ESPAÑOL
A darle (Introducción)
A más de 530 años de la invasión colonial del Abya Yala y de la imposición global del capitalismo colonial, seguimos viviendo las múltiples formas de opresión impuestas desde esa invasión. Esta Declaración, es una postura escrita desde las y los sujetos oprimidos, marginalizados, racializados, violentados, y de aliadxs dentro y más allá de la academia. Como contexto es importante reconocer que las tierras donde nos encontramos (en Riverside, Estados Unidos), fueron quitadas a los pueblos Indígenas Tongva, Serrano, Cahuilla y Luiseño, así mismo reconocemos los pueblos Indígenas de las tierras de las que venimos las y los autores de esta Declaración: Cucapáh, Mapuche, P’urhépecha, Tahues, Chontales, Tutunakú,Triqui.
Nuestro punto de partida es entender que vivimos en una situación de opresión neocolonial, donde hay diferentes niveles de opresión, muchas veces sobrepuestos. Entendemos que la opresión neocolonial se compone de opresión de clase, racial y de género, de manera interconectada y que los esfuerzos contra esta opresión tienen que ser contra todas las opresiones al mismo tiempo; la lucha contra el racismo debe ser una lucha contra el capitalismo y contra el patriarcado, no es posible avanzar hacia la emancipación de la opresión neocolonial sin luchar contra el capitalismo, racismo y patriarcado al mismo tiempo. Dentro de estas opresiones se manifiestan también, inherentemente, el capacitismo, el fascismo, el militarismo, el clasismo, el extractivismo, y formas más sutiles como el tokenismo, el white saviorism, el colonialismo verde, el sexismo, el encarcelamiento masivo, entre otros.
Para resistir a la opresión neocolonial y avanzar hacia la emancipación de las múltiples formas de opresión interconectadas que componen a la matriz colonial de opresiones (Quijano, 2000, 2015), es necesario que los grupos oprimidos del mundo luchen en coalición contra las opresiones que sufren en común, a manera de una reivindicación hegemónica (Dussel, 2006), y el punto de inicio es la concientização, mediante interacciones dialécticas, dialógicas y populares (Freire, 1970). Esto no significa el homogeneizar las diferentes luchas, sino reconocer las similitudes, reconociendo y respetando las diferentes identidades, y niveles de opresión, reconociendo que las personas más oprimidas son las que sufren múltiples opresiones al mismo tiempo, como las mujeres pobres Indígenas, las personas Indígenas con discapacidad, las personas negras pobres, las personas LGBT pobres y racializadas, las personas migrantes en pobreza y con discapacidad, entre otras.
Sin embargo, el reconocimiento de las diferencias no debe caer en el sectarismo o el aislacionismo en un asunto identitario. La lucha por la emancipación de las opresiones que vivimos es una lucha colectiva, basada en la solidaridad y apoyo mutuo, no en el individualismo blanco capitalista. No se puede hablar de “decolonizarse a uno mismo” o “decolonizar la ropa”, si esto es solamente una forma individualista de sentirse bien con unx mismx o de sentirse únicx. Si la decolonialidad no se basa y se ejerce mediante la práxis con y desde los grupos oprimidos, en la búsqueda constante de la emancipación de las opresiones capitalistas, racistas, patriarcales, etc., entonces es solamente un concepto elitista-posmo-friendly más.
Las opresiones, las muertes, los nombres
Comenzamos este apartado reconociendo el legado y la resistencia de tantas personas asesinadas por las élites del sistema neocolonial, capitalista, patriarcal y violento en el que vivimos como los 43 normalistas de Ayotzinapa, Samir Flores Soberanes, George Floyd, Berta Cáceres Flores, Oscar Eyraud, Marisela Escobedo, Yoryanis Bernal Varela, Marielle Franco, Ari Uru-Eu-Wau-Wau, Ulises Rumiche Quintimari, Inti Sotelo, Bryan Pintado, Alan Kurdi, Macarena Valdez, Tomás Rojo, Homero Gómez González, hermanas Quintremán, Emilia Milén “Bau” Herrera Obrecht, Matías Catrileo, Eugui Roy, entre otros.
A nivel global estamos sufriendo situaciones intolerables de opresión, de violencia, de necropolítica, como la guerra capitalista en Ucrania, la represión violenta de las protestas en Perú y en Chile, los feminicidios y el asesinato de periodistas en México, el encarcelamiento masivo en El Salvador, la crisis humanitaria y genocidio del pueblo Indígena Yanomami en Brasil, la violencia policial y los tiroteos masivos contra personas de color en Estados Unidos, la crisis ambiental y de salud en East Palestine, Ohio, desencadenada por la explotación de los trabajadores ferroviarios, la muerte de decenas de trabajadorxs en una fábrica textil clandestina en Marruecos por electrocución, los millones de muertos por la pandemia de COVID-19, la violencia generalizada en América Latina impuesta por el crimen organizado, los juvenicidios, y el desplazamiento forzado, el genocidio y desposesión del pueblo Palestino, el ascenso de la ultraderecha en países como Ecuador, Francia, Estados Unidos, Hungría, España, Italia, Suecia, entre otros.
Estos sucesos no son hechos aislados; son manifestaciones de la putrefacción del sistema neocolonial-capitalista-patriarcal, donde las élites buscan formas de explotación cada vez más exacerbadas de las masas a nivel global para poder lucrar cada vez más y seguir concentrando riquezas. Las formas siguientes son solo algunos ejemplos de las situaciones de opresión más inhumanas a las que debemos resistir: guerras para el lucro de la industria armamentista y el control de los ductos de gas y petróleo, lucro con la vida del pueblo por medio de la ultraviolencia del crimen organizado, represión violenta de protestas pacíficas de grupos marginados que buscan justicia y democracia, asesinatos de grupos Indígenas para apropiarse de sus tierras, “guerra contra el narco/pandillas” para establecer un sistema autoritario necropolítico, perpetuación de la supremacía blanca capitalista mediante la represión y control violentos de la policía, lucro con las vacunas y acaparación para subir su precio por parte de las empresas farmacéuticas, privatización de los sistemas de salud, causando la muerte de cada vez más personas pobres, y el uso de la retórica fascista, racista y colonialista para tomar el poder de un país e imponer medidas aún más intensas de explotación hacia los grupos marginados por lucro.
Lxs firmantes de esta Declaración nos oponemos definitivamente a todas estas formas de opresión y denunciamos a las élites culpables de estas situaciones, tanto empresarixs, políticxs, cabilderxs, narcos, policías, militares, que son tentáculos de la hidra neocolonial capitalista (Comisión Sexta EZLN, 2015). Nos unimos en solidaridad con los grupos de nuestras hermanas y hermanos, con nuestra gente, con el pueblo que vive explotado, marginado, violentado, para perpetuar el sistema neocolonial-capitalista-patriarcal.
Resistencia, solidaridad, sororidad
La praxis decolonial es resistencia constante, pero es resistencia colectiva, es unir fuerzas con grupos oprimidos, es encontrar la causa en común para luchar juntxs contra el opresor, es actuar desde la solidaridad con otras personas, con otros grupos, entendiendo que aunque una forma de opresión no te afecte directamente a ti, es necesaria la resistencia solidaria; aunque tu no tengas una discapacidad hay que luchar todxs contra el capacitismo y la discriminación a personas con discapacidad, porque no hay forma de avanzar hacia la emancipación de las opresiones coloniales si no se lucha al mismo tiempo y de manera colectiva contra todas las opresiones: como establecimos anteriormente, se tiene que luchar al mismo tiempo y constantemente contra el colonialismo, capitalismo, racismo, patriarcado, y contra las formas inherentes de opresión que generan.
La praxis decolonial implica no solo solidaridad pero también sororidad, que es el apoyo y reconocimiento mutuo de autoridad, de valor y de solidaridad para ser verdaderamente aliadxs (Lagarde, 2016). La sororidad surge desde el feminismo crítico e implica la cooperación y apoyo no solo entre mujeres, pero también el entender que todos los géneros pueden ser aliadxs, al mismo tiempo que se resalta la necesidad de que existan espacios exclusivamente de mujeres, para construir sororidad y apoyo feminista, para que, en movimientos y luchas más grandes, se transite por medio de la sororidad con todas las personas de diferentes géneros, reconociendo el liderazgo de las mujeres en estas luchas. Así mismo, el ejercer la praxis decolonial con sororidad implica que los feminismos pongan en el centro a las mujeres más oprimidas como mujeres Indígenas, negras, y que sufren incluso triple opresión: de género, clase, de raza, por discapacidad. El practicar un feminismo decolonial implica, como lo dice la activista Indígena Maya Xinka Lorena Cab’Nal: “una propuesta feminista que integra la lucha histórica y cotidiana de nuestros pueblos para la recuperación y defensa del territorio tierra” (Cabnal, 2010, p. 22).
El ejercer la praxis decolonial mediante la resistencia, solidaridad y sororidad colectiva y comunitaria, no es fácil, pero es una de las formas más bellas de amor: el amor comunitario, el amor por medio de las luchas sociales mano a mano con las personas, las comunidades, que aunque no compartan la misma identidad, se unan en solidaridad para luchar contra todas las opresiones coloniales al mismo tiempo, buscando la justicia racial, económica y lingüística.
El rol de la pedagogía, académicxs y la universidad
Se ha impuesto la idea a nivel global de que solo los conocimientos occidentales que se imparten en los espacios formales son los que son válidos, que solo la ciencia positivista es la que vale la pena y que todo lo demás, como saberes, experiencias vividas, cosmovisión, luchas populares, historias orales, es inferior. Lxs firmantes declaramos que todos los saberes son importantes, válidos y es crucial que sean preservados, revitalizados y perpetuados tanto dentro y fuera de la universidad y situados en nuestros territorios. También declaramos que es necesario que el curriculum de las universidades esté basado en la realidad local y que esté basado en la relación con los pueblos Indígenas de la región y con la tierra, como lo han aseverado intelectuales Indígenas (Wildcat et al., 2014), y también destacar las pedagogías desde espacios oprimidos, como cárceles, movimientos sociales, colectivxs y los barrios.
La praxis decolonial en la educación tiene que ir más allá de las acciones de “decolonizar el curriculum” que son simulaciones. El decolonizar el curriculum no es solo citar a más autoras o autores de color; el decolonizar el curriculum es que pensadorxs Indígenas impartan cátedra en Universidades, grandes pensadorxs Indígenas han compartido pensamientos tan importantes con el mundo pero siguen marginadxs de gran parte de la academia, como Ailton Krenak (2019), Linda Tuhiwai Smith (2016), Aura Cumes (2012), Floriberto Díaz Gómez (QEPD)(2001), Ngugi Thiong’O (1987), Francisco López Bárcenas (2002), entre otros. Decolonizar el curriculum es darle reconocimiento y espacios a defensores de la tierra, defensores de derechos, de luchadorxs de clase trabajadora, de luchas populares, es inculcar una visión ética en todas las disciplinas, para que las nuevas generaciones apliquen lo que aprenden en la universidad para mejorar las condiciones de vida de los grupos más oprimidos, para que realicen trabajo con impacto por su comunidad, para luchar contra el neocolonialismo-capitalismo-racismo-patriarcado y por medio de la cooperación solidaria Sur-Sur. Es urgente que las universidades recuperen su esencia como espacios críticos y de lucha, que se recuperen autores marxistas no solo los clásicos como Marx, Lenin y Trotsky, sino que autores marxistas del Sur Global y decoloniales como Angela Davis (1981), Enrique Dussel (1973, 2020), Pablo González Casanova (2006), Frantz Fanon (1963), Runa Dunayevskaya (1986), Bolívar Echeverría (1989), Amílcar Cabral (1966), Glen Coulthard (2014), Thomas Sankara (2001), Nancy Fraser (2009), Michael Lowy (2014) entre otrxs.
Sin embargo, no hay que perder de vista, que aunque las universidades sean espacios donde esfuerzos de praxis decolonial puedan generarse, como esta misma Declaración, siguen siendo espacios coloniales, donde se siguen legitimando estructuras capitalistas, racistas, capacitistas y misóginas. En la academia estadounidense especialmente se vive una intensa y generalizada privatización de las universidades públicas, donde se cobran colegiaturas cada vez más exorbitantes, mientras que las y los que cargan con la mayoría del trabajo académico, es decir, estudiantes de posgrado que trabajan como asistentes de clase y/o de investigación, se les paga una miseria, se les amenaza con despidos sin justificación, se les niegan condiciones necesarias a trabajadorxs con discapacidad para trabajar, etc. Así mismo, la violencia académica hacia estudiantes tanto de licenciatura como de posgrado por parte de lxs administradorxs universitarios, así como de académicxs, sigue estando muy presente, especialmente hacia estudiantes de color, pobres, con discapacidad y extranjerxs. Las universidades son en su mayoría espacios hostiles hacia estxs estudiantes, y los departamentos de diversidad e inclusión no hacen más que maquillar los problemas para cumplir los requisitos administrativos. Es necesario que las y los académicos decoloniales ejerzamos la praxis decolonial luchando contra las opresiones coloniales en la academia, dentro de nuestras instituciones, pero que también nuestros esfuerzos trasciendan las mismas, es necesario trabajar apoyando a las luchas de grupos oprimidos en las formas que los grupos oprimidos necesiten y en sus términos. No se puede ser decolonial como académicx si se está cómodamente en la oficina, buscando tener más “prestigio” o una mejor “posición”, sin verdaderamente trabajar con los grupos oprimidos. La decolonialidad sin praxis es una simulación.
Las tareas en la praxis decolonial
En esta Declaración sobre Praxis Decolonial declaramos que las tareas más urgentes (que se deben ejecutar de manera conjunta) para poder resistir las opresiones coloniales y avanzar hacia la emancipación del sistema neocolonial-capitalista-racista-patriarcal en el que vivimos son:
-Impulsar la organización de comités barriales de base con poder de decisión sobre las políticas y acciones públicas que nos afectan, algunas experiencias organizativas de las que se pueden tomar bases son los soviets (Trotsky, 2009), los calpullis (Romero Vargas Yturbide, 1988), los comités de fábrica (Pateman, 1970), los espacios de educación popular obrera (Freire, 1993), las fogatas de la comunidad de Cherán (Hernández García, 2020), los grupos de autodefensa Indígena (Mattiace et al., 2019), entre otras, buscando la toma del poder político por el pueblo, evitando caer en una simulación como lo hacen ciertos gobiernos autodenominados “progresistas” en América Latina.
-Luchar por la propiedad colectiva y pública de los grandes medios de producción, a manos del pueblo organizado, no de una camarilla burocrática, ni de los partidos políticos.
-Organizarnos en defensa de los territorios amenazados por el capital transnacional, los consorcios mineros como Grupo México (Perez Jiménez, 2020) y otros (Gudynas, 2022), las empresas que buscan privatizar el agua, como Constellation Brands (Márquez Duarte, 2022), la nueva planta de Tesla en Nuevo León, los megaproyectos destructivos que despojan a grupos Indígenas y comunidades rurales de sus tierras (Concejo Indígena de Gobierno, 2020; López Bárcenas, 2012), así como grupos del crimen organizado (Hernández García, 2020; Mattiace et al., 2019).
-Organización de espacios de educación popular colectivos dentro y fuera de la universidad, tanto presenciales como online, para trabajadorxs, comunidades Indígenas, y grupos oprimidos que no tienen acceso a la educación formal, caracterizados por la horizontalidad y reciprocidad, la justicia cognitiva, la relación armónica con todas las formas de vida y con la Tierra. Así mismo, con enfoque anti-capitalista, anti-patriarcal, anti-capacitista, anti-racista. Por ejemplo, la recuperación de saberes sobre medicina tradicional incluyéndolos en el curriculum formal de ciencias de la salud.
¡O todo para todxs o les tiramos el sistema!
ENGLISH
Introduction
More than 530 years after the colonial invasion of Abya Yala and the global imposition of colonial capitalism, we continue to live the multiple forms of oppression imposed since that invasion. This Declaration is a written positioning from the oppressed, marginalized, racialized, and allied subjects within and beyond the academy. As a context it is important to recognize that the lands where we are (in Riverside, United States), were taken from the Tongva , Serrano, Cahuilla and Luiseño Indigenous peoples, likewise the Indigenous peoples of the lands from which the authors of this Declaration come: Cucapáh, Mapuche, P’urhépecha, Tahues, Chontales, Tutunakú,Triqui.
Our starting point is to understand that we live in a situation of neocolonial oppression, where there are different levels of oppression, often superimposed. We understand that neocolonial oppression is composed of class, racial and gender oppression, in an intertwined way and that efforts against this oppression have to be against all oppressions at the same time; The struggle against racism must be a struggle against capitalism and against patriarchy, it is not possible to move towards emancipation from neocolonial oppression without fighting capitalism, racism and patriarchy at the same time. Within these oppressions are also manifested, inherently, ableism, fascism, militarism, classism, extractivism, and more subtle forms such as tokenism, white saviorism, green colonialism, sexism, mass incarceration, among others.
To resist neocolonial oppression and move towards emancipation from the multiple intertwined forms of oppression that make up the colonial matrix of oppressions (Quijano, 2000, 2015), it is necessary that the oppressed groups of the world fight in coalition against the oppressions they suffer in common, in the form of a hegemonic vindication (Dussel, 2006), and the starting point is awareness, through dialectical, dialogic and popular interactions (Freire, 1970). This does not mean homogenizing the different struggles, but recognizing the similarities, recognizing and respecting the different identities, and levels of oppression, recognizing that the most oppressed people are those who suffer multiple oppressions at the same time, such as poor Indigenous women, Indigenous people with disabilities, poor black people, poor and racialized LGBT people, immigrants in poverty and with disabilities, among others.
However, the recognition of differences must not fall into sectarianism or isolationism in an identity matter. The struggle for emancipation from the oppressions we live in is a collective struggle, based on solidarity and mutual support, not on white capitalist individualism. You can't talk about "decolonizing yourself" or "decolonizing clothes" if this is just an individualistic way of feeling good about yourself or feeling unique. If decoloniality is not based on and exercised through praxis, with and from oppressed groups in the constant search for emancipation from capitalist, racist, patriarchal oppressions, etc., then it is just one more elitist-posmo-friendly concept.
Oppressions, deaths, names
We begin this section by recognizing the legacy and resistance of so many people killed by the elites of the neocolonial, capitalist, patriarchal and violent system in which we live, such as the 43 Ayotzinapa students, Samir Flores Soberanes, George Floyd, Berta Cáceres Flores, Oscar Eyraud, Marisela Escobedo, Yoryanis Bernal Varela, Marielle Franco, Ari Uru-Eu-Wau-Wau, Ulises Rumiche Quintimari, Inti Sotelo, Bryan Pintado, Alan Kurdi, Macarena Valdez, Tomás Rojo, Homero Gómez González, the Quintremán sisters, Emilia Milén “Bau” Herrera Obrecht, Matías Catrileo, Eugui Roy, among others.
At the global level we are suffering intolerable situations of oppression, violence, necropolitics, such as the capitalist war in Ukraine, the violent repression of protests in Peru, femicides and the murder of journalists in Mexico, mass incarceration in El Salvador, the humanitarian crisis and genocide of the Yanomami Indigenous people in Brazil, police violence and mass shootings against people of color in the United States, the environmental and health crisis in East Palestine, Ohio, triggered by the exploitation of railway workers, the death of dozens of workers of a clandestine fabrics plant in Morocco for electrocution, the millions killed by the COVID-19 pandemic, the generalized violence in Latin America imposed by organized crime, the juvenicidios and forced displacement, the genocide and dispossession of the Palestinian people, the rise of the extreme right in countries such as Ecuador, France, the United States, Hungary, Spain, Italy, Sweden, among others.
These events are not isolated events; they are manifestations of the putrefaction of the neocolonial-capitalist-patriarchal system, where the elites seek increasingly exacerbated forms of exploitation of the masses at the global level in order to profit more and more and continue to concentrate wealth. The following forms are just a few examples of the most inhumane situations of oppression that we must resist: wars for profit of the arms industry and the control of oil and gas pipelines, profit with the lives of the people through the ultraviolence of organized crime, violent repression of peaceful protests by marginalized groups seeking justice and democracy, killings of Indigenous groups to appropriate their land, "war on drugs/gangs" to establish a necropolitical authoritarian system, perpetuation of capitalist white supremacy through violent repression and control by the police, profit from hoarding vaccines to raise their price by pharmaceutical companies, privatization of health systems, causing the deaths of more and more poor people, and the use of fascist, racist and colonialist rhetoric to take power over a country and impose even more intense measures of exploitation on marginalized groups for profit.
The signatories of this Declaration definitively oppose all these forms of oppression and denounce the elites that are guilty of these situations, including businessmen, politicians, lobbyists, narcos, police, military, who are tentacles of the capitalist neocolonial hydra (Comisión Sexta EZLN, 2015). We unite in solidarity with the groups of our sisters and brothers, with our people, with the people who live exploited, marginalized, violated, to perpetuate the neocolonial-capitalist-patriarchal system.
Resistance, solidarity, sororidad
Decolonial praxis is constant resistance, but it is collective resistance, it is joining forces with oppressed groups, it is finding the common cause to fight together against the oppressor, it is acting from solidarity with other people, with other groups, understanding that although a form of oppression does not directly affect you, solidary resistance is necessary; even if you do not have a disability we all have to fight against ableism and discrimination against people with disabilities, because there is no way to advance towards emancipation from colonial oppressions if you do not fight at the same time and collectively against all oppressions: as we established earlier, we have to fight at the same time and constantly against colonialism, capitalism, racism, patriarchy, and against the inherent forms of oppression they generate.
Decolonial praxis implies not only solidarity but also sororidad, which is the support and mutual recognition of authority, courage and solidarity to be truly allies (Lagarde, 2016). Sororidad arises from critical feminism and implies cooperation and support not only between women, but also the understanding that all genders can be allies, while highlighting the need for spaces exclusively for women, to build sororidad and feminist support, so that, in larger movements and struggles, they can move through sororidad with all people of different genders, recognizing the leadership of women in these struggles. Likewise, exercising decolonial praxis with sororidad implies that feminisms put at the center the most oppressed women as Indigenous and black women, and who suffer even triple oppression: gender, class, race, and disability. Practicing a decolonial feminism implies, as the Maya Xinka Indigenous activist Lorena Cab'Nal says: "a feminist proposal that integrates the historical and daily struggle of our peoples for the recovery and defense of the land territory" (Cabnal, 2010, p. 22).
Exercising decolonial praxis through collective and communal resistance, solidarity and sororidad is not easy, but it is one of the most beautiful forms of love: community love, love through social struggles hand in hand with people, communities, that although they do not share the same identity, unite in solidarity for struggles against all oppressions caused by colonial oppressions at the same time, seeking racial, economic and linguistic justice.
The role of pedagogy, academia and the university
The idea has been imposed at the global level that only Western knowledge that is taught in formal spaces are valid, that only positivist science is worthwhile and that everything else, such as saberes, lived experiences, cosmovision, popular struggles, oral histories, is inferior. We the signatories declare that all saberes are important and valid, and it is crucial that they be preserved, revitalized and perpetuated both inside and outside the university. We also declare that it is necessary that the curriculum of the universities is based on the local reality and that it is based on the relationship with Indigenous peoples of the region and with the land, as Indigenous intellectuals have asserted (Wildcat et al., 2014), and it is also importe to highlight pedagogies from oppressed spaces, such as prisons, social movements, grassroots collectives and barrios.
The decolonial praxis in education has to go beyond the actions of "decolonizing the curriculum" that are simulations. Decolonizing the curriculum is not just quoting more authors of color; decolonizing curriculum is Indigenous thinkers teaching in universities, great Indigenous thinkers have shared such important thoughts with the world but remain marginalized from much of academia, such as Ailton Krenak (2019), Linda Tuhiwai Smith (2016), Aura Cumes (2012), Floriberto Díaz Gómez (QEPD) (2001), Ngugi Thiong'O (1987), Francisco López Bárcenas (2002), among others. Decolonizing curriculum is to give recognition and spaces to defenders of the land, defenders of rights, of working class activists, of popular struggles, is to instill an ethical vision in all disciplines, so that the new generations apply what they learn in the university to improve the living conditions of the most oppressed groups, to carry out work with impact for their community, to fight against neocolonialism-capitalism-racism-patriarchy and through solidary South-South cooperation. It is urgent that universities recover their essence as critical and fighting spaces, that Marxist authors recover not only classics such as Marx, Lenin and Trotsky, but Marxist authors of the Global South and decolonials such as Angela Davis (1981), Enrique Dussel (1973, 2020), Pablo González Casanova (2006), Frantz Fanon (1963), Rune Dunayevskaya (1986), Bolívar Echeverría (1989), Amílcar Cabral (1966), Glen Coulthard (2014), Thomas Sankara (2001), Nancy Fraser (2009), Michael Lowy (2014) among others.
However, we must not lose sight of the fact that although universities are spaces where efforts at decolonial praxis can be generated, like this same Declaration, they are still colonial spaces, where capitalist, racist, ableist and misogynist structures continue to be legitimized. In the US academia especially, there is an intense and widespread privatization of public universities, where increasingly exorbitant tuition fees are charged, while those who carry the majority of academic work (that is, graduate students who work as class and/or research assistants), are paid a pittance, while being threatened with dismissals without justification, workers with disabilities are denied the necessary conditions to work, etc. Likewise, academic violence against both undergraduate and graduate students by university admins, as well as professors, is still very present, especially towards students of color, the poor, the disabled and international students. Most universities are hostile spaces towards these students, and DEI departments do nothing but cover up the problems to meet administrative requirements. It is necessary that we decolonial scholars exercise decolonial praxis fighting against colonial oppressions in academia, within our institutions, but also that our efforts transcend them, it is necessary to work supporting the struggles of oppressed groups in the ways that oppressed groups need and on their terms. You cannot be decolonial as a scholar if you are comfortably in the office, seeking more "prestige" or a better "position", without truly working with oppressed groups. Decoloniality without praxis is a simulation.
Tasks in decolonial praxis
In this Declaration on Decolonial Praxis we declare that the most urgent tasks (that have to be exercised together) to resist colonial oppressions and move towards emancipation from the neocolonial-capitalist-racist-patriarchal system in which we live are:
-Promote the organization of grassroots local bodies with decision-making power over the policies and public actions that affect us, some organizational experiences from which bases can be taken are the soviets (Trotsky, 2009), the calpullis (Romero Vargas Yturbide, 1988), the factory committees (Pateman, 1970), the spaces of popular workers' education (Freire, 1993), the fogatas of the community of Cherán (Hernández García, 2020), the Indigenous self-defense groups (Mattiace et al., 2019), among others, seeking taking political power by the people, to prevent falling in a simulation as some self-proclaimed “progressive” government of Latin America.
-Fight for collective and public ownership of the big means of production, at the hands of organized people, not of a bureaucratic clique, nor of political parties.
-Organize in defense of territories threatened by transnational capital, mining consortiums such as Grupo México (Perez Jiménez, 2020) and others (Gudynas, 2022), companies that seek to privatize water, such as Constellation Brands (Márquez Duarte, 2022), or the new Tesla plant in Nuevo León, the destructive megaprojects that dispossess Indigenous groups and rural communities of their lands (Concejo Indígena de Gobiero, 2020; López Bárcenas, 2012), as well as organized crime groups (Hernández García, 2020; Mattiace et al., 2019).
-Organization of popular and collective education spaces inside and outside the university, both in-person and online, for workers, Indigenous communities, and oppressed groups that do not have access to formal education, with horizontality and reciprocity, cognitive justice, and armonic relations with all life forms and the land. Likewise, with an anticapitalist, antipatriarchal, antiableist and antiracist approach. An example is the recovering of traditional medicine including it in the curricula of health sciences.
Either everything for everyone or we disrupt the system!
Colaboradores:
Fernando Márquez Duarte - México
Dulce Alarcón Payán - México
Zaira Vidal Cortes - México/Estados Unidos
Alen Tripailaf Raimilla - Indígena Mapuche - Chile
Daniel Alarcón Mares - México
Edna Duarte Hernández - México
José Mario Suárez - México
Alessandro Biazzi Couto - Brasil
Norma Cruz Salazar - Indígena Triqui - México
Elia Hernández Hernández - Indígena Tutunakú - México
Edgar de la Cruz Rojas - Indígena Chontal - México
Elida Vargas Diaz - Indígena P’urhépecha - México
Firmantes 2023:
Carla Aguas - Brasil
Rodrigo Reinoso - Ecuador
Jessica Paz - México
Alejandro Bonada Chavarría- México
Yeniela Cedeño Hechavarria - Cuba
Miguel Angulo Giraldo - Perú
Antonio Torres Moreno - Estados Unidos
Esther Aguayo - Estados Unidos
Jorge Gutiérrez Salazar - México
Constanza Chamorro - Chile
Idania Gómez - Estados Unidos
Caroline Romero - Estados Unidos
Rafael Castañeda - México
Andrew (andy) David King - Estados Unidos
Raj Adhikary – India
Firmantes 2024
Karla Hidalgo - Ecuador
Rosa Derricott – Estados Unidos
Eloy Neira – Perú/Estados Unidos
Angel Rentería Enriquez - México/Estados Unidos
Adilene Murillo-Rodriguez - México/Estados Unidos
Darby Osnaya – Estados Unidos
Aleksandra Karapetrova – Estados Unidos
Arturo Aldaco – Estados Unidos
David Ferrándiz – Estados Unidos
Andrea Vidaurre (People’s Collective for Environmental Justice)– Estados Unidos
Iraima Lugo Montilla - Venezuela/Brasil
Cuitlahuac Arreola Martinez – México/Estados Unidos
Ludy Sánchez - Venezuela
Lorenia Urbalejo Castorena – México
David Ferrándiz – Estados Unidos
Jéssica Cristina de Souza - Brasil
Adrian Ellis Alarilla – Estados Unidos / Filipinas
Raúl Ramos Sánchez - México
Nilesh Sharan - México/India
Bryan Vega - México/Estados Unidos
Johanna Espinoza - México/Estados Unidos
Julio Ramos - México
Luis Salcedo Mascareño - México
Ma. Fernanda Serrano - México
Kenia Ramírez Meda - México
Referencias
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