PATO
Toda la vida me han gustado los gatos y todo lo relacionado a ellos, por lo tanto, siempre he convivido con estos animalitos, cada uno diferente al anterior, diferente color, tipo de pelaje, carácter, entre otras cosas más.
El 7 de octubre del 2019 llegó a mi vida mi querida gatita llamada pato. Ella llegó a mi vida gracias a una de mis amigas, ella sabía cuánto yo deseaba tener un gatito, pero no había tenido la posibilidad de adoptar uno hasta ese día. Mi amiga me contó que una gata acaba de tener gatitos en el lugar donde el papá de ella trabajaba, la gata no tenía un hogar fijo, pero todos los trabajadores de lugar la acogían, aun así, ya eran muchos gatos en el lugar, así que estaban buscando quién adoptara a los gatitos, y esa fue mi oportunidad. Un 7 de octubre, llegó mi amiga a la casa de mi papá con una pequeña bolita de pelos, era tan pequeña que cabía en mi mano. Los primeros días fueron un poco complicados para ambas, ella extraña a su mamá y yo no tenía mucha idea de cómo cuidarla. Con el pasar de los días cada una se acostumbró a la otra.
Todos los días se despertaba conmigo q las 4 a.m. para preparar del desayuno de las dos, yo tenía que calentar su leche unos minutos y luego dársela con una jeringa como si fuera un tetero y después ya desayunaba yo. Cuando volvía del colegio al medio día repetía ese mismo proceso, y en la noche igual.
Tenía la costumbre de dormir detrás de mí almohada, entre el espaldar de la cama y la almohada, y también dormía seguido en una montaña de peluches que tenía yo. Con el tiempo y conforme creció, fue aprendiendo muchas cosas como por ejemplo, a comer por sí misma, a usar el arenero, a subir cosas altas, como la vez que después de mil intentos, logro subir la grada que separaba la entrada de la casa a la sala, recuerdo muy bien ese momento, me puse muy feliz y también me di cuenta de lo rápido que estaba creciendo. Y cuando menos me di cuenta, ya estaba corriendo por toda la casa y haciendo desastres, como por ejemplo, tirando la tierra de las matas de mi mamá, tiras las cosas de la mesa, robándose mis medias (al sol de hoy sigo sin saber dónde están); una vez le saco del bolso de mi mamá unas pipas de café, se las comió, y estuvo todos los noche/madrugada, corriendo por toda la casa.
Desde que ella era una cachorrita, mi mamá quiso enseñarla a no entrar a la cocina, y para eso, cada vez que la gata entraba a la cocina, abría la llave de agua del lavaplatos y le tiraba gotas de agua para asustarla, pero no funcionó como ella estaba, con el tiempo dejo de darle importancia al agua, al contrario, le empezó a gustar, al grado de que cada vez que alguna de las dos se estaba bañando, maullaba hasta que le abrieran la puerta y ella pudieran entrar a bañarse también.
Con el pasar de los meses, llegó la pandemia, y consigo trajo muchos cambios a la vida de todos. Yo tuve que irme a vivir con mi papá todo ese tiempo, y por consiguiente mi mamá se quedó sola con Pato. Mi mamá me cuenta que todos los días Pato iba a mi cuarto a buscarme y maullaba mucho cuando no me encontraba. Para mi mamá también fue difícil (como a todos), pero tenía a un confort de tener una pequeña compañía, quien la entretenía con sus ocurrencias y travesuras.
Todo ese tiempo en que no estuvimos todas juntas, mi mamá me contaba todo lo que hacía y deshacía Pato, entre esas cosas eran como por ejemplo, las muchas veces que tiro la tierra de sus matas o cuando de plano las dañaba, cuando rompió una bolsa de sal en la mitad de la sala, cuando ella estaba pintando unos cuartos y ellas se subía a las escaleras para tocar las paredes, tiro unos vasos especiales y los rompió, se subía a las ventanas y al balcón, entre otro muchos más daños.
Hubo una vez (cuando yo aún no estaba) que se le escapó a mi mamá, ella nunca había salido a la calle, y mucho menos sola, ese día mi mamá estaba sufriendo porque no sabía cómo decirme que la gata se había escapado, pero aun así tuvo que hacerlo, cuando me lo dijo, me preocupe mucho yo también, ella no sabía estar en la calle y quien sabe que le pudo haber pasado, afortunadamente solo fue el susto y después de un día volvió a la casa y siguió como si nada hubiera pasado. Después de ese suceso mi mamá fue mucho más precavida al no dejarla salir, hasta que fue operada para que no tuviera gatitos, desde ese momento ella pudo salir con más libertad. El día que fueron a operarla, mi mamá me cuenta que se puso muy arisca, como si supiera que algo iba a suceder, y estuvo muy a la defensiva.
A mitad de la pandemia, nos mudamos a la casa de mi abuela, y obviamente Pato iba con nosotras. Al principio mi abuela se mostró muy recesiva con la gata (nunca fue una persona que le gustarán los animales), pero con el pasar del tiempo, también se acostumbró a la compañía de Pato, a tal grado que la gata se acostaba al lado de donde ella se sentaba (antes de eso permitía que los animales estuvieran a menos de un metro de ella).
Siguiendo con sus travesuras, muchas veces se orino en las telas de mi tía, en la cama de mi tía, en la cama de mi abuela, rompiendo la bolsa donde estaba su comida (tuvimos que conseguirle un pote de plástico con tapa para evitar eso).
Su nombre completo es Pato Anvorguesa, un nombre muy curioso, lo sé, y la verdad no tienen un trasfondo muy interesante, simplemente cuando la vi, le vi cara de llamarse Pato, el Anvorguesa se lo agregué porque en ese tiempo estaba muy de moda un meme donde salía un gato, que el lugar de decir hamburguesa, decía Anvorguesa, y desde de ese momento se quedó así, mucha gente me dijo que estaba muy raro ese nombre, pero yo seguí firme con mi decisión y así se quedó. Tiene diversos apodos como patito, pachuris, patopato, huevo frito, gorda, gordita, y entre otros más.
Es una gata con un carácter fuerte, mucha gente dice que nos parecemos (dicen por ahí que las mascotas se parecen a sus dueños), le gusta mucho el agua, entrar al baño a refrescarse o pedir que le abrieran la llave del tanque para tomar agua o que uno con sus manos le echarán agua y ella poder sentirse más fresca, le gusta mucho comer unos dulces para gato que venden en el D1, arequipe, crema de solteritas, obleas o pollito, dormir en todos los lugares habidos y por haber, como detrás del clóset, entre las matas, en el baño, en las camas, debajo de las camas, en cajas o hasta en los huecos más recónditos que haya por la casa,
Y eso es un poco de la historia de Pato, como todo, con sus altas y sus bajas, pero siempre ahí, para recibir nuestro amor y ella darnos amor a nosotros, aunque de una manera diferente...