Aparentemente, fui un niño sano. Aunque, había veces que me enfermaba seguido, mis papás me cuidaban con diligencia. Todo comenzó el 8 de Marzo.
Me enfermé del estómago y tenía una palidez que daba pensar a los doctores, que me vieron antes, que era por deshidratación. Aún con medicamentos y sueros, el 26 de marzo, mi color pálido no cambiaba, además de cansacio extremo y falta de apetito. Y entonces, el viaje comenzó.
Esa tarde, me sacaron sangre para saber si tenía una infección más severa en el estómago o en el hígado. Sin embargo, los resultados fueron atemorizantes para mi doctora. Apenas los vio, hizo la llamada más terrorifíca para mis padres y nos mando a urgencias al hospital.
En el hospital muchos doctores fueron a verme, me tocaban el estómago, me sacaban sagre, me picaban los brazos. No entendía nada de lo que estaba pasando. ¿Por qué no estoy en mi casa, con mis cosas? ¿Quiénes son estas personas? Me duele lo que me están haciendo, ya me quiero ir.
Mi mamá tiene la mirada triste. ¿Por qué la están interrogando? ¿Dónde está mi papá?
Esta habitación es fría y me tienen conectadas muchas cosas. Estoy muy cansado, quiero dormir, pero no deja de entrar gente a verme. Volteo a ver si está mi mamá y ella me agarra la mano y me canta:
A la ruru niño, a la ruru ya; duérmase mi niño; duérmase ya. Este niño lindo que nació de día, quiere que lo lleven a ver a su tía.
Apenas he podido dormir, mi mamá se ve cansada y triste. Espero que regrese pronto por mí. Mientras, mi papá está conmigo.
Nos han llevado a otra habitación a mi papá y a mí, aquí hay más niños y no hace frío, sino todo lo contrario. Aquí los niños no se ven como yo.
Los doctores les han dicho a mis papás que es posible que sea solo una infección, pero que tienen que hacer un estudio de mi médula para descartar cualquier cosa mala en mi sangre.
Creo que eso es bueno, porque mi mamá no está tan triste, parece tener esperanza.
Me han bajado a una sala distinta, tengo mucha hambre, no he comido nada desde que estamos aquí. Dicen que porque tengo los intestinos inflamados y no pueden darme nada de comer.
Hay muchos niños acostados y parece haber un quirófano. No quiero separarme de mi mamá, estoy asustado de que me vuelvan a picar. Le grito: Mamá, mamá, pero ella parece no venir.
De pronto despierto con un dolor punzante en la columna, con más cosas conectadas. ¿Dónde está mi mamá? Quiero quitarme todo y las enfermeras parecen no controlarme. Grito y me muevo, esperando me pueda desatar e irme con mi mamá. Grito con todos mis pulmones: Mamá, mamá, mamáaaaa.
Aparece mi mamá, dame de comer, tengo mucha hambre. Ella trata de abrazarme, pero tengo mucha hambre, estoy enojado, adolorido, quiero irme a mi casa, por favor.
Regresamos a la habitación de antes y al fin un biberón con leche. Me quedo dormido en los brazos de mi mamá, qué calidez la de sus brazos, quiero quedarme así mucho tiempo.
Estoy intentando pararme, ya viene la comida.
Son las 3:45 de la tarde, ha venido una doctora a hablar con mi mamá y la ha llevado a otra habitación.
Ha regresado con una cara de profunda tristeza, se ve que ha llorado. Y aunque, trata de aparentar una sonrisa, no la pude sostener por mucho tiempo. Ya habló con mi papá y no puede contenerse. ¿Qué está pasando?
Le dijeron a mi mamá que el estudio de médula arrojó que tengo algo que se llama Leucemia, es un tipo de Cáncer; aún no sé qué es eso. Aunque, ya confirmaron Cáncer, todavía no saben de qué tipo, por lo que, aún no podemos iniciar tratamiento.
Nos han movido de habitación, es mucho más solitaria. Hay un joven a lado, de unos 15 años, que no se mueve, su cuerpo parecen solo huesos cubiertos por una fina capa de piel, no habla y solo balbucea. Su mamá parece estar acostumbrada a las salas de hospitales. Le ha contado a mi mamá que el padre de su hijo la abandonó cuando él tenía 6 años, y que aproximadamente a esa edad le detectaron un tumor cerebral, aunado a otras enfermedades como diabetes y tiroides. Llevan varios días aquí, antes de que llegaramos.
¿Por qué no me han dado de comer nada? Tengo mucha hambre. Solo vienen doctores a tocarme la pancita y a preguntarle a mi mamá si ya he hecho del baño. Pero, tengo mucha hambre. ¡No me toquen! ¡No me toquen! Estoy enojadao. Tengo mucha hambre y me duele la pancita. Quiero agua, quiero leche, ¿por qué no me dan nada?
Me llevan a una sala, creo que a lo mejor es por comida.
Es una habitación oscura, tengo miedo. Agarro a mi mamá y me destapan mi pancita. Me ponen un gel frío y me están pasando un rodillo. ¡No lo hagan, me duele! Mamá haz algo, me están lastimando. Gimo, grito, sueto golpeteos y mordiscos a ver si de una vez por todas me dejan en paz. Hemos terminado y mi mami no me carga, sigo en esta cama ruedas. Vamos por pasillos largos y yo lloro para que mi mamá al fin me tome en brazos.
De regreso en la habitación, y sigo con estas agüjas en mis manos que me empiezan a doler. Sigo teniendo hambre y nadie quiere darme de comer, ni siquiera mi mamá.
Los doctores entran a decirle a mi mamá que tengo confirmada algo que se llama Colitis Neutropénica. Es una condición "casi" común en niños con cáncer y con tratamiento de quimioterapias. Se trata de cuando las células neutrofilas atacan el intestino, inflamandolo, al grado de pararizarlo, con diarreas constantes y no abosorbiendo los nutrientes necesarios. Si no se trata adecuadamente, mi intestino podría seguir inflamandose hasta reventar y poner en riesgo mi vida. El tratamiento es ayuno de 3 a 5 días, para ayudar al intestino a desinflamarse, y antibiótico. Sin embargo, los doctores estiman que el ayuno deberá ser hasta que deje de hacer diarrea, porque mi condición puede ser grave.
Estoy muy cansado y tengo mucha hambre.
Llevo ya varios días sin comer, con está agüja en mi mano que me lastima y me quiero quitar. Estoy muy enojado, no sé qué pasa, ¿por qué sigo aquí? Quiero irme a mi casa, comer, dormir en mi cama, ver a mis amigos, ir al parque.
¿Por qué mi mamá y mi papá me siguen teniendo aquí y sin comer? Quiero romperlo todo, estoy muy enojado. He tratado de quitarme la agüja en mi mano y quizá así ya nos vayamos. Mi mamá me abraza fuerte tratando de contenerme, a veces me regaña, pero no entiende lo mal que me siento.
Me han atado a la cama para que no me lastime. Mi mamá tiene la mirada vacía y yo la llamo para que regrese, pero me siento agotado. A veces me quedo dormido en sus brazos, en el sillón de lado de la cama, ella me canta y me pone música.
Hay otra niña a lado de mi cama, ella es más grande; dicen que tiene hemorragias internas y que no han podido contener su fiebre. Mi mamá platica con su mamá y se dan ánimos mutuamente.
Me pregunto cuando nos iremos, estoy muy cansado y tengo hambre. Cada vez que viene un doctor quiere tocarme mi panza y revisarme. Ya estoy cansado.
Me están bajando de nuevo al quirófano. ¿Será como la última vez? ¿Dónde está mi mamá? La llamo con todos mis pulmones, pero ella no viene. Despierto con un dolor punzante en la espalda, desorientado, ¿dónde está mi mamá? Me dan una paleta para calmar mi ánimo, la muerdo y como con ávidez, es el primer sabor que pruebo después de muchos días.
Ya han pasado varios días, no sé cuántos, y al fin una probada de te. Lo bebo con rápidez. Espero que al rato llegue comida.
Me cambiaron de habitación. Hay una niña a lado que no puede ver la luz directamente, le duele. Su mamá está desconsolada porque le dijeron que el Cáncer que habían erradicado, regreso. Nada del tratamiento de estos años le funcionó.
Ya es el día siguiente y me siguen dando té. ¡Quiero comida!
Los doctores dicen que me van a dejar irme a mi casa a pasar mi cumpleaños con mis papás.
Teníamos planeado una visita al acuario y una fiesta, no sé si veré a mis amigos. Quisiera volver a verlos, ir al parque. Pero me siento mal.
El 7 de abril regreso a casa para "celebrar mi cumpleaños", pero me siento débil, enojado, no entiendo que está pasando. Además, mis papás siguen dándome medicina y midiéndome los signos, cómo si en el hospital no fuera suficiente.
Estoy realmente enojado. No quiero nada. No quiero comer. No puedo dormir. Me acuerdo del hospital y me mantengo en alerta. Creo que me duele un poco la pancita todavía.
No he podido regularme del estómago, sigo haciendo diarrea. Pero mañana es 9 de abril y es mi cumpleaños. Me siento cansado, débil, no quiero festejar.
El 10 de abril regresamos al hospital. Lloro para que nos vayamos, ¿ por qué estamos aquí? Vamos a un cuarto diferente. Me vuelven a picar el brazo y estoy sentando con mi mamá, conectado a un suero, me estoy desesperando, no quiero quedarme en el hospital más tiempo como la vez pasada. Me están pasando un medicamento por el suero, espero que sea rápido.
¡Sí nos vamos a casa!
Han pasado varios días, hoy es 15 de abril. Mi papá me trae al hospital muy temprano. Estamos en la misma sala del quirófano. De nuevo la punción. Es doloroso, no quiero sentir más dolor.
Me duele la pancita, me duele la espalda, me siento tremendamente cansado.
Comienzo de nuevo con diarrea liquída y mucha deshidratación. Mi papá va de nuevo a emergencias conmigo. Se tardan mucho. Son las 2 am, me siento mal y sigo esperando a que me ingresen.
Estamos de nuevo en el hospital y de nuevo no me dan de comer. Dicen los doctores que otra vez tengo Colitis Neutropenica y que me deben valorar de nuevo para que no se agrave. Estoy muy agotado de estar aquí, sin comer, con todas las agujas en los brazos.
Mi mamá trata de consolarme, de enseñarme juegos y cosas que solían interesarme. Pero he perdido todo el interés.
Se me empieza a caer mucho el cabello, las sábanas y las amohadas están llenas de cabello. Mi mamá le pide a uno de los enfermeros que me rape para que no vea cómo se cae el cabello de mi cabeza a puños.
Ese mismo día, me han rapado. Siento raro no tener mi cabello, me toco la cabeza a cada rato para verificar si sigue mi pelo, pero no, se siente raro.
Estoy harto de estos cables en los brazos, me duelen. Además, estoy enojado porque no me han dado de comer. Estoy desbordado. Comienzo a moder la manguera, estoy en adrenalina por el enojo, no siento dolor, quiero solo arrancarme la aguja. Lo logro y mi mamá se pone furiosa, triste, desesperada, llama a las enfermeras, sale tanta sangre que me asusto. Abrazame mamá.
Me pusieron otra aguja en mi mano. Tengo la mirada vacía, no sé que está pasando. Solo quiero irme, pero no sé si eso pasará.
Aquí en el hospital hay muchas personas que quieren ayudar. Una fundación ha puesto una sala de juegos y de pronto mi mamá me lleva a que juegue como lo suelo hacer en casa, pero a veces nada me llama la atención.
Me siento muy cansado, triste y enojado, no sé porque no puedo irme a mi casa y me ponen medicamento a cada rato.
Las enfermeras y las doctoras dicen que hoy no es un día normal. Hoy es algo así como el aniversario de la fundación del Hospital; pero también el Día del Niño. En conmemoración, han puesto globos en las puertas en forma de castillos de caramelos, con muchos colores. Hay música a lo lejos y vienen personas a donarnos burbujas, dulces y uno que otro cochecito.
Ya he comenzado a comer más, pero no me siento con apetito. La doctora encargada de piso, le dijo a mi mamá que nos iremos a casa hoy; para que coma más y descanse.
Me siento tan débil que espero que en mi casa pueda al fin regresar a la normalidad.
Mis abuelos vienen por nosotros y quiero abrazar mucho a mi abuela, porque sus brazos son como una cabaña tibia en invierno. Además de mis papás, mi Yaya es la persona que más quiero en el mundo, porque siempre me habla con ternura, me abraza y me dice lo mucho que me ama.
Han pasado dos días desde que regeresamos del hospital a casa. Me siento muy débil, no puedo caminar, apenas y quiero comer. Mis papás y abuelos hacen de todo para levantarme el ánimo, pero me siento física y emocionalmente mal.
He tenido febrículas de 37.9°C y mis papás me ponen paños fríos en el cuerpo tratando de evitar que llegue a fiebre. Mis papás piensan que puede ser efecto de las quimios que he tenido o del calor abrazador que ha estado haciendo estos días, pero ruegan porque no tengamos que volver al hospital con una situación grave.
Debido a las quimios y los ayunos, no solo he perdido peso, sino también mi sistema inmune se ha debilitado tanto que cualquier enfermedad se puede complicar en cuestión de horas.
Llevo cuatro días, con temperaturas por encima de los 37.0°C, si bien no es grave; mis papás esperan que no se agrave más. Hoy iremos a Urgencias, solo para verificar que no sea una enfermedad y que todo esté controlado.
De nuevo en el TRIAGE, comienzan a revisar mis signos y mi corazón late más rápido de lo habitual, pero continuo con signos estables. Le dicen a mi mamá que me van a hacer un cultivo nasal para descartar enfermedades respiratorias, además de exámenes de sangre y orina.
Otra vez con las agujas.
Nos van a ingresar a la sala de Urgencias para ponerme en observación y esperar los resultados.
De manera preliminar, han confirmado Covid. Mi mamá está muy confundida, porque nadie en casa está enfermo y no hemos salido más que de regreso a casa.
Con el diagnostico, nos han aislado en un cuarto de Urgencias y mi corazón trabaja duro para poder oxigenarme. Solo quiero dormir.
Empieza a sonar la alarma de monitor y mi mamá sale corriendo a pedir un doctor. Saturación en 60, taquicardia de 152. Comienzan a revisarme, a escuchar mis pulmones, parece que están bien, pero mi cuerpo está luchando, y los doctores logran estabilizarme.
Nos van a subir al área de infectología de enfermedades respiratorias.
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Llevamos tres días en el hospital, en esta área hace mucho calor, las ventanas están selladas y no se puede abrir la puerta por el riesgo de contagio a otros pacientes. No puedo dormir del calor, ya no he tenido fiebre y no tengo sintomatología respiratoria, lo que quiere decir que mi cuadro clínico está mejorando.
En la habitación, hay un niño con influenza y Covid, es tranquilo. Sin embargo, el temor es que además de mi diagnostico de Covid me contagie de influenza, por eso mi mamá ha pedido que me cambien de habitación, para no contagiarme de influenza y agravar más mi diagnostico.
Por la tarde, cambian al pequeño a otra habitación para que termine su tratamiento y en su lugar instalan a otro niño que tiene Covid y ha terminado su aislamiento de 10 días. Además, parece que tiene un linfoma o tumor cerebral. Y por lo que le cuentan a mi mamá, a penas se lo han detectado y aún no comienzan con las quimios. Tanto él como su mamá, le preguntan a mi mamá todo lo que pueden del diagnostico, tratamiento y calidad de vida; ella trata de darles los ánimos suficientes para que no se asusten con el tratamiento y sus efectos secundarios.
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Los doctores han deteminado que me puedo ir de alta porque no presento sintomatología respiratoria y es más seguro que en mi condición y con mi sistema inmune débil, termine de recuperarme en mi casa.
Llevo algunos días en casa, con el medicamento para enfermedades respiratorias y comienzo a tener apetito. El día 14 iremos a consulta para las siguientes quimios y control de Biometría Hemática. Además, los doctores están esperando a que me estabilice para que me hagan una cirugía de colocación de Puerto, algo así como una bombita cerca de mi corazón donde pondrán los medicamentos y ya no tengan que ponerme agujas en los brazos.