Mario W. Benabbi (1921-2006)
Mario Walter Benabbi Imprenta nació el 17 de Mayo de 1921 en Pueblo Victoria, el barrio del oeste de Montevideo donde residió durante toda su vida.
Era hijo de Mario Giobatta Benabbi Fígoli, italiano de la región de La Spezia, emigrado a Sudamérica hacia 1916 y de Josefa Imprenta, uruguaya, hija de españoles. En Pueblo Victoria vivía ya con su familia Josefa Imprenta, o “Pepita”, la madre de Mario, cuando conoció a su marido. Era de confesión católica y falleció precozmente el primero de abril de 1926, cuando su hijo aún no tenía cinco años de edad.
De profesión picapedrero, Mario Giobatta formó parte del Sindicato de esta rama obrera aparecido hacia 1919 en Montevideo, uno de los primeros sindicatos fundados en el país, cuya sede se encontraba en Pueblo Victoria. Trabajó en diversas canteras, desde Marruecos hasta Maldonado, Minas, y Pueblo Victoria, Montevideo, donde finalmente se radicó con su familia y vivió hasta su muerte, el 6 de Marzo de 1967. Su documentación muestra una historia de militancia anarquista, en el marco del Sindicato de Picapedreros. Su carácter recio e introvertido se combinaba con un fuerte empeño en sacar adelante a su familia, que le llevó a construir su propia casa, y a cultivar su quinta, como muchos vecinos de la zona hacían en aquel entonces. Si bien el paso de los años muestra una mejora en su dominio del idioma castellano, hasta el final de sus días, el padre de Mario conservaba el fuerte acento proveniente de sus raíces italianas, y otros elementos como la costumbre de escribir los años en números romanos.
Al nacer Mario, la familia se hallaba en la casa de sus abuelos de la calle Fraternidad nº196 y poco después en la que fueron construyendo, a pocas cuadras, en Vázquez Sagastume 383, donde vivió su juventud y adultez. Según los documentos que hemos encontrado, dicho predio fue adquirido por la familia en el año 1925, y a partir de entonces fueron construyéndose las distintas piezas de la casa, como en muchos otros casos en el barrio, a manos de sus dueños, paso a paso. De niño Mario asistía al colegio San Francisco de Asís en Belvedere, que para entonces era de varones. Más tarde completó la secundaria en el Liceo Bauzá, en el turno nocturno.
En las décadas de 1940 y 1950, Mario Benabbi trabajaba como dibujante técnico y publicitario, realizando entre otras cosas la composición de la publicidad gráfica en prensa de la marca “Tienda Inglesa”, según los numerosos esquemas y collages elaborados con ese fin que se conservan. Además se desempeñaba como pintor y diseñador de estructuras publicitarias para empresas como pinturerías INCA s.a. o la empresa de transportes interurbanos CITA, entre muchos otros.
Montaba vidrieras con ideas gráficas originales, utilizando muchas veces materiales reciclados, iluminación creativa e incluso ideas de actualidad (como la llegada del hombre a la luna en 1969). Leer le gustaba mucho, tomaba ideas de revistas de distintas partes del mundo para su trabajo, pero también recolectaba información sobre temas que le apasionaban, como la historia del barrio.
Hacia 1960 aprendió fotografía y fue socio del Fotoclub Uruguayo. Esta actividad se convirtió poco más tarde en otro de sus oficios. Hacia 1969 ya había adquirido más de una docena de cámaras. Estas adquisiciones eran hechas en algunos casos poniendo cámaras anteriores como depósito en garantía o como parte de pago, y en su mayoría haciendo uso de financiaciones en cuotas. Eso es muestra por una parte lo valiosos que eran los aparatos en la época en relación con los ingresos de un trabajador, pero a la vez pone en evidencia una avidez enorme de Mario por renovarse, conocer nuevas tecnologías y mejorar sus fotografías.
Mario Benabbi trabajó durante casi cincuenta años como pintor y fotógrafo para la industria y el comercio. Empresas como INCA, JAMES o la Asociación de Ferreteros del Uruguay le solicitaban todo tipo de trabajos gráficos: registro de fábricas, fotografías publicitarias, logos y carteles, stands en ferias, etc. Las tareas que realizaba para CITA, por ejemplo, comprendían desde el pintado de los coches con el logo de la empresa, sus números, matrículas laterales, chapas con inscripciones como “directo”, hasta telas con destinos, números de los asientos, velocidad máxima, etc. En su documentación figuran también numerosos trabajos independientes para CAUVI, Barraca Belvedere, Bazar Mitre, Durax, SEB, COUSA, etc. Además un pizarrón de quinielas con auspicio de BIC, fotografías para Pintos Risso, Martinez Reyna, Citibank.
Pero ya desde inicios de la década de 1960 Mario trabajó también como fotógrafo social, tomando retratos y registrando reuniones y fiestas. La fotografía, hoy tanto más generalizada entre los habitantes de Montevideo, fue en sus inicios y hasta hace unas décadas una actividad reservada a quienes podían contar con una cámara y sabían manejarla correctamente. Muchos de los habitantes de Pueblo Victoria de la década de 1960, 1970 e incluso 1980 y 1990 dependían de que hubiera un fotógrafo a quien llamar para registrar los cumpleaños infantiles, las fiestas familiares, los rostros de los abuelos. Y eso fue Mario muchas veces: el fotógrafo.
En la memoria de muchos se encuentra su meticulosidad para planificar un retrato en casa, o una foto grupal de un equipo de fútbol. La imagen tenía que quedar bien, no había tantas posibilidades para intentarlo. Además de su oficio, la fotografía continuó siendo su afición personal. En 1966, Mario fue invitado a participar de una exposición en la Asociación Cristiana de Jóvenes de la Teja llamada “Valores Tejanos”. Sus fotos se expusieron allí (Martín Berinduague 749) entre el 9 y el 16 de Setiembre de 1966. En el folleto de la muestra se lo definía de la siguiente manera:
“Mario Benabbi es un conocido y apreciado vecino, cuya actividad fotográfica está rodeada de lo hermoso de las cosas que se realizan con cariño. Mario es pintor de letras. Ese es su trabajo. Espiar las cosas por el lente de la cámara e imprimirlas en el celuloide desde el ángulo más bello es su vocación. Mario es sin duda un verdadero Valor Tejano”.
Benabbi realizaba experimentaciones estéticas con sus cámaras, y también registraba el acontecer en Pueblo Victoria y la Teja, y el trabajo de diferentes organizaciones sociales como la Comisión de Fomento, el Concejo Vecinal, y el club Uruguay Montevideo, entre otros emprendimientos locales en los que participó activamente hasta sus últimos días. Muchas de las fotografías que tomó en esos diversos ámbitos se conservan en su archivo, en La Casa de Mario de Pueblo Victoria, conformando un conjunto documental enorme, de unas noventa mil imágenes aproximadamente.
Además de su hacer como trabajador, Mario Benabbi dedicó su vida a su militancia. Una militancia política, pero principalmente social y por el barrio en que vivía. Fue socio de varios clubes deportivos, entre ellos el Uruguay Montevideo, desde sus inicios, y el Club Universal. Sus apuntes de 1979-81 reflejan el tiempo que dedicaba ya desde entonces al Club Uruguay Montevideo, asistiendo a la práctica, controlando las fichas médicas, arreglando la cancha, haciendo leña, llevando cuentas, atendiendo visitas, o haciendo trámites para concretar la instalación de una nueva sede y de una cancha propia.
También integró la Comisión Vecinal de Pueblo Victoria, y otras comisiones formadas en el barrio por iniciativas puntuales de los vecinos, como las que se formaron para erradicar los basurales de las canteras abandonadas (en 1964-65 y 1969), la que se creó para organizar los festejos de los 150 años de Pueblo Victoria (1992), entre otras. En ellas Mario era muchas veces el impulsor de la idea, pero también el que hacía volantes, el que pintaba los carteles, el que sacaba las fotos, el que colgaba los pasacalles, todo lo que pudiera aportar desde sus saberes particulares, allí estaba disponible.
Desde sus inicios Mario se adhirió al Frente Amplio, y sumó a sus ámbitos de militancia el del Comité de Base de Pueblo Victoria. Se embanderó como muchos más de la nueva coalición de izquierda que en 1989 logró ganar el gobierno en Montevideo, con el apoyo de una mayoría que en algunos barrios, como La Teja y Pueblo Victoria, fue especialmente grande. Y se involucró también muy especialmente en la idea de la descentralización política, formando parte del primer Concejo Vecinal Zonal 14 y de los que siguieron, con un compromiso que ameritó que años más tarde los Concejales de diversos partidos le otorgaran el título de Concejal vitalicio, y luego de su fallecimiento le pusieran su nombre a la sala de reuniones.
Mario Benabbi fue, ante todo, una persona generosa y comprometida. Por eso consideramos que debería homenajeársele, para destacar el valor de su labor desinteresada por lograr una vida más justa, sana y disfrutable para todos los vecinos de su barrio.