Segundo

Ciclo




Cuento del tercer nivel

Se trabajará el ARTE POP


PUMBY de José Sanchis Brau

¡Mira qué artista!

Andy Warhol

Cuento de cuarto nivel

Trabajarán la ESCULTURA

Roberto y el escultor de las nubes.

Erase una vez un niño llamado Roberto que vivía en el bosque. A Roberto le gustaba lér libros y tumbarse en la hierba mirando al cielo. Le divertía encontrar figuras en las nubes. Llevaba una libreta roja donde apuntaba todas y cada una de las formas que era capaz de encontrar en el cielo. Le apodaban Roberto el niño del fuego. Lo llamaban así por su rojo y brillante pelo. Lo tenia largo hasta la mitad de la espalda. Dicen que jamás se lo había cortado. El peluquero del pueblo mas cercano cuenta que un día sus padres lo llevaron pero que una vez en la puerta Roberto se negó a entrar y tuvieron que dar la vuelta.

Una vez de esas tardes en las que Roberto se tumbaba en la hierba a ver las nubes... Se quedó dormido y llegó la noche. Sus papás salieron al jardín y al verlo lo taparon con una manta de color rojo. Roberto despertó en mitad de la noche con la cara mojada por el relente. Al levantarse se fijó en un extraño hombre que estaba subido a una escalera de madera verde.

¿Como? ¡Eso no puede ser!

¡La escalera estaba apoyada en una nube! El hombre vestía una bata blanca que le llegaba a los tobillos. Aquel hombre estaba dando forma a esa nube. La manejaba como si fuese plastilina. Roberto sintió mucha curiosidad por aquel peculiar hombre y le preguntó.

- ¡Hola! ¿Quién eres?

- Soy el escultor de nubes. Me acabas de pillar trabajando.

- ¿Escultor de nubes? No entiendo bien... Me lo puedes esplicar?

- Verás, mi trabajo consiste en dar forma a todas y cada una de las nubes… Para mañana siquiente cuando salga el sol.

Roberto se frotó los ojos pensando que aún seguía dormido.

- ¿Y esas latas de pintura que llevas en la mochila? ¿Para qué son?

- Algunas veces la lista que recibo con las formas que han de tener las nubes. Viene acompañada de colores. Por ejemplo, si al día siguiente va a llover me piden que pinte las nubes de gris o negro.

Roberto estaba fascinado con todo lo que le contaba y decidio probar suerte.

- ¿Podría subir a la escalera? ¿Y pintar un poco esa nube?

- Claro Roberto, puedes subir.

Roberto caminó hasta la escalera y comenzó a subir poco a poco. Arriba lo esperaba el escultor con un pincel rojo. Roberto sonrió. El escultor sabía que ese era su color favorito. Agarró el pincel y comenzó a dibujar en un trozo de la nube. El escultor miró lo que había pintado Roberto y los dos rieron. Roberto bajó de la escalera y el escultor le siguió.

- ¿Volveré a verte?

- ¡Claro! Sólo los niños que lén mucho son capaces de verme. Hace falta tener mucha imaginación y esa imaginación querido amigo, sólo se encuentra en los libros.

Roberto recogió su manta roja del suelo y al girarse, el escultor de nubes ya no estaba. Entró en casa y se acostó en la cama. El sol de la mañana entró por la ventana despertándolo.

- Buenos días cariño. ¿Has dormido bien? – Preguntó su madre.

- Sí mamá. La verdad es que sí

- Tu padre te está esperando en la entrada. Te quiere enseñar algo.

Roberto cogió un trozo de pan y salió de casa. Encontró a su padre mirando al cielo fijamente.

- ¿Qué pasa papá?

- ¡Mira! Mira en el cielo. Justo en el centro. ¿Ves esa nube? – Preguntó el padre.

- ¿Esa que parece un arbol?

- ¡Sí! ¡Esa! ¿No te parece que pone Roberto en rojo?

Roberto observó la nube y dijo con una sonrisa en los labios.

- Venga papá... eso no es posible.

Roberto se quedo solo mirando al cielo y dijo en voz baja.

- ¡Gracias!