¿POR QUÉ "ATISBO"?

LOS INICIOS 

¿Cómo comenzó todo? esta pregunta se responde sólo yendo muy atrás en el tiempo, donde ni siquiera me imaginaba tener una bicicleta ni mucho menos viajar en ella. 

Me llamo Anyela Isabel Lorca Benavides, tengo 29 años, egresada de Derecho, nacida y criada en la comuna de Cerro Navia (Santiago, Chile) y soy parte de una familia llena de profesores y cantores. Utilizo mi segundo nombre "Isabel" hace muchos años por preferencia y porque mi familia lo eligió como parte de mi identidad en honor a mi abuela: una de las personas más importante de mi vida. 


Mi abuela se llamaba María Isabel Espinoza Ortiz. Ella estuvo tremendamente presente en mi infancia/adolescencia y fue la creadora de una familia hermosa con mucho esfuerzo


Mi abuela Isabel me esperaba todos los días para darme amor sin importar las travesuras o embarradas que me mandara. Me crié a los pies de su cama, también sentada en el apoyo de su sillón favorito haciéndole cachirulos mientras veíamos programas de cocina. No ha existido nadie en mi vida que me diera tanto amor como ella y me lo demostró cada día hasta el 10 de agosto del 2018, el día en que mi abuela dejó este mundo para ir a observarlo todo desde otros mundos. 


Su partida me rompió el corazón y caí en una depresión profunda y dolorosa. Pasó mucho tiempo para reponerme ante el dolor de su pérdida pues no encontraba la motivación en nada. El dolor por la muerte de mi abuelita me abrazaba todos los días y me refugié en casa sin salir. 


¿Dónde estaba mi abuela? ¿Estará bien? ¿Estará en el cielo? ¿Estará sola, asustada, perdida? mi mente no estaba funcionando bien, quería acompañar a mi abuela, no soportaba la idea de que ella estuviera sola en un limbo desconocido. Mi cuerpo empezó a rechazar la comida y mis ganas de acompañar a mi abuela eran cada vez más preocupantes.


A mediados del año 2019, en videos de Youtube, vi que estaba en tendencias un documental muy extraño llamado “VIDAJE - Tras la mirada del nómada” de Albert Sans. Me hice un té y empecé a verlo. Recuerdo mis emociones como si hubiera sido ayer: sentía adrenalina, me puse inquieta, tenía que devolverme en muchas partes porque las encontraba fascinantes. “DEBO HACER ESTO” me dije y sentí una electricidad que me cruzó todo el cuerpo. "Antes de irme contigo abuelita haré esto". 


Lo complejo fue compatibilizar mis estudios con lo que acababa de descubrir. Comencé a trabajar de día y estudiar en la noche. Todos mis sueldos los destiné en comprar carpa, saco de dormir, colchoneta, ollas, cocinilla, todo lo que iba viendo en los millones de blogs que me encontré de toda la comunidad cicloviajera de habla hispana. A pesar de que cometí muchos errores de principiante, me estaba metiendo a un mundo nuevo y quería vivirlo. Vi miles de videos, leí miles de textos, libros, me empapé del cicloturismo tanto nacional como internacional. 


Cuando tuve todo lo necesario hice mis primeras salidas a los sectores rurales en Santiago de Chile sola y acompañada. Fue una experiencia reveladora y me encantó. Era una odisea escaparme de mi mamá que no tenía idea de lo que estaba haciendo. Mantenía todo escondido pues sabía que mi familia me lo iba a prohibir por sobreprotección y temor. Mi vida empezó a tomar color y cada vez estaba más emocionada por salir en mi bicicleta. 


En el verano del 2020 tuve mi primer cicloviaje de un mes. A mi parecer, fue una experiencia difícil porque no fui con buena compañía y no conté con los elementos adecuados para una buena experiencia. A pesar de todo, en este viaje nació el "atisbo", pues pude conectar con mi abuela.


"ATISBO" Significa señales y es la conexión con mi abuela. 


Al principio fue difícil, pues mi familia no entendía qué diablos tenía en la cabeza. Cada vez que comenzaba una discusión con ellos me las arreglaba para demostrarles que mi idea de viajar en bicicleta era posible. Fue en este momento cuando empecé a organizar conversatorios, videos y subir contenido en mi Instagram, que era más bien un intento de mostrarles a ellos que había mucha gente que lo practicaba, mostrarles lo que ocurría en mis viajes y así darles mayor tranquilidad. Gracias a este trabajo, muchas personas empezaron a seguir mi recorrido por todo chile y mi familia pasó de la desesperación al orgullo máximo. 


El cicloviaje no solo me abrazó y consoló, también me levantó y me ayudó a conectar con mi abuela nuevamente. Le estaré eternamente agradecida por haberme acercado mucho más a mi misma, a mi familia y a un montonazo de nuevas personas que me han demostrado que la vida es hermosa y que siempre es bueno darnos una oportunidad aunque solo veamos sombras, pues siempre hay colores: Solo hay que saber buscarlos y quiero encontrarlos en todo Chile!