¿CÓMO NACE ANKRA?
Desde muy joven sentí una inquietud profunda por el sentido de la vida y el anhelo de sanar de verdad. Crecí con una sensibilidad aguda y experiencias que me marcaron desde temprana edad. Eso me llevó a hacer preguntas que muchos evitaban… y a buscar respuestas en todos los rincones posibles.
Estudié y exploré caminos religiosos, espirituales, terapéuticos. Viajé, me formé, tuve relaciones y aprendizajes transformadores. Pero por más que avanzaba, nada lograba llenar el vacío interno. A finales de mis veinte, dejé atrás la vida que había construido —mi trabajo, mis seres queridos, mi país— y me lancé a una búsqueda sin mapa, pero con una certeza: necesitaba encontrar algo más genuino. Mi viaje comenzó en Australia, y sin saberlo, estaba entrando al corazón mismo de mi historia.
Fue entonces cuando entré en contacto con prácticas orientales y de autoindagación que despertaron en mí una verdad simple pero poderosa que había pasado por alto: todo lo que buscaba estaba dentro… pero no sabía cómo integrarlo. Crecí en un entorno que me forzó a aprender estrategias de supervivencia: luchar, controlar y alcanzar objetivos a toda costa. Sin embargo, lo que nunca aprendí fue a soltar.
La vida, sin embargo, tiene sus propios tiempos y formas de enseñarnos. Casi al finalizar mi maestría, una lesión inesperada en la espalda me obligó a detenerme por completo. Perdí movilidad, independencia y, con ello, muchas de las identidades que habían sostenido hasta ese momento. En ese estado de vulnerabilidad profunda, sentí que tal vez era momento de comenzar a meditar. No como una práctica idealizada, sino como un acto de supervivencia emocional.
Y fue en ese silencio, cuando todo se cayó, que se hizo presente una de mis maestras. Con firmeza y compasión, me desafió a quedarme… justo ahí: en medio del miedo, el dolor y todo aquello que había pasado años evitando sentir. Esa experiencia marcó un antes y un después. Fue el inicio de una sanación real: lenta, profunda y en su forma más pura.
Desde entonces, he dedicado mi vida a transformar mi historia en aprendizaje —y a seguir integrando lo que aún transito. Este es un enfoque que honra tanto la dimensión psicológica, física como espiritual del ser humano. Así nace ANKRA (del verbo “anclar”): porque aprendí que no hay sanación posible sin un ancla interna que nos sostenga cuando todo empieza a desmoronarse.
ANKRA es eso: un espacio de acompañamiento para quienes sienten el llamado a dejar de huir, a mirar con honestidad y a enraizarse con autenticidad en su vida.
No es una promesa de respuestas rápidas. Es una invitación a detenerte, respirar y sostenerte en medio del proceso… con claridad, presencia y verdad.