimensión más oscura e irracional de lo que fue un experimento con población real" (E. Bordes, L. Sobrón, 2021). El grupo GIGEFRA emprendió una metódica investigación para trazar un mapa de los bombardeos que dio lugar al libro Madrid bombardeado, cartografía de la destrucción, 1936-1939.

Sus autores, Enrique Bordes, Luis de Sobrón y Gutmaro Gömez Bravo, sostienen que la desmemoria de los bombardeos "fue inducida durante décadas por un régimen que convirtió Madrid en la capital de su victoria", borrando su condición de población víctima de la violencia. Añaden que durante esta época "se llevó a cabo una reconstrucción de los daños que negaba no ya el recuerdo, sino la existencia misma de la destrucción provocada".

Por otra parte, los testigos directos de los bombardeos tuvieron que guardar sus recuerdos en silencio durante la dictadura, para evitar represalias. La brutal represión franquista en los años y décadas siguientes impuso un denso manto de olvido sobre sucesos como éste.

Las cuatro décadas de democracia, pese al interés cultural que suscitó la Guerra Civil en forma de literatura, estudios y filmografía, no aportaron luz sobre buena parte de nuestra historia más oscura, a excepción del ámbito investigador, contribuyendo así a perpetuar un relato de negación y amnesia.

Volviendo al trabajo del GIGEFRA, según sus autores la falta de documentación y fuentes primarias, el acceso restringido a las mismas, la judicialización y la polarización constante han impedido desarrollar un mejor conocimiento social e histórico acerca de los bombardeos que pudiera evidenciar la inhumanidad pasada.

Consecuencias del olvido

El Instituto de Investigación Social y de Mercados CIMOP, en un reciente estudio para la Asociación de Descendientes del Exilio, advertía en sus conclusiones de que "la posguerra, el antifranquismo o el exilio viven notablemente en el olvido entre los jóvenes" (Diario El País, 25 de sept. 2022).

Una amplia proporción de los jóvenes encuestados en Madrid, Valencia y Sevilla, explica el informe, duda sobre el carácter democrático y representativo de los gobiernos de la Segunda República y relativiza el golpe de estado, “como si fuese el recurso usado por la derecha política para poner fin a un periodo convulso y peligroso, mal gestionado y dirigido por las fuerzas de izquierda".

Estas observaciones concuerdan con la denuncia de diversos historiadores sobre la construcción de un relato histórico y social en el que se reparten responsabilidades a partes iguales entre un bando y otro. Un relato falso e interesado que parte del desconocimiento o del olvido deliberado para intentar pasar página, obviar las atrocidades y blanquear el franquismo.

Esta visión se materializa en la actitud de rechazo constante a iniciativas que recuerden o describan el pasado en términos objetivos, a planteamientos que agrieten el muro de olvido histórico y que permitan vislumbrar el "plan de exterminio y una justicia posbélica inclemente y calculada por el franquismo", la naturaleza fascista del régimen dictatorial y "el compromiso de los vencedores con la venganza, con la negación del perdón y la reconciliación" (Julián Casanova Ruiz et col., 2004).

No es casual que políticos de la derecha usen esta línea argumental en cuanto tienen oportunidad. Sin ir más lejos, el parlamentario europeo y ministro de exteriores en los gobiernos de M. Rajoy, José Manuel García-Margallo, deslizaba este tipo de mensajes el pasado lunes 31 de octubre, en el programa Hora 25 de la Cadena Ser: "Ninguno de los dos bandos aceptaba la legalidad. (…) Un régimen que termina en una Guerra Civil es un desastre".

Ni siquiera la memoria y el recuerdo de las víctimas escapan a su frontal rechazo. No hubo justicia para las víctimas ni sus familiares, y ahora una parte de la sociedad, o de los políticos que la representan, niega aún la posibilidad del recuerdo y la memoria.

Otras consecuencias tienen que ver con el presente, las bases democráticas de nuestra convivencia y el futuro.

Para el presente, valga recuperar aquí la advertencia de Viçens Navarro: "tal equidistancia es la versión "oficial" que continúa ocultando lo que en realidad ocurrió y que es fundamental que se conozca para entender lo que está pasando en España hoy, donde un gobierno de coalición de izquierdas (el primero desde la II República) está haciendo propuestas de cambio muy razonables, existentes en su mayoría en otros países europeos, que están creando una gran hostilidad por parte de las derechas de siempre acusando al gobierno de ilegítimo, radical y destructor del orden, tal como ocurrió en los años 30" (Diario Público, 22 de sept de 2021).

En cuanto a los cimientos democráticos de nuestra sociedad, enterrar el pasado con excusas pueriles impide lleva a cabo una difícil y necesaria tarea: "Lo importante es discutir y razonar de manera libre y abierta, explicar los hechos ocurridos en relación con los principios sobre los que se construye una convivencia en libertad" (Junco, 2022).

En nuestra opinión, la imposibilidad de llegar a acuerdos mínimos sobre lo que no es tolerable o admisible en una democracia compromete nuestro futuro, pues abre la puerta a actitudes que ponen en riesgo la convivencia.

Dos herencias envenenadas de aquel régimen franquista se revelan también en la actitud de rechazo sistemático, por parte de la derecha española, a alcanzar consensos.

Por un lado, dado que la llegada del franquismo al poder por medio de una guerra civil evitó cualquier mínima necesidad de consenso, "la guerra actuó como punto de unión entre todos los que prestaron su apoyo al Estado franquista" (Julián Casanova Ruiz et col., 2004). El desprecio al diálogo y al consenso parece tener pues unas raíces profundas.

Deslegitimar al adversario político es la otra constante. En este caso, afortunadamente, no se traduce en la eliminación, humillación y exclusión como ocurría en el franquismo, pero sigue siendo un enorme obstáculo para el desarrollo normal de una democracia moderna. Como botón de muestra, las recientes declaraciones del coordinador general del PP, Elías Bendodo, sobre el presidente Pedro Sánchez, en las que le acusa de "mal español y un mal socialista", o las del presidente del mismo partido: "los ciudadanos añoran acuerdos y pactos de Estado (...) y estoy seguro de que llegarán (...) pero será con otro PSOE".

Marco de la proposición y posición política

Proposición registrada

Réplica




Proposición ampliada

Para enmarcar adecuadamente la proposición, se hace necesario mencionar en primer lugar la existencia de un amplio consenso académico sobre las causas del desconocimiento de este tipo de sucesos.

No se debe al paso del tiempo, sino a factores sociales, políticos e históricos. Fundamentalmente a dos: la represión, el miedo y el silencio al que estuvieron sometidas durante el franquismo todas aquellas personas y familias que guardaran relación con la política, el sindicalismo o la República (o fueran denunciadas por ello), y el conocido como "pacto del olvido" durante la Transición.

"En los pueblos de toda España, muchos guardaban listas secretas de los muertos. Las hermanas trazaban en su mente el mapa del lugar donde se hallaban sus hermanos asesinados, pero jamás hablaban de esas cosas. Saber en silencio que había tumbas sin sosiego produjo por necesidad un cisma devastador entre la memoria pública y privada. Fue un cisma que perdurará hasta mucho después de que el régimen de Franco hubiera desaparecido (Graham, 2006).

"No hubo olvido, pero tampoco iniciativas institucionales -cuando no resistencia- para rescatar del olvido a los miles de víctimas de la represión enterradas en fosas comunes. No hubo amnesia, pero tampoco voluntad política durante más de un cuarto de siglo de recuperar la memoria de un pasado que parecía incomodar a casi todos. Ha hecho falta, en suma, que los nietos de la guerra civil se interrogaran y preguntaran por la suerte que corrió la generación de sus abuelos, para que ese pasado incómodo saliera a la luz impulsado por un profundo debate social en torno a la denominada «memoria histórica». (Mas, 2009).

Respecto a la intensa violencia desatada en la Guerra Civil, historiadores como Paul Preston han mostrado, con una cantidad ingente de datos y pruebas, la relación entre las sistemáticas campañas de terror y violencia ejecutadas por el ejército golpista (durante y después de la guerra) y los objetivos últimos del golpe de estado:

"La represión orquestada por los militares insurrectos fue una operación minuciosamente planificada para, en palabras del director del golpe, el general Emilio Mola, «eliminar sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros». "(..) En el caso de los militares rebeldes, el programa de terror y aniquilación constituía el eje central de su plan y de los preparativos para llevarlo a cabo." (Preston, 2011)

No en vano, las primeras víctimas mortales de los golpistas fueron sus propios compañeros militares fieles al gobierno legítimo de España en 1936.

Los historiadores destacan la planificación, organización, extensión, sistematicidad, procedencia jerárquica de las órdenes y la ausencia de voces discordantes o protestas como algunas de las principales diferencias entre la violencia en una zona y otra durante la Guerra Civil

"A diferencia de la represión sistemática desatada por el bando rebelde para imponer su estrategia, la caótica violencia del otro bando tuvo lugar a pesar de las autoridades republicanas, no gracias a ellas. De hecho, los esfuerzos de los sucesivos gobiernos republicanos para restablecer el orden público lograron contener la represión por parte de la izquierda, que, en términos generales, en diciembre de 1936 ya se había extinguido. (Preston, 2011)

Es importante remarcar que la violencia autoritaria no es una característica exclusiva del golpe de estado y de la dictadura posterior en España; tampoco la eliminación física ni el uso del terror como herramienta política. No hay más que revisar la historia europea entre los años 1914 y 1945 para tomar conciencia de la virulencia que asoló Europa en tan escaso margen de tiempo.

En nuestra opinión, estas razones hacen desaconsejable la construcción y defensa de relatos simples, parciales o partidistas, así como la equidistancia como posición ante los violentos sucesos de la Guerra Civil, máxime cuando se trata de reparar el daño causado a unos y a otros en el pasado.

Resulta imprescindible resaltar en este punto que la violencia y el dolor no fueron patrimonio de un único frente durante la guerra.

Así, miles de personas que apoyaban al bando sublevado también perdieron la vida o fueron perseguidas en España como consecuencia de execrables crímenes: los tristemente conocidos como "paseos" (detenciones ilegales que terminaban en fusilamientos), las "sacas" (traslado de presos que eran igualmente fusilados), los asesinatos religiosos, la represión en las "checas" y otras acciones de naturaleza similar.

Ahora bien, el orden de los factores sí altera la Historia. La responsabilidad del golpe de estado y de la Guerra Civil la tienen exclusivamente quienes la originaron, y como concluye Paul Preston: "Resulta difícil concebir que la violencia en la zona republicana hubiera existido siquiera de no haberse producido la sublevación militar" (Preston, 2011)

El horror de la Guerra Civil y la dictadura franquista posterior, por desgracia, tampoco se agotó en lo anterior: en los años cuarenta, aproximadamente 40.000 personas fueron fusiladas y 15.000 fallecieron en prisiones franquistas; el número de personas encarceladas llegó a superar el medio millón; otro medio millón de personas tuvo que exiliarse, miles de ellas fueron deportadas a campos de concentración en Alemania, donde la inacción y complicidad del régimen franquista con el fascismo alemán condenó a familias enteras a una muerte segura; la construcción de campos de concentración en España; los trabajos forzosos; el robo de niños, primero a familias represaliadas y después a familias con escasos recursos económicos; humillaciones físicas y psicológicas, que incluían purgas con aceite de ricino, cortes de pelo y vejaciones sexuales; torturas; fosas comunes; eliminación de toda oposición y formas de protesta, además de otros derechos y libertades civiles y políticas; la implantación de un sistema económico-social represivo y regresivo, que, unido a la ineficacia y corrupción del régimen, provocó unas 200.000 defunciones por hambre o de enfermedades asociadas; depuraciones de funcionarios y empleados públicos; incautaciones del patrimonio de personas y organismos proscritos, etc. (fuente: Qué hacer con un pasado sucio, Álvarez del Junco, 2022)

Conviene recordar, para comprender mejor aquel tiempo y el espíritu de esta proposición, la observación de Hannah Arendt sobre el totalitarismo (Arendt, 2006), cuya intención, según la filósofa alemana, es hacer desaparecer al mismo tiempo a una persona y su memoria.

Por todo ello, esta proposición parte del respeto, el recuerdo y la necesidad de reconocer a TODAS las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo.

Respecto a la naturaleza de la proposición queremos matizar algunos aspectos.

Negado históricamente el derecho a la justicia penal para los represaliados del bando republicano, sin que se hayan dado peticiones de perdón para ellos o sus familiares (ni por el Estado en su conjunto ni por instituciones como el ejército, la judicatura, las fuerzas policiales o la Iglesia católica), y teniendo en cuenta el marco al que va dirigida, esta iniciativa se enmarca necesariamente dentro de las políticas de conmemoración, uno de los componentes de la justicia transaccional.

En este sentido, si bien es función de la Historia, en tanto ciencia social, abordar y revelar con honestidad y veracidad lo ocurrido en el pasado, corresponde a la esfera política, como reconoce la recientemente aprobada Ley 20/2022 de 19 de octubre de Memoria Democrática:

"preservar y mantener la memoria de las víctimas de la Guerra y la dictadura franquista, a través del conocimiento de la verdad, como un derecho de las víctimas, el establecimiento de la justicia y fomento de la reparación y el establecimiento de un deber de memoria de los poderes públicos, para evitar la repetición de cualquier forma de violencia política o totalitarismo."

Recordar, reconocer y reparar el dolor de las víctimas en la medida de lo posible, analizar las causas de la violencia y buscar la verdad sobre nuestra historia no significa, en modo alguno, "reabrir viejas heridas" (por cierto, nunca cerradas). Además de una tarea justa y necesaria, es una forma de reencontrarnos y reafirmarnos en los valores cívicos comunes en los que se sustenta nuestra democracia, un blindaje social contra futuros autoritarismos e identidades excluyentes, cuyo resurgimiento en la vieja Europa hace presagiar tiempos muy duros. En palabras de Álvarez Junco:

“Un conocimiento equilibrado de lo ocurrido, una compensación moral a las víctimas, el logro de un consenso sobre lo que es tolerable e intolerable, son cosas que tienen como objetivo educar a la ciudadanía en una política participativa y bajo el imperio de la ley. Reconocer a las víctimas y rehabilitarlas moralmente sirve para promover la confianza cívica en las instituciones del Estado.” (Junco, 2022)

No sirve para ello recurrir a modelos maniqueos de la historia o a pulsiones emocionales que susciten resentimientos o alienten planteamientos e idearios irracionales, en lugar de abrir vías de afecto y tolerancia. Es necesario, por el contrario, un acercamiento reflexivo, honesto y veraz a la Historia reciente de nuestro país y a la Memoria Histórica, en la línea descrita en el apartado tercero del preámbulo de la Ley de Memoria Democrática:

"Con esta ley se pretende cerrar una deuda de la democracia española con su pasado y fomentar un discurso común basado en la defensa de la paz, el pluralismo y la condena de toda forma de totalitarismo político que ponga en riesgo el efectivo disfrute de los derechos y libertades inherentes a la dignidad humana. Y, en esta medida, es también un compromiso con el futuro, defendiendo la democracia y los derechos fundamentales como paradigma común y horizonte imborrable de nuestra vida pública, convivencia y conciencia."

Quizá "por fin estemos preparados para recordar"(documental El Silencio de Otros) y seamos capaces de recoger como sociedad, de una vez por todas, las palabras del discurso de Manuel Azaña, Presidente de la II República, pronunciadas el 18 de julio de 1938:

"(…) y cuando la antorcha pase a otras manos, a otros hombres, a otras generaciones, que se acordarán, si alguna vez sienten que les hierve la sangre iracunda y otra vez el genio español vuelve a enfurecerse con la intolerancia y con el odio y con el apetito de destrucción, que piensen en los muertos y que escuchen su lección: la de esos hombres, que han caído embravecidos en la batalla luchando magníficamente por un ideal grandioso y que ahora, abrigados en la tierra materna, ya no tienen odio, ya no tienen rencor, y nos envían, con los destellos da su luz, tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a todos sus hijos: Paz, Piedad, Perdón."

El Grupo Municipal Más Madrid de Tetuán solicita a la Junta del Distrito de Tetuán, o para su traslado a la instancia competente:

- La creación en la Calle Marqués de Viana, en las cercanías al antiguo Mercado de las Fuencarraleras, de un espacio conmemorativo y de recuerdo, en memoria a las víctimas del bombardeo del 16 diciembre de 1936 y a TODOS los hombres y mujeres víctimas de la Guerra Civil y la represión franquista

- Que el diseño y la naturaleza de tal espacio, monumento o lugar de memoria, así como los textos que lo acompañen, sean fruto del trabajo consensuado entre entidades de memoria histórica e historiadores, cuya línea promueva los valores básicos de la convivencia y respeto democráticos.


Conclusión


Bibliografía

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Delaprée, L. (2009). Morir en Madrid. Madrid: Raíces.

E. Bordes, L. Sobrón. (2021). Madrid bombardeado. Cartografía de la destrucción. Madrid: Cátedra.

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