• Respeto a la vida del suelo:
Evitando su contaminación con herbicidas o con cualquier otro tipo de química de síntesis.
Evitando también las intervenciones agresivas con maquinaria pesada que compactan el
terreno, mezclan los perfiles y rompen su estructura.
• Respeto a la biología de las plantas:
Cada planta tiene un porte y unas necesidades determinadas. Dejemos que fluyan en el jardín y dentro de su contexto
• Fomento de la plantación de especies autóctonas:
Configuran nuestro propio paisaje y además crecen sin grandes cuidados y sin sufrir patologías adversas por adaptación.
• Reducción de la superficie con césped:
Utilizando más árboles, más arbustos y más espacio destinado a praderas naturales, de forma que se simplifique el mantenimiento y el gasto de recursos.
• Gestión de los residuos orgánicos en el mismo jardín
Empleando sistemas de compostaje que nos permitan disponer de un estupendo abono y
cerrar el ciclo de la materia orgánica
• Gestión responsable del agua:
Limitando la superficie dedicada al cultivo de césped debido a su alto consumo de agua.
Colocando las plantas por zonas en función de su demanda de agua con objeto de
optimizar el gasto, priorizando y fomentando la plantación de especies autóctonas.
Utilizando sistemas de riego por goteo y tuberías exudantes.