I. EL COMIENZO DEL TODO
Cuando yo tenía solo 8 años, mi mamá decide mandarme a estudiar a Pamplona por motivos de rebeldía. Resulta que yo no tenía previsto esa sanción; ocurrió cuando terminaba mi primera comunión. Después de eso, hubo una fiesta y al día siguiente, mi señora madre le mandó al hotel a mi papá las maletas mías, diciendo que yo no servía para nada y que probablemente iba a ser un fracaso. Decidió entregarme a él para que me criara en Pamplona, a lo cual él aceptó.
Esta primera decisión tomada por mi mamá me hizo reflexionar sobre el porqué de las cosas. Te explico el porqué ella se sentía decepcionada de mí y por qué me tenía que mandar con él. Digo "él" porque en ese tiempo yo no convivía con él y nunca había estado lejos de mi mamá.
Bueno, llegó el día y él me llevó consigo en el bus. Llegué a Pamplona y el cambio de ambiente fue tan drástico que yo me sentía encarcelado. Nunca había estado tan encerrado como lo estuve allí. Eso me hizo pensar en lo que había perdido, teniendo en Cúcuta una libertad con amigos, familiares y prácticamente horario libre.
Al llegar a esta ciudad, lo primero que hicieron fue acomodarme un cuarto y ponerme ciertas reglas. Como apenas me levanté, tenía que tender la cama; no decir groserías; después del colegio, hacer las tareas. Pero en ningún momento me dejaban salir. Allí fue una de las primeras decisiones que yo tomé: meterme en el equipo de fútbol del colegio. Para mí, no era más que una manera de escapar del mundo de mi casa. Yo quería ser libre, pero me dejaron entrar al equipo con una sola condición: que mi rendimiento no bajara. Y así fue.
Una decisión tan simple como meterse a un equipo de fútbol puede cambiar un estado de ánimo drásticamente. Después, entré a la banda del colegio provincial San José como otra forma de estar afuera de mi casa. Mi rendimiento académico era espectacular. Me tenían prohibido bajar de los tres primeros puestos, porque si lo hacía, mi papá, un señor muy agresivo, me pegaba con lo primero que encontrara. Así fue durante tres largos años. En esos tres largos años, aprendí muchas cosas de una persona como lo fue mi tía, una persona que me dio libertad y me enseñó que hacer las cosas está bien hasta que las otras personas se ofenden o les haga daño.
II. VOLVIENDO A MI CIUDAD
Después de los tres largos años que estuve en Pamplona, me cansé de que mi papá me pegara, me tratara horrible, entre otras cosas, y decidí regresarme a Cúcuta. Esta decisión cambió mucho mi vida, en el sentido de que mi mamá ya no estaba pendiente de mí. Le daba totalmente igual lo que hiciera. Para hallar una decepción, no recogía los boletines en mi colegio, no le importaba si hacía tareas, si yo hacía algo malo simplemente no respondía o no estaba al tanto de lo que yo hacía. Hasta que llegó una persona a la vida de ella y cambió todo totalmente.
En el sentido de que a ella le importaba más la otra persona que yo. Tomé tantas malas decisiones que nuestra vida cambió drásticamente. Ella vendió la tienda que tenía para ayudarle al señor y el señor lo que hizo fue irse y nos quedamos prácticamente en la calle. Para mí, fue un momento de tanto estrés que lo primero que hice fue buscar otro familiar en Cúcuta y decirle a mi mamá que era una escoria, que no tenía por qué, a esa edad, buscar a una persona. Estas palabras las dije con tanta rabia que le dije que se olvidara que era mi mamá y que siguiera su vida.
En ese momento me fui cuando mi abuela le conté lo que había pasado y me acogió durante unos meses mientras mi mamá trabajaba para poder pagar arriendo, recibos e insumos de la casa. Después, mi abuela me mandó con mi mamá y fue una época de suma libertad para mí. En esa época, cuando estuve en el Oriental número 26, yo faltaba a clase, me iba con mis amigos para Unicentro. No me importaba mi vida, prácticamente hacía con ella lo que yo quisiera.
En ese momento, tuve que tomar otra decisión y fue la de si quería estudiar o ser un vago más en la sociedad. En ese momento, me parecía tan ilógica la pregunta de mi mamá que lo que hice fue ignorarla y seguir haciendo lo que estaba haciendo. Ella había conseguido otra persona en su vida. Esa persona la quería sacar de mi vida. Esa persona le dijo: "Si tú te vas conmigo, te vas sin hijo", a lo que mi mamá respondió que estaba bien. En ese momento, entré en crisis porque no sabía qué iba a hacer con mi vida. Prácticamente estaba solo ante el mundo y ella estaba con ese muchacho.
Eso fue terminando el grado octavo, a lo que ella retiró mis papeles para ponerme a estudiar en el lugar donde ella estaba viviendo. Y una decisión tan mala como la de ella me hizo reprobar el grado octavo. ¿Por qué me hizo reprobar el grado octavo? Porque me sacó a mitad de año y el señor le dijo que no, que ya estaban las condiciones puestas para poder estar con él, y mi mamá no hizo nada. Me dejó sin estudiar al otro año, repitiendo el grado octavo.
El colegio donde yo estaba me negó el cupo porque no había hecho la matrícula. Mi mamá me puso a tomar una decisión: si me quería ir con ella y el destino era incierto o seguir estudiando en Cúcuta y olvidarme de ella. A lo cual tomé la segunda. Comenzó la travesía de buscar un nuevo colegio. Mis notas eran buenas, pero mi comportamiento daba de qué hablar. Pasé por muchos colegios en los cuales me dijeron que yo era una persona que no valía la pena, hasta que alguien, una persona a la que le tengo mucho aprecio, me consiguió un cupo en el colegio municipal.
Me emocioné tanto al saber que por fin iba a terminar mis estudios que al otro día fui con mi nona a hacer papeles para poder hacer la matrícula en el colegio. Entré al colegio, pero a mi nona se le había olvidado hacer la matrícula. A lo cual llegó final de periodo y yo no aparecía en la lista del colegio. Me iban a retirar del colegio, pero una profesora habló con el consejo del colegio para que me dieran tiempo a tramitar los papeles de matrícula. Ya he hecho los papeles, están finalizando el primer trimestre, y en ese año rondaba la información de que había un virus. Nos dijeron que iba a haber un pequeño resguardo de unos días. Esos días se convirtieron en semanas, esa semana en meses, y así, amigos, es como entró la cuarentena.
III. SEGUIR ESTUDIANDO O NO?
Al entrar la cuarentena, muchas personas perdieron sus empleos, entre estas, mi abuela y mi tía, las cuales eran las personas que mantenían la casa. Fue un reto muy difícil, pues prácticamente me había quedado sin oportunidades para estudiar. Mi tía consigue un trabajo, pero igual el sueldo de este no daba para pagar todo. Desde ahí, yo comencé a buscar trabajo, un trabajo en el que pudiera estudiar y ejercer este mismo al mismo tiempo. Con lo que me regularon de este, podría pagar el internet para las clases virtuales y dar un aporte a la casa.
Este año fue uno de los años más caóticos en mi vida porque no estaba acostumbrado a tener que hacer todo mediante una computadora. Además, tenía que trabajar y estudiar al mismo tiempo, por lo tanto, no podía estar concentrado al 100% en el estudio. Y así fue todo el primer mes de cuarentena. Después, poco a poco, me iba acoplando al sistema, pero de repente ya no pude trabajar más por cuestiones de edad. Todos los gastos quedaron en manos de mi tía. Ella tenía que pagar recibos, traer alimento a la casa y mantener a su propia hija. Era una tarea difícil. Me trataban de una manera en la cual me hacían sentir como si fuera una persona menos valiosa que otras en la casa. Prácticamente, estaba de arrimado en la casa. Y así fue toda la cuarentena. No entraba a clases por motivos de que me trasnochaba chateando por el teléfono, jugando, haciendo otras cosas porque para mí era una manera de escapar de la realidad y, tal vez, solo tal vez, sentirme un poco importante.
Yo ansiaba que se acabara la cuarentena hasta que mi tía a mi abuela que ya nos iba a hacer cargo de mí, que me retirara del colegio, que yo era un bueno para nada. A lo cual mi abuela dijo que no, que yo iba a seguir estudiando y que ella, como fuese, me iba a sacar adelante. Pasaron los años de cuarentena. Mi tía seguía con los mismos tratos. Yo quería escapar de la realidad y la única forma era hablar con gente totalmente desconocida mediante internet. Yo solo esperaba que la cuarentena se acabara para poder salir de mi casa todos los días, llegar tarde del colegio para no verle la cara a nadie más y no sentirme como un gasto más en la casa, sino como alguien que prácticamente nunca está. Pasaron los años de la cuarentena y anunciaron que iban a reabrir clases con ciertas restricciones.
Me emocioné, pensé que por fin se había cumplido lo que yo tanto había esperado: volver a clases presenciales. Fue un reto porque, al principio, iban pocos. Ya no estaban las caras de octavo; algunas otras se habían retirado, otros la mamá no lo dejaba venir y así comenzaron clases presenciales.
IV. TENER AMIGOS VALÍA LA PENA?
"Tener amigos valía la pena", me preguntaba, y la respuesta la hallé al poco tiempo. Encontré a una persona tan idéntica a mí en sentido personal que me hacía comprender muchas más cosas de las cuales no comprendía por mí mismo. Fue una amistad tan sincera al punto de que cualquiera que criticara al otro, el otro no se iba a enojar; simplemente, trataba de cambiar. Fue una amistad muy bonita que duró todo el grado décimo, pero lamentablemente esa persona dejó de estudiar y prácticamente me quedé solo en grado 11.
Hasta probablemente finales del primer trimestre y empecé a socializar y encontré dos personas que son tan diferentes, pero a la vez hacíamos tanta sinergia que desde ese momento, por más peleas que tengamos, no nos hemos vuelto a separar. Después, al entrar a la banda del colegio municipal María Concepción Loperena, conocí a otra persona muy importante, una persona a la cual se le tenía cierta rabia por motivos incoherentes. Entonces, empezamos a hablar y me empezó a caer mucho mejor. Actualmente, es mi mejor amiga y ya...
"El tomar una decisión puede cambiar el destino de tu vida, así que piensa antes de realizarla ."