Paola Montalván, 2025
Paola Montalván, 2025
"Imposible" nos exige confrontar una pregunta incómoda: ¿cuánto hemos normalizado el intercambio transaccional de lo que es, por definición, inmaterial?
Al revestir la culpa, la intimidad y la esperanza con la estética del cajero automático o la máquina expendedora, la muestra satiriza nuestra fe ciega en la eficiencia tecnológica. Cada pieza, desde la que vende afecto hasta la que dispensa un perdón sin recibo, funciona como un espejo de la psique contemporánea: buscamos desesperadamente reducir la complejidad existencial a una fórmula de interfaz simple, rápida y sin compromiso personal.
Si seguimos el pensamiento de Peter Sloterdijk, estas máquinas son prótesis de lo íntimo, burbujas artificiales que nos permiten mantener el contacto con emociones que, de otro modo, quedarían suspendidas o inaccesibles. En un mundo donde los espacios de intimidad natural se han vuelto frágiles y limitados, los dispositivos de esta muestra son extensiones de nuestros cuerpos y corazones: cápsulas técnicas que simulan cuidado, consuelo y reconocimiento, pero que simultáneamente evidencian la distancia y la vulnerabilidad de lo humano.
La verdadera máquina blanda no es el dispositivo, sino el individuo que, en una era de rendición de cuentas algorítmica, anhela externalizar su responsabilidad emocional. Como en las Esferas, la tecnología crea burbujas protectoras, pero estas burbujas también aíslan: la intimidad se encapsula, la ternura se vitrifica, el abrazo y la palabra se vuelven objetos que se conservan, pero que rara vez se entregan.
"Imposible" es, entonces, una meditación sobre el costo de la eficiencia: ¿qué precio estamos dispuestos a pagar por automatizar nuestra propia humanidad? La muestra invita a mirar estas prótesis emocionales, a cuestionar nuestras burbujas contemporáneas y a reconocer que, por más avanzadas que sean las máquinas, ningún dispositivo podrá reemplazar del todo la vulnerabilidad compartida que nos hace verdaderamente humanos.