Manifiesto abaeté

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Manifiesto Abaeté


Algunas de las más importantes transformaciones ocurridas en el campo de la antropología social o cultural a lo largo de las tres últimas décadas no parecen haberse reflejado ni en su enseñanza ni en sus formas institucionales de organización.

Uno de los ejes de esas transformaciones consistió, por cierto, en profundizar la crítica de los “grandes divisores” que, simultáneamente, fundaron la disciplina y representan uno de los principales obstáculos que ella continuamente afronta.

Así, en lugar de simplemente seguir proclamando, de modo abstracto, que no existe criterio que permita jerarquizar sociológica o cognitivamente las sociedades, una serie de movimientos, en el interior y en los márgenes del campo antropológico, pasaron a extraer las consecuencias empíricas, teóricas y ético-políticas de ese posicionamiento.

Ya en la década de 1970, Roy Wagner buscó romper el gran divisor epistemológico que supone que la reflexión antropológica es un privilegio de occidente, proclamando que la antropología debería ser comprendida, antes que nada, como un modo de relación con la alteridad, existente en cualquier colectivo humano. En la década siguiente, Marilyn Strathern expandió ese movimiento, llevando la ruptura del plano epistemológico (que ya era una prolongación de la ruptura con el etnocentrismo ontológico de los tipos de sociedad) al metodológico. Al demostrar que la antropología sobre las otras sociedades tiene, necesariamente, que tomar en cuenta a la antropología de las otras sociedades, la obra de Strathern abrió la posibilidad de una antropología sobre nuestra sociedad que no es apenas la antropología de nuestra sociedad.

En la década de 1990, Bruno Latour amplió todavía más el alcance potencial de esa expansión metodológica al proponer —después de la antropología reversa de Wagner y la antropología de nosotros mismos de Strathern— una antropología simétrica, capaz de investigar y analizar nuestra propia sociedad con el mismo grado de originalidad y sofisticación con que, algunas veces, somos capaces de hablar de las otras sociedades. Además de suspender todo juicio sobre una supuesta distinción de fondo entre nosotros y los otros, la antropología simétrica de Latour no recurre a cualquier hipótesis sobre una superioridad intrínseca de nuestros modos de conocimiento (lo que significa evitar la noción de naturaleza como realidad en sí), y busca aplicar sobre nuestras instituciones “centrales” (ciencia o política, por ejemplo) los mismos procedimientos de investigación utilizados por los etnógrafos de las otras sociedades.

A mediados de la primera década del siglo XXI, pretendemos, con la Red Abaeté de Antropología Simétrica, articular y desarrollar, a nuestro modo, esos movimientos intelectuales de los últimos 25 años del siglo pasado. En primer lugar, tratando de romper con una división de “especialidades” que no hace más que reflejar el gran divisor ontológico nosotros / ellos que hace mucho tiempo la antropología proclama haber abolido. Así, en la Abaeté buscaremos reunir investigadores que investigan sociedades comúnmente designadas “indígenas”, o también “primitivas” (¿los “etnólogos”?), y aquellos que investigan su “propia” cultura o la llamada “sociedad compleja” (¿“antropólogos”?).

En segundo lugar, las conexiones transversales entre esos investigadores deberán ser capaces de promover nuevas articulaciones y transformaciones en los ejes epistemológicos y metodológicos involucrados en la investigación etnográfica y antropológica. Así, procedimientos de investigación en general privilegiados en este o aquel campo empírico deberán ser puestos en relación o choque con otros. Todavía más, las correlaciones y entrechoques de prácticas y saberes revelados en los diversos campos de investigación deberán permitir una comparación plural y compleja entre diferentes dominios y niveles de distintas formaciones socioculturales, capaz de sobrepasar los impasses del comparativismo simplista, que se resume a la confrontación “nosotros” y “ellos”.

En otros términos, el diálogo entre investigaciones empíricas sobre modos de pensamiento, formas de organización y modalidades de interacción vigentes en diferentes formas de socialidad —que, talvez, y más allá de la diferencia entre sociedades, tengan en común justamente el hecho de ser alternativas a las fuerzas dominantes— podrá catalizar y desestabilizar los modelos dominantes que buscan imponerse sobre nosotros mismos y sobre los otros. De un punto de vista más formal, la Abaeté deberá funcionar en consonancia con los propios principios intelectuales y éticos que inspiraron su idealización. Eso significa que no se trata de ninguna entidad supra-individual, dotada de intenciones e intereses propios, sino de un nombre atribuido a una red de relaciones o a un conjunto de relaciones en red. En este sentido, con la Abaeté pretendemos apenas la intensificación de redes de interacciones real o potencialmente ya existentes, así como una ampliación de la eficacia de sus intervenciones.

Por razones de orden solamente práctico, registramos, en el Directorio de los Grupos de Pesquisa del CNPq (la agencia brasilera de investigación ) y en la Universidad Federal de Río de Janeiro, un “Laboratorio de Antropología Simétrica”, compuesto, en principio, por los investigadores filiados a esa Universidad. No se trata, sin embargo, de una “sede” ni tampoco de una “estación central”, sino apenas de un relé destinado a facilitar las conexiones entre los diferentes nudos que componen la malla de la Abaeté. Como partes de esa red, sus diferentes ramales podrán ser activados en distintos momentos, aprovechando, por ejemplo, reuniones científicas ya existentes —en las cuales podrán organizarse grupos y mesas— o, al contrario, promoviendo encuentros propios y otras actividades específicas. Todo el resto podrá, o no, venir con el tiempo.

  • De acuerdo con los diccionarios, el término de origen tupi-guarani “abaeté” significa “hombre bueno, verdadero, de palabra, honrado”, en el sentido de ser humano correcto —o sea, “buena gente”. Por otro lado, el verbo “abaetar” (cuyo sentido genérico es “cubrir con baeta” o “abrigar con baeta”, es decir, protegerse con tejido felpudo de lana) significa, en Pernambuco, “sublevarse, indignarse”. Finalmente, la Laguna del Abaeté (la “laguna tenebrosa”, en Itapuã, Salvador Bahía, que tendría ese nombre en función de sus aguas oscuras) siempre fue un lugar para lavar ropa sucia y para prestar homenajes a Oxum. (En Tesoro de A.R. de Montoya S.J., la expresión aba eté es traducida por “valiente, honrado”, mientras que la forma abaeté recibe la glosa: “feo, torpe, bravo, terrible, cruel, espantoso, dificultad”… En Pequeño Vocabulario de A. Lemos Barbosa S.J., abaeté (1) es “hombre honrado, de valor” mientras que abaeté (2), y su variante abaité, es glosado como “terrible, horrendo”